Bendecir su nombre es la manera más espontánea de dirigirse a Dios. La atenta consideración de un favor pasado o presente, la contemplación de un hecho que hable de la bondad o grandeza de Dios, es el acicate que provoca de inmediato en el ánimo unas palabras de agachada bendición. Aquí en concreto se bendice a María, porque ha sido preferida a todas las mujeres habidas, y ella bendice a Dios que en la persona del Hijo, como el gusano de seda, se devanaba a sí mismo en el seno de María, humanizándose en la seda purísima de su carne.
María bendice a Dios porque el prodigio que está haciendo en sí misma es increíble e inaudito. Y uno deletrea entonces esas palabras y siente que también son benditas esas jaculatorias de María bendiciendo a Dios.
De hecho, Isabel bendice a su prima con el halo de una bienaventuranza, por creer prontamente lo que parecería imposible. El texto evangélico puntualiza que ella se expresa así cuando el Espíritu del Señor se aloja en ella, palabras inspiradas, por tanto, originadas en los labios mismos de Dios, de modo que su aliento es divino.
Vale la pena reflexionar cuando recitamos de carrerilla esa bendición, como quien saborea el vino dulce de esas palabras, considerando las circunstancias que implican a Dios. Qué distinto resulta entonces su sentido: Bendita tú, María, habitada por la sombra divina del amor de Dios, y bendito el fruto divino de tu vientre purísimo.
Reflexión: Acaba el mes de mayo
Concluye el mes de María, entre cantos, súplicas y flores. De niño, cuando había niños a los pies de María, ese acto de acatamiento de un Dios que hace Madre a María de su Hijo, llenaba de piedad los ojos y de ternura el corazón. Era la mejor de todas las catequesis. Ahora a los niños no se les deja nacer tan fácilmente. Estorban en un mundo materializado y egoísta. Y la humanidad envejece, que es la un modo de morir tristemente. No hay niños a los pies de María, las flores que ella agradece más.
Dios no castiga al hombre, criatura suya al fin. No hace falta. Se castiga él mismo
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martes, 31 de mayo de 2011
lunes, 30 de mayo de 2011
Pronóstico y aliciente
El profeta que hay en Jesús, después de prometerles que él, en los momentos adversos, estará con ellos, mediante el Espíritu, que hará sua veces, les pronostica que el camino que les deja trazado no es tan primaveral como pudieran soñarlo: os llevarán al suplicio, al igual que conmigo, y lo que es peor, quien os esclavice y maltrate, lo hará complacido desde el sagrado convencimiento de que son ello honra a Dios.
Justamente para que, llegado ese día fatídico, no se tambaleen, él estará con ellos alentándolos. Inmejorable y consoñadora compañía.
Justamente para que, llegado ese día fatídico, no se tambaleen, él estará con ellos alentándolos. Inmejorable y consoñadora compañía.
Reflexión: Aviones por los cielos de Teruel
Los cielos transparentes de Teruel saben mucho de ruidosos y raudos aviones. Sus limpios cielos son campo abierto de maniobras y entrenamiento, para uso militar. Hay días en que el surco sonoro que abren sus reactores, con ser mucha la altura donde trazan sus cabriolas, resulta especialmente molesto, porque siempre es molesto el ruido.
Es todo muy comprensible, dada la proximidad del aeropuerto militar de Zaragoza, pero la comprensión, por muy patriótica que resulte, no aminora el estruendo de sus motores. Digamos que es una gabela, una servidumbre de esta pequeña capital de provincia al bien común, a la que precisamente por ser pequeña, la autoridad pertinente no es propicia a acceder a que disponga de buenas comunicaciones con ciudades vecinas como Cuenca y la capital del estado, Madrid. Con crisis y sin crisis; da igual. Teruel seguirá siendo pequeña y como tal no infunde respeto.
domingo, 29 de mayo de 2011
Testamento de Jesús
Tal día como hoy, se nos anuncian y anticipan dos hechos especialmente importantes para nuestra fe y nuestra vida: la venida del Espíritu Santo y la Ascensión del Señor.
Eran momentos de despedida donde Jesús se muestra notablemente emotivo, como el amigo y confidente que es de sus amigos, ahora más que nunca; su vida terrena toca a su fin y necesita de ese arrimo humano y la intimidad de los suyos. Y en el centro de ese conjunto de manifestaciones confidenciales, Jesús destaca algo que han de tener muy presente desde ahora: la perseverancia en el amor. No habrá mejor manera de acompañarle, la única de ganarse la voluntad del Padre, para que en correspondencia, el Padre les tenga presente a ellos también.
El amor es la mejor compañía para todo. Sin amor no se puede conocer ni estar con Dios, porque Él es amor, y sólo amando, sólo encendiendo la tea del amor, se ilumina y se hace visible el camino que Cristo deja abierto para cuantos se arriesguen a descubrir su realidad divina, desde la oscuridad de la fe
Eran momentos de despedida donde Jesús se muestra notablemente emotivo, como el amigo y confidente que es de sus amigos, ahora más que nunca; su vida terrena toca a su fin y necesita de ese arrimo humano y la intimidad de los suyos. Y en el centro de ese conjunto de manifestaciones confidenciales, Jesús destaca algo que han de tener muy presente desde ahora: la perseverancia en el amor. No habrá mejor manera de acompañarle, la única de ganarse la voluntad del Padre, para que en correspondencia, el Padre les tenga presente a ellos también.
El amor es la mejor compañía para todo. Sin amor no se puede conocer ni estar con Dios, porque Él es amor, y sólo amando, sólo encendiendo la tea del amor, se ilumina y se hace visible el camino que Cristo deja abierto para cuantos se arriesguen a descubrir su realidad divina, desde la oscuridad de la fe
Reflexión: El viejo tronco verdecido
Suele ocurrir. El desmochado tocón de un árbol que más que otra cosa parecía aparcado residuo muerto de un árbol, una primavera toca con su delicados dedos las raíces ocultas del árbol que fue, y le nace inopinadamente una rama de hojas tiernas devolviéndole a la vida. El viejo árbol reverdece como reverdecen las ilusiones, lleno de promesas y futura vitalidad. Donde ya no habñia nada, es fácil prever ya ahora una fronda nueva y rozagante.
Machado se ocupó de algo así, paseando por las orillas del Duero. Y se llenaba de esperanza esperando para sí mismo un milagro así de la primavera. La lluvia tierna de abril y el sol primaveral hacen portentos en el ánimo de un viejo.
sábado, 28 de mayo de 2011
A semejanza de Cristo
Si nuestra presencia cristiana suscita odio o provocación en quienes oponen con radicalidad sus criterios a los nuestros, no hay mejor manera de asumir tal contratiempo que mirarse en Cristo, a quien odiaron hasta sacrificarlo impunemente; si somos objeto de acoso y persecución, no hay que extrañarse por incomprensivos que nos parezcan los motivos que esgriman contra nosotros: Cristo fue machacado por enseñar que habían de amarse mutuamente los unos y los otros. Somos cristianos en la medida que gravemos en nuestro ser las señales que hirieron y acabaron por matar a Cristo. No por otra razón, la cruz es nuestro distintivo más claro.
Dios hizo al hombre a semejanza suya. Cristo ahora nos quiere semejantes a él, que es el camino más corto para asear aquella límpida imagen primigenia en que se miraba Dios y el hombre enturbió con sus desafueros. Se nos hizo para que fuéramos espejos de Dios, y en nuestras manos está lograr tan alta dignidad.
Reflexión: Regálate un buen libro
Un buen libro es un maestro sabio que oculta entre sus páginas verdades luminosas esclarecedoras. No conseguirá el hombre hacerse a sí mismo, desarrollarse con plenitud, sin el arrimo de los libros. Los libros son la memoria del conocimiento humano, fruto del estudio y la experiencia del mundo y del hombre. Abrir un libro debería ser un rito sagrado, porque, si Dios es la verdad absoluta, todas las demás verdades particulares son destellos de la divinidad.
El hombre no es sólo su corporeidad. Es en muy buena medida su existencia interior. Es en la mente donde madura el hombre y llega a desenvolver sus posibilidades. En los valores de su corazón que rigen su conducta y en el conjunto de sus conocimientos que iluminan su horizonte vital, radica su valía humana. Una cuidada lectura es el mejor nutriente del crecimiento espiritual.
Así es cómo un buen libro, más que el perro, es siempre un buen amigo. Rodearos de buenos amigos que pueblen vuestra vida interior.
viernes, 27 de mayo de 2011
El último y definitivo mandamiento
Todo el testamento de Jesús a sus discípulos cabe en ese mandamiento último de que se amen mutuamente como él les ha amado a ellos.
La cifra de ese amor no la sabremos nunca, porque el amor no se deja medir. Y todavía le queda un trecho de amarguísima vida que puede contribuir a tasar un tanto el peso de ese amor ejemplar: dar su sangre por todos hasta la última gota exhaustiva, impregnando la lanza que rompa su pecho.
El ideal que nos marca Jesús no está ahí a la mano. Hay amar mucho para acercarse a ese amor desmedido con que él nos amó sin tasa posible. Alg nos podría haber dicho Magdalena, a quien se le perdonó mucho, por lo mucho que ella supo amar a quien le perdonaba con infinita ternura. Fue él quien no la propuso como modelo de conseguido amor.
Y no es un consejo. Es un mandamiento, el último y el primero de todos.
Reflexión: Pronósticos del tiempo
He dado hoy por consultar en internet la temperatura que nos va a acompañar estos próximos días y el pronóstico me avanza que la temperatura media oscilará en torno a los 12º positivos, con una máxima que rozará los 30ª grados y una mínima de 15º, cifras que no variarán prácticamente durante los cinco días inmediatos. Mientras tanto, en la pequeña ciudad de Teruel que no sabemos quién fundó en Colombia, cerca de Neiva, la temperatura media será de 26º.
Hay que reconocer que el uso de satélites que otean la tierra desde lo alto, y advierten el movimiento de nubes, vientos que impulsan esas nubes y cambios de presión delatados por ellas, afinan cada vez más la fiabilidad de los pronósticos meteorológicos. Y hay algo que podemos dar ya por cierto: dentro de los cambios imprevistos del tiempo, siempre voluble, como las veletas que anuncian sus vientos, nos hemos instalado ya en los ardores propios del mes que estamos a punto de inaugurar, pórtico de la canícula agosteña.
La mies se alegrará hinchiendo el pecho de sol, dorando espigas y enrojeciendo intrusos ababoles.
La cifra de ese amor no la sabremos nunca, porque el amor no se deja medir. Y todavía le queda un trecho de amarguísima vida que puede contribuir a tasar un tanto el peso de ese amor ejemplar: dar su sangre por todos hasta la última gota exhaustiva, impregnando la lanza que rompa su pecho.
El ideal que nos marca Jesús no está ahí a la mano. Hay amar mucho para acercarse a ese amor desmedido con que él nos amó sin tasa posible. Alg nos podría haber dicho Magdalena, a quien se le perdonó mucho, por lo mucho que ella supo amar a quien le perdonaba con infinita ternura. Fue él quien no la propuso como modelo de conseguido amor.
Y no es un consejo. Es un mandamiento, el último y el primero de todos.
Reflexión: Pronósticos del tiempo
He dado hoy por consultar en internet la temperatura que nos va a acompañar estos próximos días y el pronóstico me avanza que la temperatura media oscilará en torno a los 12º positivos, con una máxima que rozará los 30ª grados y una mínima de 15º, cifras que no variarán prácticamente durante los cinco días inmediatos. Mientras tanto, en la pequeña ciudad de Teruel que no sabemos quién fundó en Colombia, cerca de Neiva, la temperatura media será de 26º.
Hay que reconocer que el uso de satélites que otean la tierra desde lo alto, y advierten el movimiento de nubes, vientos que impulsan esas nubes y cambios de presión delatados por ellas, afinan cada vez más la fiabilidad de los pronósticos meteorológicos. Y hay algo que podemos dar ya por cierto: dentro de los cambios imprevistos del tiempo, siempre voluble, como las veletas que anuncian sus vientos, nos hemos instalado ya en los ardores propios del mes que estamos a punto de inaugurar, pórtico de la canícula agosteña.
La mies se alegrará hinchiendo el pecho de sol, dorando espigas y enrojeciendo intrusos ababoles.
jueves, 26 de mayo de 2011
Me adelantaré a la aurora.....
