martes, 30 de noviembre de 2010
La expresión de la belleza
Jean-Pierre Augier es un escultor de elegantes figuras estilizadas, que diseña a base de pequeñas herramientas de uso cotidiano o inspiradas en ellas. Su obra representa la transformación de lo útil en delicada expresión artística. Es fácil observar cómo la calidad que mejor define su obra de más notable manera, es la primorosa sencillez con que mueve a sus figuras, desde el afloramiento de sentimientos que humanizan el hierro.
Se diría que el artista lleva un niño dentro, como quien encierra una golondrina en el pecho, que se complace en encarnar en el metal de sus minúsculas esculturas antiguos cuentos infantiles.
Y uno advierte cómo, entre tanto ensayo de difícil inteligencia donde es fácil emboscar la inspiración, el arte de la verdad sigue siendo bello.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Sobre la amistad
Jesús de Sirac, un judío sabio y prudente, da en escribir un libro que ofrece a sus lectores la sabiduría de los libros de Dios, a fin de contraponerse al atractivo pagano que la literatura helenista ejercía sobre los jóvenes de su tiempo. Un sobrino suyo, recién llegado a Egipto, descubre la belleza del libro “de no pequeño tamaño”, “en el año 98 del rey Evergetes”, correspondiente a Tolomeo VII, año 132 a. C., y a fin de difundir su contenido entre jóvenes dispersos por la diáspora, procede de in mediato a traducirlo al griego, lengua común a la sazón en el imperio, bien que no ignora que “no tienen la misma fuerza las cosas dichas en hebreo, que en su traducción a otra lengua”.
Casi todo el capítulo sexto está dedicado a la amistad, encomiando el acierto de dar con un buen amigo, a quien prudentemente no hay que apresurarse a prestarle pronta confianza, y al mismo tiempo, sopesa el buen consejo de apartarse del que “lo es de ocasión y no persevera en su supuesta fidelidad apenas asoman los primeros contratiempos”. Sucede que un supuesto amigo hasta puede tornarse enemigo inopinadamente. Ha compartido tu mesa - el término compañero significa compartir el pan-, pero te deja en la estacada a las primeras de cambio. Ese tal podrá llegar a ser “otro tú”, identificado contigo mientras dura el beneficio de tu bienandanza y benevolencia, y en cuanto caigas en desgracia, te dará de lado trocado en otro, “harto de tu presencia”.
En cambio, “el amigo fiel es amparo seguro, de modo que el que da con él halla un tesoro”. Un buen amigo es inapreciable.
Y junto a sentencias tan jugosas, como advertir que “la boca amable multiplica sus amigos”, no falta algún exceso de amarga y un si-es-no-es cínica cautela, cuando alerta sobre unos y otros: “De tus enemigos apártate y de tus amigos no te fíes”. Acaso responda tal resabiada advertencia a la taimada prevención en oriente del hombre escaldado.
Casi todo el capítulo sexto está dedicado a la amistad, encomiando el acierto de dar con un buen amigo, a quien prudentemente no hay que apresurarse a prestarle pronta confianza, y al mismo tiempo, sopesa el buen consejo de apartarse del que “lo es de ocasión y no persevera en su supuesta fidelidad apenas asoman los primeros contratiempos”. Sucede que un supuesto amigo hasta puede tornarse enemigo inopinadamente. Ha compartido tu mesa - el término compañero significa compartir el pan-, pero te deja en la estacada a las primeras de cambio. Ese tal podrá llegar a ser “otro tú”, identificado contigo mientras dura el beneficio de tu bienandanza y benevolencia, y en cuanto caigas en desgracia, te dará de lado trocado en otro, “harto de tu presencia”.
En cambio, “el amigo fiel es amparo seguro, de modo que el que da con él halla un tesoro”. Un buen amigo es inapreciable.
Y junto a sentencias tan jugosas, como advertir que “la boca amable multiplica sus amigos”, no falta algún exceso de amarga y un si-es-no-es cínica cautela, cuando alerta sobre unos y otros: “De tus enemigos apártate y de tus amigos no te fíes”. Acaso responda tal resabiada advertencia a la taimada prevención en oriente del hombre escaldado.
domingo, 28 de noviembre de 2010
Los amantes de Teruel y el convento
La historia se escribe a veces con letras versales, casi marginales, que adornan y suavizar su rigor disciplinar.
