martes, 26 de octubre de 2010
Nuevo despertar de la devoción a los santos
Portavoces muy cercanos al Vaticano constatan un nuevo resurgir de la devoción a los santos. El último concilio, con muy buen sentido, hizo hincapié en la centralidad de la eucaristía, como primordial fuente de gracia de toda vida cristiana, un tanto apagada por quienes de hecho, sobre valoraban la devoción a los santos, con menoscabo de tan alto sacramento. Al moverse el péndulo hacia lo fundamental, la devoción a los santos sufrió tintes de abandono.
Sin merma de lo uno y de lo otro, justipreciando cada cosa con la debida coherencia, es atinado admitir que la intercesión de los santos es un modo de vivir nuestra comunión con ellos. El cambio viene ahora propiciado por la canonización inusual de santos de Australia y Canadá, rompiendo la tendencia casi exclusiva de elevar a los altares a españoles, italianos, franceses o polacos ejemplares, que son legión.
Bien venida esta nueva perspectiva, que se instala en la obligación universal de ser santos como Dios es santo, que nos dice el Libro del Levítico, prescripción que nos concierne a todos por igual.
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