Hay salmos que, para declarar la fiel disposición de alabar a Dios en todo tiempo, enuncian un propósito de levantarse con las últimas estrellas. No basta con disponer de todo el día; hay que adelantarse a la aurora para ganar tiempo; todo es poco para alabar incesantemente a Dios. El tema es recurrente; cambia la expresión y el contexto lingüístico, como cuando se dice: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Los salmos son himnos donde la afectividad está siempre a flor de labio. Himnos confidenciales para expresarle a Dios lo mucho que nos alivia su acompañado favor, enumerar todo lo que nos acerca a él, contarle todo lo que urden en contra los demás desde la iniquidad y, en general, todo lo que nos aqueja y duele. Las figuras poéticas que enriquecen el lenguaje, intensificar la intensa sinceridad de su expresión, exaltada unas veces y muchas de ellas, dolorosa.
Me adelantaré a la aurora, Señor, para enumerar una a una tus bondades.
DELANTE DE LOS ÁNGELES
Son palabras de un salmo: Delante de los ángeles cantaré.
Los que vienen abriendo asiduamente este blog, habrán advertido ya que el encabezamiento de la página donde queda situado el blog ha cambiado su titulación, Delante de los ángeles. Es un aviso para navegantes.
Entre ángeles anda el juego, porque con ángeles tienen que ver el nombre del redactor y el lugar donde ha de instalarse más bien pronto. Un nuevo destino del redactor de la página, induce a sustituir el título, Desde Teruel, ya que al cambiar el lugar de redacción, es comprensible que cambie el sentido del encabezamiento del blog, que seguirá atendiéndose desde tierras soleadas del Mediterráneo.
El cambio no altera la cordial proximidad del que escribe con el que lee. Las distancias por internet, aunque frías, porque lo es la técnica, son siempre cortas.
miércoles, 25 de mayo de 2011
Yo soy la vid
Juan en su evangelio suele poner en labios de Jesús el nombre con que Dios reveló su nombre a los hebreos: Yo-soy, que es lo que significa Yahvé. En ocasiones, ese yo soy de la identidad de Jesús como Hijo de Dios, se diversifica, como hoy en el evangelio de Juan. Yo soy la vid que mantiene verdecidos a quienes creen y permanecen en mí. No sólo la vid. Él es también el frito de esa vid que queda entrañada en el cáliz de su sangre, muerta y resucitada, con que alienta, después de justificarnos ante Dios, nuestra espiritualidad.
Yo soy, diría a quienes salieron a su encuentro para prenderlo, y cayeron como fulminados de espaldas. Él es quien no salva.
Reflexión: Nube volcánica
Llamamos alegremente nube a todo lo que surca el cielo y se le parezca, pero no todas las nubes llueven agua. Ahora es una espesa nube de cenizas volcánicas la que ocupa las noticias de la prensa diaria, amenazando otra vez las rutas aéreas de las comunicaciones del norte de Europa. La información gráfica nos muestra la maléfica nube configurada a manera de un inmenso cerebro, un cerebro lleno de circunvalaciones y fisuras que no piensa ni se da cuenta, y que además de espectacular, no deja de ser un tanto horroroso, surcado por súbitos rayos que inciden en sí mismo, descargando su incontenible energía.
La altura de más de 6.000 metros de la nube da la medida de ese amenazante cúmulo de ceniza gris que enturbia los cielos desplazándose hacia el continente. Las últimas noticias atenúan un tanto su posible maleficio sobre los humanos. Con todo, no deja de ser un desastre más que se añade y agrava la crisis en que andamos inmersos, y es que, como dice el refrán, a pero flaco...
martes, 24 de mayo de 2011
Me voy
Jesús se despide de sus discípulos haciéndoles partícipes de su paz, esa paz interior que sólo experimenta quien vive entrañado en el mutuo amor que nos santifica. Se va y notifica su regreso a los brazos de quien lo encarnó en María, para que no se dejen sorprender por la cadena de hechos que le llevarán al suplicio de la cruz, la más cruel de todas las muertes.
En trance tan difícil para él, no cae en el sentimentalismo de reclamar consuelo; es a ellos a quienes consuela él con el linimento sagrado de su palabra. Es el sello de la compasión que define toda la obra de Jesús para con los hombres. Pasó por este mundo haciendo el bien, sentenciarán luego ellos cuando hagan recuento de su obra.
Reflexión: Benedicto XVI y la Estación Espacial
A Benedicto XVI le singulariza su palmaria convicción de que cultura y fe han de ir de la mano, al igual que la técnica y conocimientos científicos. Él mismo es persona de relevante formación y cultura. No puede extrañar a nadie que haya aprovechado esta oportunidad que le han brindado de conversar desde el Vaticano con los astronautas de la Estación Espacial, en el último viaje al espacio que realiza el transbordador Endeabur.
La voz blanca y apagada del papa ha resonado en los cielos inmediatos que rodean la tierra, más allá de la capa azul atmosférica que nos protege de las inclemencias solares, para sumarse a la aventura técnica y científica que vienen realizando, a tan alto nivel, las naciones más aventajadas, bien que con esforzados apoyos estimables de otras naciones de menor calado económico, como la misma España.
Celebremos que la voz del papa, reflejo humano de la de Cristo, resuene más allá de los límites redondos que circundan nuestro planeta. Es como si la mano de la Iglesia de Dios pusiera un dedo en las alturas, firmando en el espacio próximo en el nombre de Cristo.
En trance tan difícil para él, no cae en el sentimentalismo de reclamar consuelo; es a ellos a quienes consuela él con el linimento sagrado de su palabra. Es el sello de la compasión que define toda la obra de Jesús para con los hombres. Pasó por este mundo haciendo el bien, sentenciarán luego ellos cuando hagan recuento de su obra.
Reflexión: Benedicto XVI y la Estación Espacial
A Benedicto XVI le singulariza su palmaria convicción de que cultura y fe han de ir de la mano, al igual que la técnica y conocimientos científicos. Él mismo es persona de relevante formación y cultura. No puede extrañar a nadie que haya aprovechado esta oportunidad que le han brindado de conversar desde el Vaticano con los astronautas de la Estación Espacial, en el último viaje al espacio que realiza el transbordador Endeabur.
La voz blanca y apagada del papa ha resonado en los cielos inmediatos que rodean la tierra, más allá de la capa azul atmosférica que nos protege de las inclemencias solares, para sumarse a la aventura técnica y científica que vienen realizando, a tan alto nivel, las naciones más aventajadas, bien que con esforzados apoyos estimables de otras naciones de menor calado económico, como la misma España.
Celebremos que la voz del papa, reflejo humano de la de Cristo, resuene más allá de los límites redondos que circundan nuestro planeta. Es como si la mano de la Iglesia de Dios pusiera un dedo en las alturas, firmando en el espacio próximo en el nombre de Cristo.
lunes, 23 de mayo de 2011
Judas, ·"no el de Iscariote"
En el evangelio de Juan es donde intervienen con más frecuencia, en el discurso que protagoniza Jesús, uno u otro de sus discípulos. Así sucede en el discurso de despedida, donde tercia Judas - “no el de Iscariote”, aclara oportunamente el evangelista-, preguntando a Jesús cómo es que revela a ellos en exclusiva, lo que a todas luces se interesaría por conocer toda la gente. Judas ha reparado en la importancia de lo que les está desvelando y que a todos interesa por igual.
Jesús responde que será el Espíritu de Dios quien, en su momento, les irá declarando todo lo que ahora no alcanzan a entender del todo y les hará recordar lo que no deben olvidar ya nunca. Ya antes, les había prevenido que sólo quien le ame de veras, amará su palabra, que Judas quiere que llegue a todos, y observará cuanto les ha enseñado.
Ese todos de Judas somos nosotros, los cristianos que estuvimos allí.
Reflexión: El helicóptero
Bendita invención la del helicóptero. De vez en cuando, esa ruidosa y colosal libélula pasa de largo por los cielos de la ciudad rozando el límite previsor que les mantiene alejados, y uno n o puede evitar que su presencia no infiera en el ánimo un dejo de inquietud. ¿Un incendio? ¿Un accidente? Porque son esa dos cosas la que suelen motivar esos viajes fugaces por el entorno de Teruel: o bien acuden a sofocar un incendio que casi siempre resulta provocado por un desalmado, o bien se apresura a socorrer a alguna víctima de un accidente habido en carretera.
En uno y otro caso, el uso de máquina tan expedita no tiene sustituto en el cometido de dar rápida solución a tales y otros desastres. Y uno desea vivamente que Dios les acompañe siempre como eficaz copiloto, para que les ayude a aminorar el daño resultante de tales adversidades.
Jesús responde que será el Espíritu de Dios quien, en su momento, les irá declarando todo lo que ahora no alcanzan a entender del todo y les hará recordar lo que no deben olvidar ya nunca. Ya antes, les había prevenido que sólo quien le ame de veras, amará su palabra, que Judas quiere que llegue a todos, y observará cuanto les ha enseñado.
Ese todos de Judas somos nosotros, los cristianos que estuvimos allí.
Reflexión: El helicóptero
Bendita invención la del helicóptero. De vez en cuando, esa ruidosa y colosal libélula pasa de largo por los cielos de la ciudad rozando el límite previsor que les mantiene alejados, y uno n o puede evitar que su presencia no infiera en el ánimo un dejo de inquietud. ¿Un incendio? ¿Un accidente? Porque son esa dos cosas la que suelen motivar esos viajes fugaces por el entorno de Teruel: o bien acuden a sofocar un incendio que casi siempre resulta provocado por un desalmado, o bien se apresura a socorrer a alguna víctima de un accidente habido en carretera.
En uno y otro caso, el uso de máquina tan expedita no tiene sustituto en el cometido de dar rápida solución a tales y otros desastres. Y uno desea vivamente que Dios les acompañe siempre como eficaz copiloto, para que les ayude a aminorar el daño resultante de tales adversidades.
domingo, 22 de mayo de 2011
Los niños y Jesús
Ocurrió en algún lugar impreciso de Judea, al otro lado del Jordán.
Los discípulos, solícitos como guardaespaldas, tratan de evitar que los niños se acerquen a Jesús.
Tocar a Jesús para beneficiarse de la gracia de sus facultades sanadores es recurso que se repite en el evangelio. Lo hace furtivamente la mujer enferma de flujos de sangre que la mantienen irremediablemente impura y Jesús discierne al instante la efusión de su espíritu, a diferencia de cuántos también le tocan apiñados en torno suyo. Y en sus correrías evangélicas, igualmente, la gente le acerca sus enfermos y al roce con su túnica, quedaban exentos de todo daño.
Humedeciendo la yema del dedo en su saliva, toca Jesús los ojos del ciego de Betsaida y queda curado de inmediato, al igual que quita el candado del silencio a la sordera de otro desvalido. Sólo cuando Jesús ha dejado el escueto trozo de tierra que le cupo en su enterramiento, lleno de la vida con que Dios le ha vuelto a investir de gloria, contiene con un gesto de la mano el impulso entusiasta de Magdalena de asirse a sus pies. Todavía no, María.
Aquí son las madres quienes acercan sus hijos a Jesús para que les imponga las manos y les bendiga, y los discípulos no se percatan de que los niños son signos vivos de la humildad y desvalimiento que él prestigia con su palabra y el testimonio de su propia vida. Lento aprendizaje el de tales discípulos.
Dejemos hacer a Jesús. Él sabe lo que quiere y por qué.
Reflexión: El concepto de espacio en los salmos
Según creo haber leído en Antonio Bonora, y el rezo litúrgico lo corrobora de hito en hito entre alabanza y alabanza, la cultura hebrea del salterio concibe el espacio de la creación como una extensión cercada por sucesivos círculos concéntricos, centrados por la impresionante realidad de Dios. Hay un primer círculo constituido por Jerusalén, significado por la santidad de Dios presente en el descanso espiritual del templo. En torno a Jerusalén queda el círculo de la promesa de Dios al pueblo de su propiedad, y abarcando todo el conjunto, la luminosa grandeza innumerable del cosmos. Todo ese conjunto es la razón de la alabanza inacabable a un único Dios que, armoniosamente, hizo en favor del hombre todas las cosas.