La empresa madrileña El Ojo Mecánico ha realizado con muy buen gusto, en estancias de nuestro convento y a instancias de la Fundación Amantes, un video-clip muy del agrado de cuantos se han adelantado a ver y gustar detenidamente tan bella y artística obra. En su día se hará su presentación oficial, bien que en Internet ya se han podido contemplar sus primicias, sobre la leyenda de los dos amantes, Juan Diego e Isabel de Segura.
Más que la famosa obra dramática de Juan Eugenio Hartzenbusch, gusta aquí la más completa relación poética de Yagüe de Salas, autor local, en cuyo relato da cabida además a los mártires franciscanos, Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato, por su loable intento de pacificar a las familias contendientes de los Azagra y los Garcés de Marcilla, uno de cuyos miembros, Martín Garcés de Marcilla, había encauzado hacia esta ciudad y favorecido con cartas de favor la fundación por ellos de este convento.
Alguna vez he dejado escrito algo así como que una ciudad sin leyenda, es una ciudad que no tiene en mucho los flecos de su pasado. Evidentemente, no es el caso de Teruel.
La empresa madrileña El Ojo Mecánico ha realizado con muy buen gusto, en estancias de nuestro convento y a instancias de la Fundación Amantes, un video-clip muy del agrado de cuantos se han adelantado a ver y gustar detenidamente tan bella y artística obra. En su día se hará su presentación oficial, bien que en Internet ya se han podido contemplar sus primicias, sobre la leyenda de los dos amantes, Juan Diego e Isabel de Segura.
Más que la famosa obra dramática de Juan Eugenio Hartzenbusch, gusta aquí la más completa relación poética de Yagüe de Salas, autor local, en cuyo relato da cabida además a los mártires franciscanos, Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato, por su loable intento de pacificar a las familias contendientes de los Azagra y los Garcés de Marcilla, uno de cuyos miembros, Martín Garcés de Marcilla, había encauzado hacia esta ciudad y favorecido con cartas de favor la fundación por ellos de este convento.
Alguna vez he dejado escrito algo así como que una ciudad sin leyenda, es una ciudad que no tiene en mucho los flecos de su pasado. Evidentemente, no es el caso de Teruel.
sábado, 27 de noviembre de 2010
El adviento, puerta del año litúrgico
Ya en declive el año litúrgico actual que hemos venido celebrando con la festividad de Jesucristo, Rey del Universo, inauguramos un nuevo recorrido anual correspondiente al ciclo A. Son tres los ciclos litúrgicos, ángulos litúrgicos diferentes signados por las letras A, B y C, cada uno con lecturas propias que ilustran progresivamente su transcurso anual, hasta completar la totalidad del texto evangélico.
Los tres se inician con la andadura esperanzadora del adviento, iluminado siempre por la lectura casi continua de Isaías, desde una doble dimensión y sentido, referidos, uno de ellos, a la última venida de Cristo al final de los tiempos, y el otro al acontecimiento inaugural de su nacimiento, con un trazado de cuatro domingos gozosos. Andamos así un camino esperanzador, en compañía de dos figuras señeras, María, que encarnará al Salvador en su propia naturaleza, y de Juan, que además de pregonar ante las gentes la venida de Jesús, nos allanará el camino que conduce a él.
Es como si se entreabriera poco a poco una puerta hacia los primeros atisbos luminosos de un nuevo y tibio amanecer, que instalará la luminaria del sol en el centro del día que es la liturgia navideña del Salvador.
La actitud cristiana en tales fechas no difiere mucho de la del caminante ilusionado al que empuja la esperanza feliz de un hallazgo venturoso. Ángeles, pastores y una estrella nos dirán solícitos el momento preciso de la llegada al sitio elegido por Dios, humildemente decorado con el oro fingido de unas pajas.
Los tres se inician con la andadura esperanzadora del adviento, iluminado siempre por la lectura casi continua de Isaías, desde una doble dimensión y sentido, referidos, uno de ellos, a la última venida de Cristo al final de los tiempos, y el otro al acontecimiento inaugural de su nacimiento, con un trazado de cuatro domingos gozosos. Andamos así un camino esperanzador, en compañía de dos figuras señeras, María, que encarnará al Salvador en su propia naturaleza, y de Juan, que además de pregonar ante las gentes la venida de Jesús, nos allanará el camino que conduce a él.
Es como si se entreabriera poco a poco una puerta hacia los primeros atisbos luminosos de un nuevo y tibio amanecer, que instalará la luminaria del sol en el centro del día que es la liturgia navideña del Salvador.