Cabe añadir que la resurrección de Cristo lo trastrueca todo, en ese anillado espacial de cercos sucesivos, instituido gloriosamente, como realización de la promesa, centro y articulación de todas las cosas por Dios, a quien hemos de rendir culto, no ya en tal o cual templo exclusivo, sino en espíritu del bautismo y la verdad del evangelio, identificados con su divina voluntad, en aras de un reinado de amor que ya está ahí, bien que pendiente de su realización definitiva, cuando traiga consigo un cielo nuevo y una tierra nueva. Han caído rotos todos los círculos espaciales y nos movemos ahora en el ámbito de una Iglesia que preside el Espíritu de Dios en nombre de Cristo.
Los discípulos, solícitos como guardaespaldas, tratan de evitar que los niños se acerquen a Jesús.
Tocar a Jesús para beneficiarse de la gracia de sus facultades sanadores es recurso que se repite en el evangelio. Lo hace furtivamente la mujer enferma de flujos de sangre que la mantienen irremediablemente impura y Jesús discierne al instante la efusión de su espíritu, a diferencia de cuántos también le tocan apiñados en torno suyo. Y en sus correrías evangélicas, igualmente, la gente le acerca sus enfermos y al roce con su túnica, quedaban exentos de todo daño.
Humedeciendo la yema del dedo en su saliva, toca Jesús los ojos del ciego de Betsaida y queda curado de inmediato, al igual que quita el candado del silencio a la sordera de otro desvalido. Sólo cuando Jesús ha dejado el escueto trozo de tierra que le cupo en su enterramiento, lleno de la vida con que Dios le ha vuelto a investir de gloria, contiene con un gesto de la mano el impulso entusiasta de Magdalena de asirse a sus pies. Todavía no, María.
Aquí son las madres quienes acercan sus hijos a Jesús para que les imponga las manos y les bendiga, y los discípulos no se percatan de que los niños son signos vivos de la humildad y desvalimiento que él prestigia con su palabra y el testimonio de su propia vida. Lento aprendizaje el de tales discípulos.
Dejemos hacer a Jesús. Él sabe lo que quiere y por qué.
Reflexión: El concepto de espacio en los salmos
Según creo haber leído en Antonio Bonora, y el rezo litúrgico lo corrobora de hito en hito entre alabanza y alabanza, la cultura hebrea del salterio concibe el espacio de la creación como una extensión cercada por sucesivos círculos concéntricos, centrados por la impresionante realidad de Dios. Hay un primer círculo constituido por Jerusalén, significado por la santidad de Dios presente en el descanso espiritual del templo. En torno a Jerusalén queda el círculo de la promesa de Dios al pueblo de su propiedad, y abarcando todo el conjunto, la luminosa grandeza innumerable del cosmos. Todo ese conjunto es la razón de la alabanza inacabable a un único Dios que, armoniosamente, hizo en favor del hombre todas las cosas.
Cabe añadir que la resurrección de Cristo lo trastrueca todo, en ese anillado espacial de cercos sucesivos, instituido gloriosamente, como realización de la promesa, centro y articulación de todas las cosas por Dios, a quien hemos de rendir culto, no ya en tal o cual templo exclusivo, sino en espíritu del bautismo y la verdad del evangelio, identificados con su divina voluntad, en aras de un reinado de amor que ya está ahí, bien que pendiente de su realización definitiva, cuando traiga consigo un cielo nuevo y una tierra nueva. Han caído rotos todos los círculos espaciales y nos movemos ahora en el ámbito de una Iglesia que preside el Espíritu de Dios en nombre de Cristo.
sábado, 21 de mayo de 2011
El nombre de Jesús
Yo me voy, dice Jesús despidiéndose de sus amigos, con los que ha compartido varios toda clase de lances y años de evangelización; y como quien dicta su testamento, les promete que obtendrán todo lo que pidan y hagan en su nombre. En su nombre hubo ya quien hacía portentos, y contra el sentir de los discípulos, Jesús lo aprobó condescendiente. El silencio de sus discípulos revela la tristeza que les atenaza.
En la Sagrada Escritura se alaba el nombre de Dios, que es lo mismo que glorificar a su divina persona. San Pablo decía que al nombre de Jesús habría que doblar rendidamente toda rodilla. Y san Bernardino de Siena, predicador eximio perteneciente a la Orden franciscana, extendió la devoción a tan encomiable nombre por toda Europa, incluida la Corona de Aragón, que visitó y evangelizó, con tanta convicción que los franciscanos titularon desde entonces una serie de conventos con el nombre de Jesús, acompañado del de su Madree la Virgen María, en Zaragoza, Maella y Alcañiz, e igualmente en otros lugares, como en Barcelona y Valencia, hubo otras beneméritas casas que se honraron en llevar tan digno nombre.
Jesús. Fue san José quien le puso ese nombre a su hijo por indicación divina y su significado llevaba ya en sí, como semilla, la de su cometido salvador.
Reflexión: Me adelantaré a la aurora
Hay salmos que, para declarar la fiel disposición a alabar a Dios todo el tiempo posible, comienzan desde el propósito de levantarse con premura, antes de que apunte la aurora. No basta con disponer de todo el día; hay que adelantarse a su nacimiento para ganar tiempo; todo es poco para alabar incansablemente a Dios.
Así es como, pendiente de él, expresa su necesidad de ser por entero para Dios, quien sin su proximidad acogedora vive irrequieto. Es el efecto colateral de sentirse arropado por Dios: el íntimo sosiego de ser y estar con él, ajeno a todo lo que no hable de su infinita bondad.
Los salmos son himnos donde la afectividad está siempre a flor de labio. Himnos confidenciales para expresarle a Dios lo mucho que nos alivia su compañía, enumerar todo lo que nos acerca a él, contarle todo lo que nos hacen los demás desde la iniquidad y, en general, todo lo que nos aqueja y duele. Las figuras poéticas que enriquecen el lenguaje, intensifican la hondura sincera de su expresión, exaltada unas veces y muchas de ellas, dolorosa..
En la Sagrada Escritura se alaba el nombre de Dios, que es lo mismo que glorificar a su divina persona. San Pablo decía que al nombre de Jesús habría que doblar rendidamente toda rodilla. Y san Bernardino de Siena, predicador eximio perteneciente a la Orden franciscana, extendió la devoción a tan encomiable nombre por toda Europa, incluida la Corona de Aragón, que visitó y evangelizó, con tanta convicción que los franciscanos titularon desde entonces una serie de conventos con el nombre de Jesús, acompañado del de su Madree la Virgen María, en Zaragoza, Maella y Alcañiz, e igualmente en otros lugares, como en Barcelona y Valencia, hubo otras beneméritas casas que se honraron en llevar tan digno nombre.
Jesús. Fue san José quien le puso ese nombre a su hijo por indicación divina y su significado llevaba ya en sí, como semilla, la de su cometido salvador.
Reflexión: Me adelantaré a la aurora
Hay salmos que, para declarar la fiel disposición a alabar a Dios todo el tiempo posible, comienzan desde el propósito de levantarse con premura, antes de que apunte la aurora. No basta con disponer de todo el día; hay que adelantarse a su nacimiento para ganar tiempo; todo es poco para alabar incansablemente a Dios.
Así es como, pendiente de él, expresa su necesidad de ser por entero para Dios, quien sin su proximidad acogedora vive irrequieto. Es el efecto colateral de sentirse arropado por Dios: el íntimo sosiego de ser y estar con él, ajeno a todo lo que no hable de su infinita bondad.
Los salmos son himnos donde la afectividad está siempre a flor de labio. Himnos confidenciales para expresarle a Dios lo mucho que nos alivia su compañía, enumerar todo lo que nos acerca a él, contarle todo lo que nos hacen los demás desde la iniquidad y, en general, todo lo que nos aqueja y duele. Las figuras poéticas que enriquecen el lenguaje, intensifican la hondura sincera de su expresión, exaltada unas veces y muchas de ellas, dolorosa..
viernes, 20 de mayo de 2011
Felipe no sabe el camino
Jesús está tan entrañado en la realidad de Dios, que se siente una cosa con él como Hijo suyo y no entiende entonces que sus propios discípulos, al vele a él, no vean hasta qué punto transparenta al Padre. Y como reflejo del rostro de Dios, es natural que por él se llegue al Padre. No es tanta la distancia entre ambos. Jesús se declara así camino que va a él.
Felipe no acaba de ver claro lo que de manera tan concisa explica Jesús. Pero no sólo él. ¿Camino? ¿Dónde queda semejante camino?
De nuevo aquí el doble sentido de las palabras, según el uso que Jesús les da de trascendido modo, y el significado llano en que las emplea la gente. ¿Qué le pasa a Felipe? ¿Qué les pasa a los discípulos que tropiezan en el borde de una sombra?
Reflexión: ¿Justo el miedo a la muerte?
No hay espectáculo más triste que el de un sabio ateo que se empeña en hacer ver que, como él no puede creer y teme a la muerte, los demás tampoco creen, sino que se engañan a sí mismo, justamente desde el temor a la muerte, con la falsa creencia -según él- de que existe un cielo feliz.
Un sabio de frío corazón que borra de la fe todo otro sentimiento que no sea el pánico, está prescindiendo de la confianza, del amor, el agradecimiento, el reconocimiento humilde, la admiración feliz ante lo creado que no deja de hablar de Dios a voz en grito. Para él todo es nada, oscuridad y vacío.
Si supiera algo de Jesús, no tendría más remedio que reconocer que él mismo propició su propia muerte por amor al hombre; que por amor al hijo, una madre desafía todas las muertes posibles; y por amor, con el pecho anhelante, derramaron felizmente su sangre fieles cristianos que no temieron a la muerte.
El miedo no edifica catedrales, no crea La Piedad que cinceló Miguel Ángel, la serenidad de Cristo crucificado que pinto Velázquez, ni escribe sonetos como aquel que, precisamente, comienza confesando:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte. Etc...
Una cosa es absolutamente cierta: Quien no cree en Dios, es porque no le enseñaron a creer en el hombre, y el que no cree no ama.
Felipe no acaba de ver claro lo que de manera tan concisa explica Jesús. Pero no sólo él. ¿Camino? ¿Dónde queda semejante camino?
De nuevo aquí el doble sentido de las palabras, según el uso que Jesús les da de trascendido modo, y el significado llano en que las emplea la gente. ¿Qué le pasa a Felipe? ¿Qué les pasa a los discípulos que tropiezan en el borde de una sombra?
Reflexión: ¿Justo el miedo a la muerte?
No hay espectáculo más triste que el de un sabio ateo que se empeña en hacer ver que, como él no puede creer y teme a la muerte, los demás tampoco creen, sino que se engañan a sí mismo, justamente desde el temor a la muerte, con la falsa creencia -según él- de que existe un cielo feliz.
Un sabio de frío corazón que borra de la fe todo otro sentimiento que no sea el pánico, está prescindiendo de la confianza, del amor, el agradecimiento, el reconocimiento humilde, la admiración feliz ante lo creado que no deja de hablar de Dios a voz en grito. Para él todo es nada, oscuridad y vacío.
Si supiera algo de Jesús, no tendría más remedio que reconocer que él mismo propició su propia muerte por amor al hombre; que por amor al hijo, una madre desafía todas las muertes posibles; y por amor, con el pecho anhelante, derramaron felizmente su sangre fieles cristianos que no temieron a la muerte.
El miedo no edifica catedrales, no crea La Piedad que cinceló Miguel Ángel, la serenidad de Cristo crucificado que pinto Velázquez, ni escribe sonetos como aquel que, precisamente, comienza confesando:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte. Etc...
Una cosa es absolutamente cierta: Quien no cree en Dios, es porque no le enseñaron a creer en el hombre, y el que no cree no ama.
jueves, 19 de mayo de 2011
El lavatorio
El lavatorio de los pies de Jesús a sus discípulos tiene condición de tito. Se quita la túnica para facilitar la labor y se ciñe una toalla para enjugar los pies humedecidos, una vez lavados.
Jesús va de acá para allá por los caminos polvoriento de Galilea que el enciende el verano. El polvo que sudor embarra en la piel, y al llegar a casa, cayendo la tarde, hay que someterlos a un rigoroso lavatorio con agua fresca que propicie descanso, y tonifique.
El rito se convierte en signo cuando Jesús da sentido a la ceremonia asignándole la función cristiana de un uso servicial que se acode en la humildad, y por lo tanto, recomendable. No deben mostrarse desdeñosos ni remisos; él mismo ejemplifica el acto, ya que no ha venido a ser servido.
Entretenimiento: Agua de mayo
El refranero le atribuye al mes de abril no sé qué dudosos caudales de agua que le son propias. Sólo que también el refranero, que atesora la cazurra experiencia milenaria de nuestros antepasados sobre todos las formas del quehacer humano, sufre ahora los coletazos del cambio climático. Hay que actualizar el refranero y pasar al mes de mayo las aguas mil abrileños, si lo acontecido este año se erige en arraigada costumbre en sucesivos años.
No es que las lluvias barran del tiempo la primavera, que está ahí floreciendo y anidando ruiseñores y golondrinas. Sencillamente, la humedecen y reaniman. El agua es la vitalidad de la naturaleza, a la que da exuberancia y fertilidad. Y en todo caso, bien venidas las aguas de mayo.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Lo que yo digo....
Jesús, hablando a la gente, expresa lo que Dios le inspira y quiere que sepa la gente. Jesús es palabra de Dios, es su lenguaje, el lenguaje con que el Padre desvela lo que quiere que conozcamos de él, para que obremos en consecuencia. Por eso, no será Jesús quien juzgue a quienes le niegan o ignoren; lo hará esa misma palabra de Dios, que es la impronta que imprime en él el dedo divino. serán las que sonarán como mazazos de acusación inexorable ante ellos, en el día en que el Padre los llame a juicio.
La palabra de Dios es sagrada, porque es divina, vehículo de verdades eternas. Ante ella, el hombre debe mostrarse con toda sumisión, humildad y respeto. Son las palabras de nuestra fe. Las llevamos a manera de relicario en los labios y en corazón, dice san Pablo. Conservémoslas siempre como lo que son, lenguaje divino,.
Es de un gran atrevimiento, una inconsciente actitud cerrar los oídos al mensaje que nos traslada la divina palabra, porque equivale a volverse de espaldas e ignorar a Dios. Es un feo a quien te debes totalmente. Y, claro, Dios ignorará un día al que hoy le ignora a él. Tengámoslo muy presente: si Dios es poderoso, pujante es su palabra también y tiene todo el peso con que puede pesar Dios mismo.
A vuelo de pluma: Cruzados de brazos
A nadie se le niega el derecho a ejercer un trabajo digno que le permita vivir honestamente. Es además una necesidad vital insoslayable, ya que con emolumentos devengados por su ejercicio, se atienden otras necesidades igualmente ineludibles. El trabajador vende el esfuerzo de sus manos a cambio de su producto a quien lo demanda, y sólo así puede socorrer las urgencias que impone la existencia. Es un serio problema que el trabajo sufra sequías desesperantes, y en tan exhausto curso, lo que antes, lúgubremente, se llamaban nichos de trabajo, se los trague la tierra como en un triste entierra de esperanzas.
¿Con qué ilusión puede alzar el cierre y abrir su establecimiento quien está falto de artículos que vender? ¿Qué puede hacer así el fabricante de pieles, pongo por c aso, que no tiene con que vestirse? ¿Qué el artesano de cestos, si carece de mimbres con que urdirlos?
Los políticos de turno no pueden o no saben gestionar tales desafíos o se enredan en equivocados, cuando no tardíos planteamientos, y se limitan a vender mentidas opciones esperanzadoras que no ofrecen esperanza y sí despecho. Y mientras tanto, un país cruzado de brazos o de brazos caídos, tanto da, espera desilusionado y se desespera acopiando ruinas morales y desencantos. ¡Que Dios provea!
La palabra de Dios es sagrada, porque es divina, vehículo de verdades eternas. Ante ella, el hombre debe mostrarse con toda sumisión, humildad y respeto. Son las palabras de nuestra fe. Las llevamos a manera de relicario en los labios y en corazón, dice san Pablo. Conservémoslas siempre como lo que son, lenguaje divino,.
Es de un gran atrevimiento, una inconsciente actitud cerrar los oídos al mensaje que nos traslada la divina palabra, porque equivale a volverse de espaldas e ignorar a Dios. Es un feo a quien te debes totalmente. Y, claro, Dios ignorará un día al que hoy le ignora a él. Tengámoslo muy presente: si Dios es poderoso, pujante es su palabra también y tiene todo el peso con que puede pesar Dios mismo.
A vuelo de pluma: Cruzados de brazos
A nadie se le niega el derecho a ejercer un trabajo digno que le permita vivir honestamente. Es además una necesidad vital insoslayable, ya que con emolumentos devengados por su ejercicio, se atienden otras necesidades igualmente ineludibles. El trabajador vende el esfuerzo de sus manos a cambio de su producto a quien lo demanda, y sólo así puede socorrer las urgencias que impone la existencia. Es un serio problema que el trabajo sufra sequías desesperantes, y en tan exhausto curso, lo que antes, lúgubremente, se llamaban nichos de trabajo, se los trague la tierra como en un triste entierra de esperanzas.
¿Con qué ilusión puede alzar el cierre y abrir su establecimiento quien está falto de artículos que vender? ¿Qué puede hacer así el fabricante de pieles, pongo por c aso, que no tiene con que vestirse? ¿Qué el artesano de cestos, si carece de mimbres con que urdirlos?
Los políticos de turno no pueden o no saben gestionar tales desafíos o se enredan en equivocados, cuando no tardíos planteamientos, y se limitan a vender mentidas opciones esperanzadoras que no ofrecen esperanza y sí despecho. Y mientras tanto, un país cruzado de brazos o de brazos caídos, tanto da, espera desilusionado y se desespera acopiando ruinas morales y desencantos. ¡Que Dios provea!
martes, 17 de mayo de 2011
Yo y el Padre somos uno
Los adversarios de Jesús se muestran intrigados porque Dios ha venido rodeándolo de prodigios que no parece sino que testimonian su realidad divina y ellos, que se saben a sí mismos como oriundos de Moisés, ignoran quién sea ni de dónde viene Jesús, aunque la verdadera dificultad de esos judíos no es que no sepan quién es Jesús e ignoren su origen; saben todo lo que necesitan saber, pero no dan fe a lo que ven sus ojos.
No es fácil el camino de la fe, si quienes no pueden abrigarla carecen de la sencillez de corazón necesaria para admirarse ante el prodigio constante que es Dios en Cristo. Para el que tiene el corazón enterrado en sí mismo, porque sólo cree lo que sus ojos perciben, Jesús no es nadie ni significa nada.
Y él, alzando la voz, se define claramente a sí mismo como lo que es, le crean o no: Sucede que él y el Padre son una misma cosa. Es decir, él, como Hijo de Dios, participa de la misma naturaleza que el Padre de quien procede, está injertado consustancialmente en él, les unifica estar hechos de una misma madera, precisamente por eso, porque procede de él.
Esa es su naturaleza y ese su origen, dos caudales de agua que se encuentran en una misma confluencia. Que nadie en lo suc La soledad, en su sentido llano más inmediato ha sido refugio eficaz de perseguidos, durante siglos, en una alta cueva inaccesible, en el bosque inextricable, incluso en el marasmo de la gran ciudad. Es la soledad como escondite, a cuyo resguardo se pueda desaparecer de quienes te buscan con ahínco para deshacerse de ti, de muy otro modo a como se deshace uno de ellos. En países de oriente, el desierto era el recurso más a mano para huir de quienes le acosaban a uno y permanecer a veces escondido de por vida. El desierto era el lugar más propicio para escabullirse y burlar a quienes no te querían precisamente bien.
Desierto de aullidos, se le llama desde el temblor de la noche, en la Escritura, por su peligrosidad. El desierto da acogida a Moisés cuando en Egipto se le busca para ajusticiarle. Y de modo no muy distinto, perseguidos por la sombra ciega de Herodes, José y María buscan a tentones de la noche, en la huida a través del desierto, su salvación, exactamente en Egipto.
Existe ese otro desierto, no menos alejado de todo, que es el retiro espiritual, dentro de uno mismo, como puente levadizo del encuentro con Dios. A la soledad se acogen quienes, desconcertados desde que Dios les puso como garra de águila la mano en el hombro, dan un giro a su vida en alas de su propia conversión a él. Y como a Dios es difícil hablarle en medio del ruido y aun más difícil todavía tratar de oírle, porque más que hablar, susurra, la solución es citarle en el retiro del alma. Este tipo de soledad interior es la que busca el eremita y el monje, en lugares alejados y silenciosos, justo donde el silencio favorezca el trato y diálogo íntimos. Una soledad que no tiene nada que ver con la del hombre enfermizo que cree poder huir de sí mismo, desorientado interiormente, abatido, enfermo o desesperado. Y cómo no, está la soledad angustiosa del que ha quedado o han dejado solo los demás.
Queda esa otra soledad que ocasiona el sufrimiento, la ausencia del ser querido, la del alejamiento a que te somete la incomprensión o el desprecio. Es la soledad dolorosa de no tener quien pueble tu desolación interior, el dolor de una madre que pierde al hijo, el dolor de María que ve cómo están matando al suyo ante sus mismos ojos, morados de tanta pena, atada de pies y manos por la impotencia. Y es que los mártires, como Jesús, mueren solosesivo diga, pues, que no saben quién es y de dónde viene.
Jesús es nuestra luz y nosotros sí sabemos quién es, palabra de Dios encarnada, y de donde viene, viene de las manos de Dios a las manos al pecho de los hombres de bien.
Entretenimiento: La soledad
La soledad, en su sentido llano más inmediato ha sido refugio eficaz de perseguidos, durante siglos, en una alta cueva inaccesible, en el bosque inextricable, incluso en el marasmo de la gran ciudad. Es la soledad como escondite, a cuyo resguardo se pueda desaparecer de quienes te buscan con ahínco para deshacerse de ti, de muy otro modo a como se deshace uno de ellos. En países de oriente, el desierto era el recurso más a mano para huir de quienes le acosaban a uno y permanecer a veces escondido de por vida. El desierto era el lugar más propicio para escabullirse y burlar a quienes no te querían precisamente bien.
Desierto de aullidos, se le llama desde el temblor de la noche, en la Escritura, por su peligrosidad. El desierto da acogida a Moisés cuando en Egipto se le busca para ajusticiarle. Y de modo no muy distinto, perseguidos por la sombra ciega de Herodes, José y María buscan a tentones de la noche, en la huida a través del desierto, su salvación, exactamente en Egipto.
Existe ese otro desierto, no menos alejado de todo, que es el retiro espiritual, dentro de uno mismo, como puente levadizo del encuentro con Dios. A la soledad se acogen quienes, desconcertados desde que Dios les puso como garra de águila la mano en el hombro, dan un giro a su vida en alas de su propia conversión a él. Y como a Dios es difícil hablarle en medio del ruido y aun más difícil todavía tratar de oírle, porque más que hablar, susurra, la solución es citarle en el retiro del alma. Este tipo de soledad interior es la que busca el eremita y el monje, en lugares alejados y silenciosos, justo donde el silencio favorezca el trato y diálogo íntimos. Una soledad que no tiene nada que ver con la del hombre enfermizo que cree poder huir de sí mismo, desorientado interiormente, abatido, enfermo o desesperado. Y cómo no, está la soledad angustiosa del que ha quedado o han dejado solo los demás.
Queda esa otra soledad que ocasiona el sufrimiento, la ausencia del ser querido, la del alejamiento a que te somete la incomprensión o el desprecio. Es la soledad dolorosa de no tener quien pueble tu desolación interior, el dolor de una madre que pierde al hijo, el dolor de María que ve cómo están matando al suyo ante sus mismos ojos, morados de tanta pena, atada de pies y manos por la impotencia. Y es que los mártires, como Jesús, mueren solos
No es fácil el camino de la fe, si quienes no pueden abrigarla carecen de la sencillez de corazón necesaria para admirarse ante el prodigio constante que es Dios en Cristo. Para el que tiene el corazón enterrado en sí mismo, porque sólo cree lo que sus ojos perciben, Jesús no es nadie ni significa nada.
Y él, alzando la voz, se define claramente a sí mismo como lo que es, le crean o no: Sucede que él y el Padre son una misma cosa. Es decir, él, como Hijo de Dios, participa de la misma naturaleza que el Padre de quien procede, está injertado consustancialmente en él, les unifica estar hechos de una misma madera, precisamente por eso, porque procede de él.
Esa es su naturaleza y ese su origen, dos caudales de agua que se encuentran en una misma confluencia. Que nadie en lo suc La soledad, en su sentido llano más inmediato ha sido refugio eficaz de perseguidos, durante siglos, en una alta cueva inaccesible, en el bosque inextricable, incluso en el marasmo de la gran ciudad. Es la soledad como escondite, a cuyo resguardo se pueda desaparecer de quienes te buscan con ahínco para deshacerse de ti, de muy otro modo a como se deshace uno de ellos. En países de oriente, el desierto era el recurso más a mano para huir de quienes le acosaban a uno y permanecer a veces escondido de por vida. El desierto era el lugar más propicio para escabullirse y burlar a quienes no te querían precisamente bien.
Desierto de aullidos, se le llama desde el temblor de la noche, en la Escritura, por su peligrosidad. El desierto da acogida a Moisés cuando en Egipto se le busca para ajusticiarle. Y de modo no muy distinto, perseguidos por la sombra ciega de Herodes, José y María buscan a tentones de la noche, en la huida a través del desierto, su salvación, exactamente en Egipto.
Existe ese otro desierto, no menos alejado de todo, que es el retiro espiritual, dentro de uno mismo, como puente levadizo del encuentro con Dios. A la soledad se acogen quienes, desconcertados desde que Dios les puso como garra de águila la mano en el hombro, dan un giro a su vida en alas de su propia conversión a él. Y como a Dios es difícil hablarle en medio del ruido y aun más difícil todavía tratar de oírle, porque más que hablar, susurra, la solución es citarle en el retiro del alma. Este tipo de soledad interior es la que busca el eremita y el monje, en lugares alejados y silenciosos, justo donde el silencio favorezca el trato y diálogo íntimos. Una soledad que no tiene nada que ver con la del hombre enfermizo que cree poder huir de sí mismo, desorientado interiormente, abatido, enfermo o desesperado. Y cómo no, está la soledad angustiosa del que ha quedado o han dejado solo los demás.
Queda esa otra soledad que ocasiona el sufrimiento, la ausencia del ser querido, la del alejamiento a que te somete la incomprensión o el desprecio. Es la soledad dolorosa de no tener quien pueble tu desolación interior, el dolor de una madre que pierde al hijo, el dolor de María que ve cómo están matando al suyo ante sus mismos ojos, morados de tanta pena, atada de pies y manos por la impotencia. Y es que los mártires, como Jesús, mueren solosesivo diga, pues, que no saben quién es y de dónde viene.
Jesús es nuestra luz y nosotros sí sabemos quién es, palabra de Dios encarnada, y de donde viene, viene de las manos de Dios a las manos al pecho de los hombres de bien.
Entretenimiento: La soledad
La soledad, en su sentido llano más inmediato ha sido refugio eficaz de perseguidos, durante siglos, en una alta cueva inaccesible, en el bosque inextricable, incluso en el marasmo de la gran ciudad. Es la soledad como escondite, a cuyo resguardo se pueda desaparecer de quienes te buscan con ahínco para deshacerse de ti, de muy otro modo a como se deshace uno de ellos. En países de oriente, el desierto era el recurso más a mano para huir de quienes le acosaban a uno y permanecer a veces escondido de por vida. El desierto era el lugar más propicio para escabullirse y burlar a quienes no te querían precisamente bien.
Desierto de aullidos, se le llama desde el temblor de la noche, en la Escritura, por su peligrosidad. El desierto da acogida a Moisés cuando en Egipto se le busca para ajusticiarle. Y de modo no muy distinto, perseguidos por la sombra ciega de Herodes, José y María buscan a tentones de la noche, en la huida a través del desierto, su salvación, exactamente en Egipto.
Existe ese otro desierto, no menos alejado de todo, que es el retiro espiritual, dentro de uno mismo, como puente levadizo del encuentro con Dios. A la soledad se acogen quienes, desconcertados desde que Dios les puso como garra de águila la mano en el hombro, dan un giro a su vida en alas de su propia conversión a él. Y como a Dios es difícil hablarle en medio del ruido y aun más difícil todavía tratar de oírle, porque más que hablar, susurra, la solución es citarle en el retiro del alma. Este tipo de soledad interior es la que busca el eremita y el monje, en lugares alejados y silenciosos, justo donde el silencio favorezca el trato y diálogo íntimos. Una soledad que no tiene nada que ver con la del hombre enfermizo que cree poder huir de sí mismo, desorientado interiormente, abatido, enfermo o desesperado. Y cómo no, está la soledad angustiosa del que ha quedado o han dejado solo los demás.
Queda esa otra soledad que ocasiona el sufrimiento, la ausencia del ser querido, la del alejamiento a que te somete la incomprensión o el desprecio. Es la soledad dolorosa de no tener quien pueble tu desolación interior, el dolor de una madre que pierde al hijo, el dolor de María que ve cómo están matando al suyo ante sus mismos ojos, morados de tanta pena, atada de pies y manos por la impotencia. Y es que los mártires, como Jesús, mueren solos
lunes, 16 de mayo de 2011
Yo doy la vida por mis ovejas
Dar la vida por alguien es un gesto heroico que tiene un precio moral muy alto. La da sin pestañear la madre por sus hijos si se tercia la necesidad, y el precio no es otro que su mismo amor, un amor que no admite medida, porque para ella no la tiene el hijo.
No tiene precio nadie que se acoja al arrimo de Jesús, buen Pastor que da su vida por los suyos, a quienes pastorea llamándoles personalizadamente por su nombre, y que tiene asumido que con el precio de su sangre, logrará rescatarnos de la servidumbre vejatoria que impone la aberración del pecado.
Solo Dios puede percibir por entero la horrenda fealdad del pecado en toda su oscura gravedad. Sólo él puede tasar entonces el precio inalcanzable que cabría asignar al que tiene la sangre divina de su Hijo.
Menos mal que, por suerte, la infinita suerte de su gracia, Jesús, buen Pastor, es nuestro mejor amigo, y que además, por eso mismo, nos incluya entre los amigos de Dios.
Entretenimiento: La palmatoria de mi abuela
Mi abuela sospechaba lo peor de los adelantaos que traía consigo el progreso. Decía que eso de que una bombilla se enrojeciera de pronto e iluminara una habitación, era cosa del diablo. No le parecía explicable que girando la manecilla rotatoria del interruptor, se encendiera de pronto ese extraño artefacto colgante en forma de pera y llenara de claridad la sala. ¿De dónde había salido al luz? ¿Dónde quedaba agazapada? De modo que cruzando la habitación, al pasar por debajo de la bombilla, agachaba la cabeza por si acaso, para evitar posibles maleficios.
Ya estamos acostumbrados a los inacabables beneficios de la técnica, que lo invade todo, no siempre para bien. No siempre para bien, Que lo diga la contaminación de los ríos, el envenenamiento del aire, los desastres que comporta el cambio climático. La misma electricidad, cada día más cara, que lo encarece todo. Y no hay otra manera eficaz de alumbrarse. Yo mismo acabaré echando de menos la palmatoria azul, con su vela barata y amarilla llorando espesos goterones, de mi abuela.
No tiene precio nadie que se acoja al arrimo de Jesús, buen Pastor que da su vida por los suyos, a quienes pastorea llamándoles personalizadamente por su nombre, y que tiene asumido que con el precio de su sangre, logrará rescatarnos de la servidumbre vejatoria que impone la aberración del pecado.
Solo Dios puede percibir por entero la horrenda fealdad del pecado en toda su oscura gravedad. Sólo él puede tasar entonces el precio inalcanzable que cabría asignar al que tiene la sangre divina de su Hijo.
Menos mal que, por suerte, la infinita suerte de su gracia, Jesús, buen Pastor, es nuestro mejor amigo, y que además, por eso mismo, nos incluya entre los amigos de Dios.
Entretenimiento: La palmatoria de mi abuela
Mi abuela sospechaba lo peor de los adelantaos que traía consigo el progreso. Decía que eso de que una bombilla se enrojeciera de pronto e iluminara una habitación, era cosa del diablo. No le parecía explicable que girando la manecilla rotatoria del interruptor, se encendiera de pronto ese extraño artefacto colgante en forma de pera y llenara de claridad la sala. ¿De dónde había salido al luz? ¿Dónde quedaba agazapada? De modo que cruzando la habitación, al pasar por debajo de la bombilla, agachaba la cabeza por si acaso, para evitar posibles maleficios.
Ya estamos acostumbrados a los inacabables beneficios de la técnica, que lo invade todo, no siempre para bien. No siempre para bien, Que lo diga la contaminación de los ríos, el envenenamiento del aire, los desastres que comporta el cambio climático. La misma electricidad, cada día más cara, que lo encarece todo. Y no hay otra manera eficaz de alumbrarse. Yo mismo acabaré echando de menos la palmatoria azul, con su vela barata y amarilla llorando espesos goterones, de mi abuela.
domingo, 15 de mayo de 2011
El buen y el mal pastor
El primoroso cuidado con que trata el buen pastor a los suyos, se opone al trato desabrido que da a sus ovejas el mal pastor.
Jesús procede desde el servicio a los demás; un objetivo que transe toda su obra, por lo que sus apóstoles cifran el eje de todos su afanes diciendo que pasó su vida haciendo el bien a todos. No así el mal pastor, que procede desde la indiferencia y el propio interés. A Jesús le mueve el amor; al mal pastor el salario.
El evangelio del buen pastor y los malos pastores se encuadra en un contexto del rechazo a Jesús, por parte de quienes se justifican alegando no saber quién es ni cuál sea su origen. Él replica que sus hechos le definen, sólo que a ellos, que no pertenecen a su grey, les es ajeno. Y el mejor indicativo de su calidad de pastor bueno es exactamente que llama por su nombre a los suyos, a quienes a su vez les conmueve su voz.
Al mal pastor le define su afán de poder. El afán de poder está en la misma base de nuestra naturaleza humana: ese afán por sobresalir, por ser más que los demás, valer más que los demás, tener más que los demás.
No deja de ser un recurso de compensación de la falta de seguridad en uno mismo, que conduce a la preeminencia que da la posesión de las cosas. Pero tener no es ser. Quien se identifica por lo que tiene, se identifica por lo que no es.
Entretenimiento: ¡Que llueva, que llueva!
Con qué oportunidad, en TV se mostraba hace poco un paisaje inhóspito y desértico, una profundísima paramera en lo que, en tiempos, había sido un lago extenso lleno de verde vitalidad. Con qué oportunidad, digo, porque cuando ya no parecía sino que la sequía se había instalado en nuestros lares, como algo a lo que los cambios climáticos quisieran acostumbrarnos, las nubes de mayo, antes huidizas y pasajeras, nos han mostrado su opima benignidad. Y es que ayer mismo, de nuevo, llovió intensamente. Una nube grisácea y compacta se asomó tras los montes, ocupó apresuradamente el cielo y abrió el caudal grisáceo de sus riquezas como quien rompe una presa sobre el campo con ruidoso pataleo.
Primero fueron unas gruesas gotas dispersas de agua de notable tamaño; luego un redoble repentino de atropellada lluvia inicial; y finalmente, un desplome de lluvia copiosa, casi torrencial, tan largamente esperada.
La lluvia nos devuelve las esperanzas perdidas, la alegría de la fertilidad, el feliz vislumbre de próximas cosechas. Hasta los niños acogen jubilosos la llegada de las lluvias: ¡Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva!
Jesús procede desde el servicio a los demás; un objetivo que transe toda su obra, por lo que sus apóstoles cifran el eje de todos su afanes diciendo que pasó su vida haciendo el bien a todos. No así el mal pastor, que procede desde la indiferencia y el propio interés. A Jesús le mueve el amor; al mal pastor el salario.
El evangelio del buen pastor y los malos pastores se encuadra en un contexto del rechazo a Jesús, por parte de quienes se justifican alegando no saber quién es ni cuál sea su origen. Él replica que sus hechos le definen, sólo que a ellos, que no pertenecen a su grey, les es ajeno. Y el mejor indicativo de su calidad de pastor bueno es exactamente que llama por su nombre a los suyos, a quienes a su vez les conmueve su voz.
Al mal pastor le define su afán de poder. El afán de poder está en la misma base de nuestra naturaleza humana: ese afán por sobresalir, por ser más que los demás, valer más que los demás, tener más que los demás.
No deja de ser un recurso de compensación de la falta de seguridad en uno mismo, que conduce a la preeminencia que da la posesión de las cosas. Pero tener no es ser. Quien se identifica por lo que tiene, se identifica por lo que no es.
Entretenimiento: ¡Que llueva, que llueva!
Con qué oportunidad, en TV se mostraba hace poco un paisaje inhóspito y desértico, una profundísima paramera en lo que, en tiempos, había sido un lago extenso lleno de verde vitalidad. Con qué oportunidad, digo, porque cuando ya no parecía sino que la sequía se había instalado en nuestros lares, como algo a lo que los cambios climáticos quisieran acostumbrarnos, las nubes de mayo, antes huidizas y pasajeras, nos han mostrado su opima benignidad. Y es que ayer mismo, de nuevo, llovió intensamente. Una nube grisácea y compacta se asomó tras los montes, ocupó apresuradamente el cielo y abrió el caudal grisáceo de sus riquezas como quien rompe una presa sobre el campo con ruidoso pataleo.
Primero fueron unas gruesas gotas dispersas de agua de notable tamaño; luego un redoble repentino de atropellada lluvia inicial; y finalmente, un desplome de lluvia copiosa, casi torrencial, tan largamente esperada.
La lluvia nos devuelve las esperanzas perdidas, la alegría de la fertilidad, el feliz vislumbre de próximas cosechas. Hasta los niños acogen jubilosos la llegada de las lluvias: ¡Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva!
sábado, 14 de mayo de 2011
Permanecer en su amor
Observar los mandamientos respondiendo a una firme determinación de hacer lo que Dios quiere que hagamos, es ejercitarse en el amor que su bondad nos merece. Tanto da lo uno como lo otro. Jesús recomienda a sus discípulos que permanezcan en su amor y explica qué entiende él por permanecer en su amor: ni más ni menos que cumplir con los mandamientos.
El amor de Dios es el ámbito de identificación con la divina voluntad. En el vocabulario del evangelista Juan, amar a alguien y permanecer en él, es lo mismo.
Permanece fuera del ámbito donde el amor de Dios caldea la fidelidad del hombre, quien vive desinteresado de todo lo que implique cumplir con su voluntad. El amor a Dios es lo que ha educado a lo largo del tiempo el corazón humano. Aun así, no todos saben amar. No le pidáis que ame desinteresadamente a sus semejantes, a quien no sabe amar a Dios.
Con todo, la permanencia en Dios es la escuela donde aprendería a amar el más ribaldo de todo los hombres.
Entretenimiento: El paseante gris
Es deliciosos este sosegado paseo incidental mío, a media mañana, por la orilla del río. Por cierto; hay una novela, no recuerdo ya de quién, titulada El paseante gris. ¿Novela o película? ¡Qué más da! Los viejos tenemos derecho a escatimar la memoria a muchas cosas.
El río baja turbio y abundante. Las recientes lluvias han acrecido el silencioso caudal de su curso y el suave aliento de la primavera enternece la hierva de sus orillas abriendo las primeras flores, flores silvestres que la gente aprecia apenas e incluso para mí, anónimas, ignorante de los nombres populares con que los viejos las reconocen.
Las hay amarillas, muy luminosas y menudas como leds, las hay intensamente rojas, como ascuas sangrantes, que aquí llaman ababoles; moradas, en forma cónica de pirulí, que florecen progresivamente de abajo arriba; y cómo no, blancas, compuestas como en umbela, menudísimas, muy delicadas.... Son especialmente llamativas las pequeñas cascadas levemente olorosas de las acacias, tintadas apenas de violeta en los bordes, como si, naciendo, ya se estuvieran muriendo.
A propósito. En las pardas parameras de Palestina, la madera de la acacia, a falta de otros árboles aprovechables en carpintería, era muy apreciada por los artesanos judíos. Entraba en la construcción de palacios, junto al roble intemporal del Líbano, y hasta en la cuidadosa estructura del arca de la alianza.
La naturaleza es sabia y te incita a pensar y reflexionar sobre su mismo pasado histórico, en este caso al menos sobre la anodina acacia. Se dice de la sabiduría bíblica que la trayectoria con que nos ilumina recorre tres estadios sucesivos: percibir las cosas, que es tanto como experimentarlas, reflexionar tranquilamente sobre los hallazgos de esa percepción, y concluir de coherente manera con un prensamiento o una verdad. Yo, sal revés, he empezado por la conclusión: la naturaleza es sabia, porque lo es la mano que la creó.
El amor de Dios es el ámbito de identificación con la divina voluntad. En el vocabulario del evangelista Juan, amar a alguien y permanecer en él, es lo mismo.
Permanece fuera del ámbito donde el amor de Dios caldea la fidelidad del hombre, quien vive desinteresado de todo lo que implique cumplir con su voluntad. El amor a Dios es lo que ha educado a lo largo del tiempo el corazón humano. Aun así, no todos saben amar. No le pidáis que ame desinteresadamente a sus semejantes, a quien no sabe amar a Dios.
Con todo, la permanencia en Dios es la escuela donde aprendería a amar el más ribaldo de todo los hombres.
Entretenimiento: El paseante gris
Es deliciosos este sosegado paseo incidental mío, a media mañana, por la orilla del río. Por cierto; hay una novela, no recuerdo ya de quién, titulada El paseante gris. ¿Novela o película? ¡Qué más da! Los viejos tenemos derecho a escatimar la memoria a muchas cosas.
El río baja turbio y abundante. Las recientes lluvias han acrecido el silencioso caudal de su curso y el suave aliento de la primavera enternece la hierva de sus orillas abriendo las primeras flores, flores silvestres que la gente aprecia apenas e incluso para mí, anónimas, ignorante de los nombres populares con que los viejos las reconocen.
Las hay amarillas, muy luminosas y menudas como leds, las hay intensamente rojas, como ascuas sangrantes, que aquí llaman ababoles; moradas, en forma cónica de pirulí, que florecen progresivamente de abajo arriba; y cómo no, blancas, compuestas como en umbela, menudísimas, muy delicadas.... Son especialmente llamativas las pequeñas cascadas levemente olorosas de las acacias, tintadas apenas de violeta en los bordes, como si, naciendo, ya se estuvieran muriendo.
A propósito. En las pardas parameras de Palestina, la madera de la acacia, a falta de otros árboles aprovechables en carpintería, era muy apreciada por los artesanos judíos. Entraba en la construcción de palacios, junto al roble intemporal del Líbano, y hasta en la cuidadosa estructura del arca de la alianza.
La naturaleza es sabia y te incita a pensar y reflexionar sobre su mismo pasado histórico, en este caso al menos sobre la anodina acacia. Se dice de la sabiduría bíblica que la trayectoria con que nos ilumina recorre tres estadios sucesivos: percibir las cosas, que es tanto como experimentarlas, reflexionar tranquilamente sobre los hallazgos de esa percepción, y concluir de coherente manera con un prensamiento o una verdad. Yo, sal revés, he empezado por la conclusión: la naturaleza es sabia, porque lo es la mano que la creó.
viernes, 13 de mayo de 2011
Jesús, pan de vida
Quien come su pan, que es el pan de su palabra, el alimento de comulgar con la verdad que encarna él mismo, no necesitará otro alimento para vivir sin término.
Frente a alimentos efímeros que sacian necesidades momentáneas, se nos ofrece la posibilidad de vivir, ya siempre, nutridos por la eterna bondad de Dios y entrañados en el beneficio inconmensurable de su misma Vida.
Amemos la palabra vivificadora de Jesús, palabra educadora que nos identifica con la fuerza sus verdades. De ellas aprendemos a ir por los caminos que anduvo Jesús, que son los caminos que conducen a Dios. Sólo que al final, hay unos olivos angustiosos y una cruz dolorosa que hay que asumir.
Entretenimiento: Agua de mayo
El refranero le atribuye al mes de abril no sé qué dudosos caudales de agua que le son propias. Sólo que también el refranero, que atesora la cazurra experiencia milenaria de nuestris antepasados sobre todos las formas del quehacer humano, sufre ahora los coletazos del cambio climático. Hay que actualizar el refranero y pasar al mes de mayo las aguas mil abrileños, si lo aocntecido este año se erige en arraigada costumbre en sucesivos años.
No es que las lluvias berren del tiempo la primavera, que está ahí floreciendo y anidando ruiseñores y golondrinas. Sencillamente, la humedecen y reaniman. El agua es la vitalidad de la naturaleza, a la que da exuberancia y fertilidad. Y en todo caso, bien venidas las aguas de mayo.
Frente a alimentos efímeros que sacian necesidades momentáneas, se nos ofrece la posibilidad de vivir, ya siempre, nutridos por la eterna bondad de Dios y entrañados en el beneficio inconmensurable de su misma Vida.
Amemos la palabra vivificadora de Jesús, palabra educadora que nos identifica con la fuerza sus verdades. De ellas aprendemos a ir por los caminos que anduvo Jesús, que son los caminos que conducen a Dios. Sólo que al final, hay unos olivos angustiosos y una cruz dolorosa que hay que asumir.
Entretenimiento: Agua de mayo
El refranero le atribuye al mes de abril no sé qué dudosos caudales de agua que le son propias. Sólo que también el refranero, que atesora la cazurra experiencia milenaria de nuestris antepasados sobre todos las formas del quehacer humano, sufre ahora los coletazos del cambio climático. Hay que actualizar el refranero y pasar al mes de mayo las aguas mil abrileños, si lo aocntecido este año se erige en arraigada costumbre en sucesivos años.
No es que las lluvias berren del tiempo la primavera, que está ahí floreciendo y anidando ruiseñores y golondrinas. Sencillamente, la humedecen y reaniman. El agua es la vitalidad de la naturaleza, a la que da exuberancia y fertilidad. Y en todo caso, bien venidas las aguas de mayo.
jueves, 12 de mayo de 2011
El mes de María
El mes de mayo lo dedican los fieles a honrar la memoria intercesora de María. Es un mes donde su primaveral condición llena de flores el entorno donde María es venerada.
Hubo, al arrimo del último concilio, cautas voces discordantes que pedían purificar la devoción a la Virgen de todo atisbo de adoración o concepto exagerado que desvirtuara su verdadera condición de Madre de Dios, con el intento de engastarla mejor en ese misterio primordial del que penden todas las verdades marianas. Poco a poco, los teólogos fueron depurando de hipérboles la verdad del hecho misterioso de María, desde el feliz intento de una mayor autenticidad teológica, mientras proseguía viva la celebración popular del mes de María, sin menoscabo de esa centralidad de la maternidad del Hijo que el Padre pone en el corazón humano de María.
Se cumple así que, en gracia de las maravillas que Dios hizo en su persona, como ella nos había avisado, sería llamada bienaventurada de generación en generación. Bienaventurada tú, que has creído -le había dicho ya Isabel-. Y es que realmente, María es, de muy singular manera, nuestro mejor modelo de creyente.
Entretenimiento: El Footbal
Hay deportes en los que sus aficionados, por estas fechas decisivas, viven angustiados las peripecias de su equipo. En la cafetería, en la oficina o en la plaza, no se hala de otra cosa con indignación, con regocijo, con indiferencia, según, endiosando jugadores que, según dicen, no se ganan el pan, repartiendo culpas o tachando entrenadores. El footbaal lo es todo. Es palabra inglesa que habría que escribir enérgicamente con mayúscula, como el nombre del rey de Kinsasa.
Al parecer, hay una línea roja que separa a unos rutilantes equipos caros, de otros que no lo son o lo son menos. Los caros siguen siempre una destacada trayectoria que hace vibrar de entusiasmo a sus seguidores; los hay desdibujados, casi si personalidad, al medio, pero que a veces da gusto verlos jugar, expertos en hábiles regates y astillosas patadas; los otros dan pena. Los caros tienen siempre asegurada gloriosamente la permanencia en su división; están a media altura algunos de dudo currículo que van a tumbos, de zozobra en zozobra, y los demás, que han perdido toda esperanza, como un Virgilio cualquiera, boqueando, fluctuando lastimosamente como barquillos sin barquero.
¿Realmente vale la pena ser sufridores aficionados de tales conjuntos más o menos mediocres?¿Por qué uncirse a tales ristras de quebrantos y sufrimientos? Tal vez así la gente se olvida un tanto de los efectos, ya devastadores, de la crisis.
Hubo, al arrimo del último concilio, cautas voces discordantes que pedían purificar la devoción a la Virgen de todo atisbo de adoración o concepto exagerado que desvirtuara su verdadera condición de Madre de Dios, con el intento de engastarla mejor en ese misterio primordial del que penden todas las verdades marianas. Poco a poco, los teólogos fueron depurando de hipérboles la verdad del hecho misterioso de María, desde el feliz intento de una mayor autenticidad teológica, mientras proseguía viva la celebración popular del mes de María, sin menoscabo de esa centralidad de la maternidad del Hijo que el Padre pone en el corazón humano de María.
Se cumple así que, en gracia de las maravillas que Dios hizo en su persona, como ella nos había avisado, sería llamada bienaventurada de generación en generación. Bienaventurada tú, que has creído -le había dicho ya Isabel-. Y es que realmente, María es, de muy singular manera, nuestro mejor modelo de creyente.
Entretenimiento: El Footbal
Hay deportes en los que sus aficionados, por estas fechas decisivas, viven angustiados las peripecias de su equipo. En la cafetería, en la oficina o en la plaza, no se hala de otra cosa con indignación, con regocijo, con indiferencia, según, endiosando jugadores que, según dicen, no se ganan el pan, repartiendo culpas o tachando entrenadores. El footbaal lo es todo. Es palabra inglesa que habría que escribir enérgicamente con mayúscula, como el nombre del rey de Kinsasa.
Al parecer, hay una línea roja que separa a unos rutilantes equipos caros, de otros que no lo son o lo son menos. Los caros siguen siempre una destacada trayectoria que hace vibrar de entusiasmo a sus seguidores; los hay desdibujados, casi si personalidad, al medio, pero que a veces da gusto verlos jugar, expertos en hábiles regates y astillosas patadas; los otros dan pena. Los caros tienen siempre asegurada gloriosamente la permanencia en su división; están a media altura algunos de dudo currículo que van a tumbos, de zozobra en zozobra, y los demás, que han perdido toda esperanza, como un Virgilio cualquiera, boqueando, fluctuando lastimosamente como barquillos sin barquero.
¿Realmente vale la pena ser sufridores aficionados de tales conjuntos más o menos mediocres?¿Por qué uncirse a tales ristras de quebrantos y sufrimientos? Tal vez así la gente se olvida un tanto de los efectos, ya devastadores, de la crisis.
miércoles, 11 de mayo de 2011
Yo le resucitaré
Fue un sábado, en Cafarnaún, sentados todos en los poyos almohadillados de la sinagoga. Nos reveló allí que el que comiera su carne y bebiera su sangre, viviría eternamente, y que ese nutrirse de él de tan estrecha manera sería una garantía de salvación.
Tomadas sus palabras así, a flor de piel y en su sentido literal, era motivo más que sobrado para sentirse uno alucinado. Sólo que el lenguaje de Jesús trasciende el sentido ordinario que corrientemente le damos nosotros a las palabras. En concreto, la carne significa su vida corporal que acaba en la cruz, y su sangre, el sacrificio que le entraña en la vida de Dios como Cordero pascual que es.
Jesús habla de alimentarse de él, pero el suyo es un alimento no carnal, bien que tampoco exclusivamente espiritual, ya que comporta además experimentar en nuestra vida a la persona de Cristo resucitado, hacerle nuestro identificados con la revelación de sus verdades, y empaparse de él como esponjas, hasta convertir su alimento en comunión con él y los suyos. Él es nuestro pan.
Tomadas sus palabras así, a flor de piel y en su sentido literal, era motivo más que sobrado para sentirse uno alucinado. Sólo que el lenguaje de Jesús trasciende el sentido ordinario que corrientemente le damos nosotros a las palabras. En concreto, la carne significa su vida corporal que acaba en la cruz, y su sangre, el sacrificio que le entraña en la vida de Dios como Cordero pascual que es.
Jesús habla de alimentarse de él, pero el suyo es un alimento no carnal, bien que tampoco exclusivamente espiritual, ya que comporta además experimentar en nuestra vida a la persona de Cristo resucitado, hacerle nuestro identificados con la revelación de sus verdades, y empaparse de él como esponjas, hasta convertir su alimento en comunión con él y los suyos. Él es nuestro pan.
Entretenimiento: Primavera pasada por agua
De ningún modo tolera bien el ánimo ese tiempo tan desapacible que hemos tenido. Los días se levantaba plúmbeos, oscurecidos, y permanecían así de sosos hasta el atardecer, cuando habitualmente un grupo escaso de cuervos planean pesadamente lentos como convocando a los demás antes de retirarse a sus acantilados. Llovía a intervalos de tiempo y a veces de manera persistente y monótona. En nada de parece esta primavera a la icónica tan florida y olorosa que sueñan todos.
No cabe la menor duda de que nos condiciona todo lo que nos rodea, para bien o para mal, y de especial manera, el tiempo que nos hace. Somos susceptibles a los fenómenos atmosféricos. Mandan sobre nuestros estados de ánimo más de lo aconsejable. ¿Por qué, si no, se siente uno tan triste y desasosegado en esas ocasiones y tan ilusionado ahora en que el tiempo nos alegra la vida?
Y vuelven a anunciarnos lluvias para dentro de poco. No hay nada tan azaroso como el tiempo, en el que, como en una alberca, vertemos el agua de nuestra vida.
martes, 10 de mayo de 2011
Yo soy el pan
Está el pan de Moisés de efímera duración, a ras de tierra, y el que amasan las cuidadosas manos de Dios, que satisface plenamente, porque el fermento que hinche su masa tiene inconfundibles aromas de eternidad.
El uno se cuece en la necesidad de alimentar la existencia humana; el que Dios hornea en su corazón, no huele a tomillo ni lo enciende la aliaga; lo llevan en la patena transparente de sus manos espíritus angélicos y huele a Dios. Es en muy primerísimo lugar, el pan nuestro de cada día que nutre nuestras horas y minutos, uno por uno, noria del tiempo al fin que desemboca con el hilo de sus aguas en la alberca del corazón de Dios.
Danos de este pan que sacia de una vez por todas, para siempre.
Entretenimiento:
Curioseando
Curioseando por mensajes de otros blogs al azar, que constotuyen un mundo nuevo de espontánea expresión, he dado de bruces con uno cuya delicadeza y temática denuncia una mano femenina que escribe arrobada sobre el amor y las sonrisas que ese amor inspira, de manera muy imaginativa y cálida.
Valen estos escarceos, cuanto menos, para rastrear modos de ser del corazón humano, movido encada caso individual, en cada blog, por vivencias singulares que nos caracterizan. A unos les alienta de manera casi exclusiva el amor, como es obvio, a otros de preferente manera la práctica del deporte o la afición a la buena lectura, a viajar, a polemizar, a escalar cumbres no siempre borrascosas como las de las famosas hermanas Brontë.
Me informo sobre esta práctica de nuestro tiempo y hallo que en nuestro país hay unos 6.000 bloggeros que se desahogan a sus anchas en estos diarios, no siempre con asiduidad. La cifra parece escandalosa y a más de uno se le antojará incluso excesiva, por más que, considerando el número de habitantes que pueblan la península, resulta más bien una cantidad exigua.
Con todo, su conjunto va en aumento. No sé cuántos puedan llegar a ser el número de lectores habituales de tales mensajes. Hay blogs muy acreditados en los que menudean las visitas y otros despoblados y desconocidos. Como todo, como cada tienda, en la vida.
Por curiosear que no quede.
El uno se cuece en la necesidad de alimentar la existencia humana; el que Dios hornea en su corazón, no huele a tomillo ni lo enciende la aliaga; lo llevan en la patena transparente de sus manos espíritus angélicos y huele a Dios. Es en muy primerísimo lugar, el pan nuestro de cada día que nutre nuestras horas y minutos, uno por uno, noria del tiempo al fin que desemboca con el hilo de sus aguas en la alberca del corazón de Dios.
Danos de este pan que sacia de una vez por todas, para siempre.
Entretenimiento:
Curioseando
Curioseando por mensajes de otros blogs al azar, que constotuyen un mundo nuevo de espontánea expresión, he dado de bruces con uno cuya delicadeza y temática denuncia una mano femenina que escribe arrobada sobre el amor y las sonrisas que ese amor inspira, de manera muy imaginativa y cálida.
Valen estos escarceos, cuanto menos, para rastrear modos de ser del corazón humano, movido encada caso individual, en cada blog, por vivencias singulares que nos caracterizan. A unos les alienta de manera casi exclusiva el amor, como es obvio, a otros de preferente manera la práctica del deporte o la afición a la buena lectura, a viajar, a polemizar, a escalar cumbres no siempre borrascosas como las de las famosas hermanas Brontë.
Me informo sobre esta práctica de nuestro tiempo y hallo que en nuestro país hay unos 6.000 bloggeros que se desahogan a sus anchas en estos diarios, no siempre con asiduidad. La cifra parece escandalosa y a más de uno se le antojará incluso excesiva, por más que, considerando el número de habitantes que pueblan la península, resulta más bien una cantidad exigua.
Con todo, su conjunto va en aumento. No sé cuántos puedan llegar a ser el número de lectores habituales de tales mensajes. Hay blogs muy acreditados en los que menudean las visitas y otros despoblados y desconocidos. Como todo, como cada tienda, en la vida.
Por curiosear que no quede.
lunes, 9 de mayo de 2011
Los pobres tienen a Dios
¿No puedo dar de lo que es mío a quien yo quiera lo que quiera? Algo así dice Jesús a los viñadores de la primera y segundo hora.
Cada cual, dueño de lo suyo, puede darlo a quien se le antoje o a quien mejor le cuadre, porque sí, viene a decir Jesús. Y es que Dios no es imparcial. Distingue a María Magdalena sobre otras mujeres que le siguen. ¿Por qué? Tal vez, porque era una mujer empecatada que había rescatado de su más que dudosa vida, y sucede que él había venido a sanar a los enfermos, no a los sanos. Distingue también a Juan. ¿Pero por qué? Quizás porque adivina ya en su fidelidad al amigo valiente y leal que, a diferencia de los demás, le seguirá hasta la cruz y le acompañará hasta la muerte.
Y lo que es más raro: prefiere a los pobres. ¿Por qué a los pobres? Por eso mismo, porque son pobres como él, porque los pobres a quien poco miran con agrado, merecen que Dios les mire con tierna aceptación y les ponga su limosna de amor en las manos extendidas y pedigüeñas.
¿Pero realmente son pobres? Los pobres tienen a Dios. Llevan ya en sus manos las exclusivas llaves del cielo y las más sutiles del corazón de Dios. ¡Bienaventurados los pobres!
Entretenimiento: El footbal
Hay deportes en los que sus aficionados, por estas fechas decisivas, viven angustiados las peripecias de su equipo. En la cafetería, en la oficina o en la plaza, no se hala de otra cosa con indignación, con regocijo, con indiferencia, según, endiosando jugadores que, según dicen, no se ganan el pan, repartiendo culpas o tachando entrenadores. El footbaal lo es todo. Es palabra inglesa que habría que escribir enérgicamente con mayúscula, como el nombre del rey de Kinsasa.
Al parecer, hay una línea roja que separa a unos rutilantes equipos caros, de otros que no lo son o lo son menos. Los caros siguen siempre una destacada trayectoria que hace vibrar de entusiasmo a sus seguidores; los hay desdibujados, casi si personalidad, al medio, pero que a veces da gusto verlos jugar, expertos en hábiles regates y astillosas patadas; los otros dan pena. Los caros tienen siempre asegurada gloriosamente la permanencia en su división; están a media altura algunos de dudo currículo que van a tumbos, de zozobra en zozobra, y los demás, que han perdido toda esperanza, como un Virgilio cualquiera, boqueando, fluctuando lastimosamente como barquillos sin barquero.
¿Realmente vale la pena ser sufridores hinchas de tales conjuntos mediocres?¿Por qué uncirse a tales ristras de quebrantos y sufrimientos? ¡Y luego hablan desdeñosos del problema del mal!
Cada cual, dueño de lo suyo, puede darlo a quien se le antoje o a quien mejor le cuadre, porque sí, viene a decir Jesús. Y es que Dios no es imparcial. Distingue a María Magdalena sobre otras mujeres que le siguen. ¿Por qué? Tal vez, porque era una mujer empecatada que había rescatado de su más que dudosa vida, y sucede que él había venido a sanar a los enfermos, no a los sanos. Distingue también a Juan. ¿Pero por qué? Quizás porque adivina ya en su fidelidad al amigo valiente y leal que, a diferencia de los demás, le seguirá hasta la cruz y le acompañará hasta la muerte.
Y lo que es más raro: prefiere a los pobres. ¿Por qué a los pobres? Por eso mismo, porque son pobres como él, porque los pobres a quien poco miran con agrado, merecen que Dios les mire con tierna aceptación y les ponga su limosna de amor en las manos extendidas y pedigüeñas.
¿Pero realmente son pobres? Los pobres tienen a Dios. Llevan ya en sus manos las exclusivas llaves del cielo y las más sutiles del corazón de Dios. ¡Bienaventurados los pobres!
Entretenimiento: El footbal
Hay deportes en los que sus aficionados, por estas fechas decisivas, viven angustiados las peripecias de su equipo. En la cafetería, en la oficina o en la plaza, no se hala de otra cosa con indignación, con regocijo, con indiferencia, según, endiosando jugadores que, según dicen, no se ganan el pan, repartiendo culpas o tachando entrenadores. El footbaal lo es todo. Es palabra inglesa que habría que escribir enérgicamente con mayúscula, como el nombre del rey de Kinsasa.
Al parecer, hay una línea roja que separa a unos rutilantes equipos caros, de otros que no lo son o lo son menos. Los caros siguen siempre una destacada trayectoria que hace vibrar de entusiasmo a sus seguidores; los hay desdibujados, casi si personalidad, al medio, pero que a veces da gusto verlos jugar, expertos en hábiles regates y astillosas patadas; los otros dan pena. Los caros tienen siempre asegurada gloriosamente la permanencia en su división; están a media altura algunos de dudo currículo que van a tumbos, de zozobra en zozobra, y los demás, que han perdido toda esperanza, como un Virgilio cualquiera, boqueando, fluctuando lastimosamente como barquillos sin barquero.
¿Realmente vale la pena ser sufridores hinchas de tales conjuntos mediocres?¿Por qué uncirse a tales ristras de quebrantos y sufrimientos? ¡Y luego hablan desdeñosos del problema del mal!
sábado, 7 de mayo de 2011
Andando sobre las aguas
Que en noche cerrada, bogando por el lago de Galilea, una figura luminosa les salga al paso de pronto a lo discípulos, es para morir de infarto. Y era Jesús, su misma estampa siempre tranquila, andando como si tal cosa sobre las aguas.
No se imagina uno la grave imagen de Jesús dando prodigiosos sustos sin sentido a su misma gente. No es eso. Ocurre que siempre asusta la inesperada presencia de Dios ante los ojos perplejos del hombre. Se trata además de una noche simbólicamente oscura.
Los discípulos, decepcionados porque Jesús ha declinado el honor de ser erigido rey, se hacen a la mar ellos solos, más o menos enrabietados. Y es muy intencionada la oportuna observación del evangelista al revelarnos que Jesús no está con ellos. Lógica oscuridad la que define esa ausencia de Jesús siempre luminoso.
Luz y tinieblas no conciertan bien entre sí. La oscuridad de una fe dislocada y confusa les ciega. Necesitan de una sacudida que les despierte de su obsesión nacionalista. Que Jesús camine sobre el mar, signo proceloso de riesgo e inseguridad, es la mejor expresión de su realidad divina. Les tranquiliza, pero no sube a la barca. Ya están cerca de la orilla. La orilla segura de la estabilidad, en la grata compañía de la reconciliación.
No se imagina uno la grave imagen de Jesús dando prodigiosos sustos sin sentido a su misma gente. No es eso. Ocurre que siempre asusta la inesperada presencia de Dios ante los ojos perplejos del hombre. Se trata además de una noche simbólicamente oscura.
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Luz y tinieblas no conciertan bien entre sí. La oscuridad de una fe dislocada y confusa les ciega. Necesitan de una sacudida que les despierte de su obsesión nacionalista. Que Jesús camine sobre el mar, signo proceloso de riesgo e inseguridad, es la mejor expresión de su realidad divina. Les tranquiliza, pero no sube a la barca. Ya están cerca de la orilla. La orilla segura de la estabilidad, en la grata compañía de la reconciliación.
viernes, 6 de mayo de 2011
Sobre la multiplicación de panes y peces
¿Sabía multiplicar Jesús? Poco importa discutir impertinencias, porque el viene a revelarnos verdades eternas, no verdades matemáticas ni científicas, en general. Sí sabía recurrir a lo que noblemente estuviera en su mano para satisfacer necesidades ajenas.
Jesús está subiendo con los suyos al monte, cuando advierte cómo la gente se agolpa al pie de la montaña. ¿Por qué el evangelista trae a colación pormenores como el de subir al monte, en momentos trascendentales? ¿No es lo mismo que hace Moisés a punto de obtener la ley de la alianza? Jesús es más que Moisés, como él mismo afirmará, y sube al monte cuando ha de añadir sólidos sillares a la obra de la nueva alianza que sellará con su sangre. Es por lo tanto un momento señalado.
Moisés, además, obtendrá mana nevado del cielo para saciar el hambre inaplazable del pueblo de Dios. Jesús, mirado a Dios, se dará de sobra a sí mismo en el pan bendecido de la comunión con él, aquí figurado. Los peces son otra cosa. Un icono de Cristo. Lustrosos peces resbaladizos que revientan las redes casi a orillas del lago, peces sobrantes de un humilde yantar con que, en el Cenáculo, testimonia Jesús la verdad de su resurrección. El trigo es signo de alimento espiritual; el pez lo es del alimento corporal.
Un cestillo con pan y peces señala en un bello y minucioso mosaico el lugar cercano donde Jesús realizó tan increíble prodigio.
Jesús está subiendo con los suyos al monte, cuando advierte cómo la gente se agolpa al pie de la montaña. ¿Por qué el evangelista trae a colación pormenores como el de subir al monte, en momentos trascendentales? ¿No es lo mismo que hace Moisés a punto de obtener la ley de la alianza? Jesús es más que Moisés, como él mismo afirmará, y sube al monte cuando ha de añadir sólidos sillares a la obra de la nueva alianza que sellará con su sangre. Es por lo tanto un momento señalado.
Moisés, además, obtendrá mana nevado del cielo para saciar el hambre inaplazable del pueblo de Dios. Jesús, mirado a Dios, se dará de sobra a sí mismo en el pan bendecido de la comunión con él, aquí figurado. Los peces son otra cosa. Un icono de Cristo. Lustrosos peces resbaladizos que revientan las redes casi a orillas del lago, peces sobrantes de un humilde yantar con que, en el Cenáculo, testimonia Jesús la verdad de su resurrección. El trigo es signo de alimento espiritual; el pez lo es del alimento corporal.
Un cestillo con pan y peces señala en un bello y minucioso mosaico el lugar cercano donde Jesús realizó tan increíble prodigio.
jueves, 5 de mayo de 2011
Un cambio de vía
Lo dice bien claramente Jesús: El que cree en el Hijo, posee la vida eterna. No dice que poseerá, sino que ya ha entrado en su posesión, que le pertenece la vida que no acaba como injertado en Dios. Será todo como una prolongación eterna de la vida que se está viviendo aquí.
La posesión clara de Dios es un don de la fe en su Hijo. Dios de deja poseer por quienes creen en él y le aman. Y no es difícil ver aquí una correlación con aquellas otras palabras de que quien cree en su palabra, no morirá. San Juan diría que, en gracia del amor, permanecemos en Dios y él en nosotros.
En conclusión; estamos viviendo por anticipado, ya en el tiempo, y no ya sólo desde la esperanzas, a manera de prefacio, un avance del gozo de ser con y para Dios perdurablemente. La muerte no pasa de ser entonces un cambio de vía, un puente levadizo, un promontorio desde el que ya se columbra a Dios.
La posesión clara de Dios es un don de la fe en su Hijo. Dios de deja poseer por quienes creen en él y le aman. Y no es difícil ver aquí una correlación con aquellas otras palabras de que quien cree en su palabra, no morirá. San Juan diría que, en gracia del amor, permanecemos en Dios y él en nosotros.
En conclusión; estamos viviendo por anticipado, ya en el tiempo, y no ya sólo desde la esperanzas, a manera de prefacio, un avance del gozo de ser con y para Dios perdurablemente. La muerte no pasa de ser entonces un cambio de vía, un puente levadizo, un promontorio desde el que ya se columbra a Dios.
miércoles, 4 de mayo de 2011
El que obra perversamente....
La perversión existe. La perversión es un grado de malicia que nace de las oscuras raíces de la depravación. Llamamos perverso al hombre malvado que se complace en el daño inferido a otro. La depravación existe, y uno se hace cruces ante espectáculos sangrantes que sólo semejante maldad es capaz perpetrar.
Jesús sanciona al perverso, porque el que obra perversamente odia la luz, que es tanto como estar falto de fe en su verdad y dice de él que no es necesario juzgarlo: está juzgado ya. Su misma malicia les juzga.Somos jueces de nosotros mismos.
Frente a él, el que realiza la verdad, se acerca a la luz. Luz y verdad se identifican, como maldad y oscuridad se besan.
Realiza la verdad el que se ajusta a la impecable enseñanza de Jesús y purifica su conducta a la luz reflejada de la conciencia, ese juez incorruptible de mente iluminada cuya llama enciende Dios en la frente del hombre bondadoso.
Jesús sanciona al perverso, porque el que obra perversamente odia la luz, que es tanto como estar falto de fe en su verdad y dice de él que no es necesario juzgarlo: está juzgado ya. Su misma malicia les juzga.Somos jueces de nosotros mismos.
Frente a él, el que realiza la verdad, se acerca a la luz. Luz y verdad se identifican, como maldad y oscuridad se besan.
Realiza la verdad el que se ajusta a la impecable enseñanza de Jesús y purifica su conducta a la luz reflejada de la conciencia, ese juez incorruptible de mente iluminada cuya llama enciende Dios en la frente del hombre bondadoso.
martes, 3 de mayo de 2011
Quien cree en mi....
Jesús es el paladín de la fe en la verdad que entraña su obra. Nadie como él a lo largo de toda la Escritura ha encomiado tanto el poderío de la fe. Ya al principio de su predicación, abre el libro de sus enseñanzas recabando de todos que crean en su palabra. Es condición básica de su evangelio. Quien crea en su palabra, cree en su persona, el Hijo de Dios.
Son innumerables las veces que insiste en que hay que creer en él a pie juntillas. Y es que Dios entregó su Hijo al mundo para que no perezca nadie que crea en él, le dice a Nicodemo. La fe mueve montañas, declara de hiperbólica manera, porque al fin, la fe en su palabra abre al creyente el portillo de la eternidad. A los apóstoles, informados por los dos discípulos de Emaús en el Cenáculo que han vito vivo a Jesús, les echa en cara su incredulidad. Ya había llamado torpes a esos mismos discípulos por su cortedad en la inteligencia de las Escrituras que hablan de él, en tanto que, a propósito de la increencia de Andrés, llama bienaventurados a quienes creen sin ver. Es lo que le sucede a Juan al llegar al sepulcro vacío: vio y creyó sin más. Y aquí ahora, le confiesa a Felipe-que quiere ver al Padre-, que quien cree en él hará las mismas cosas prodigiosas que él hace.
No es cuestión de jugar con la palabra de Dios como quien corretea con un patín o juega a la lotería, poniéndola a prueba. Pongamos a prueba la palabra que le hemos dado nosotros a él de seguirle siempre sin titubear, llenándola de amor y de una fe inconmovible, ¡a toda prueba!
Son innumerables las veces que insiste en que hay que creer en él a pie juntillas. Y es que Dios entregó su Hijo al mundo para que no perezca nadie que crea en él, le dice a Nicodemo. La fe mueve montañas, declara de hiperbólica manera, porque al fin, la fe en su palabra abre al creyente el portillo de la eternidad. A los apóstoles, informados por los dos discípulos de Emaús en el Cenáculo que han vito vivo a Jesús, les echa en cara su incredulidad. Ya había llamado torpes a esos mismos discípulos por su cortedad en la inteligencia de las Escrituras que hablan de él, en tanto que, a propósito de la increencia de Andrés, llama bienaventurados a quienes creen sin ver. Es lo que le sucede a Juan al llegar al sepulcro vacío: vio y creyó sin más. Y aquí ahora, le confiesa a Felipe-que quiere ver al Padre-, que quien cree en él hará las mismas cosas prodigiosas que él hace.
No es cuestión de jugar con la palabra de Dios como quien corretea con un patín o juega a la lotería, poniéndola a prueba. Pongamos a prueba la palabra que le hemos dado nosotros a él de seguirle siempre sin titubear, llenándola de amor y de una fe inconmovible, ¡a toda prueba!