La actitud cristiana en tales fechas no difiere mucho de la del caminante ilusionado al que empuja la esperanza feliz de un hallazgo venturoso. Ángeles, pastores y una estrella nos dirán solícitos el momento preciso de la llegada al sitio elegido por Dios, humildemente decorado con el oro fingido de unas pajas.
viernes, 26 de noviembre de 2010
Alzando Jesús los ojos...
Los evangelios no nos describen gestos que bien hubieran satisfecho nuestra curiosidad, ya que los gestos son signos que expresan lo que las palabras no dicen, bien que a menudo acompañan y refuerzan el lenguaje hablado. En el evangelio, los gestos no reflejan comportamientos ocurridos históricamente, sino actitudes destacables cuyo sentido nos importa desvelar a nosotros.
En ocasiones, con formulas repetitivas, nos dicen que en tal o cual situación, como sucede aquí, Jesús alza los ojos, porque ha reparado en algo cuyo interés quiere compartir con nosotros. Es como si se nos dijera: fijaos en esto que también a vosotros debe llamaros la atención, ya que Jesús lo tiene en mucho. Es una exhortación, por tanto, a que nos detengamos a considerar lo que quiere destacar y hacernos ver Jesús.
Ocurre, por ejemplo, en el templo. Un hombre rico echa displicente en el arca de las ofrendas una cantidad considerable de dinero, mientras una pobre mujer viuda pone apenas unas monedas de nada. El rico da de lo que le sobra; la mujer da mucho más, porque da todo lo que tiene.
Esto es lo que conmueve y hace detenerse a Jesús: la dadivosidad de la pobre mujer, el corazón sin límites de una mujer pobre. Alzando Jesús los ojos, reparó en tan bello gesto, reparó en la diferente manera de ser unos y otros. No paséis de largo vosotros.
Con idéntica intención, los evangelistas nos harán reparar en el especialñ relieve de hechos como la bendición del pan.
En ocasiones, con formulas repetitivas, nos dicen que en tal o cual situación, como sucede aquí, Jesús alza los ojos, porque ha reparado en algo cuyo interés quiere compartir con nosotros. Es como si se nos dijera: fijaos en esto que también a vosotros debe llamaros la atención, ya que Jesús lo tiene en mucho. Es una exhortación, por tanto, a que nos detengamos a considerar lo que quiere destacar y hacernos ver Jesús.
Ocurre, por ejemplo, en el templo. Un hombre rico echa displicente en el arca de las ofrendas una cantidad considerable de dinero, mientras una pobre mujer viuda pone apenas unas monedas de nada. El rico da de lo que le sobra; la mujer da mucho más, porque da todo lo que tiene.
Esto es lo que conmueve y hace detenerse a Jesús: la dadivosidad de la pobre mujer, el corazón sin límites de una mujer pobre. Alzando Jesús los ojos, reparó en tan bello gesto, reparó en la diferente manera de ser unos y otros. No paséis de largo vosotros.
Con idéntica intención, los evangelistas nos harán reparar en el especialñ relieve de hechos como la bendición del pan.
jueves, 25 de noviembre de 2010
José Golzalvo ha muerto
Ha muerto José Gonzalvo, el escultor. Gonzalvo cultivaba una manera de hacer arte fatigando en el fragua la dureza del hierro, hasta configurarlo en formas enérgicas y novedosas. Su estilo valiente es inconfundible. Teruel atesora varias de sus esculturas más logradas y el convento se complace en poseer una de sus obras, donde se muestra un grupo escultórico presidido por la figura de san Francisco, muy destacado, y como a su arrimo, los dos mártires fundadores de nuestra casa. Puede llamar la atención lo que viene llamándose proporción teológica, cuando una de las figuras gana en estatura, como aquí san Francisco, en tanto que ambos mártires muestran una configuración más reducida. San Francisco, al fin, es el fundador de la Orden franciscana; los santos mártires, lo son del convento.
El claustro, en cuyo patio interior se alza la recia escultura sobre un alto pedestal de piedra, nos declarará ya siempre la maestría con que la robusta mano del artista domaba el hierro, espiritualizando el sentido con que esculpió sus formas. El artista, se nos fue, dejando la fragua apagada y el martillo en el suelo, apoyado en el yunque.
El claustro, en cuyo patio interior se alza la recia escultura sobre un alto pedestal de piedra, nos declarará ya siempre la maestría con que la robusta mano del artista domaba el hierro, espiritualizando el sentido con que esculpió sus formas. El artista, se nos fue, dejando la fragua apagada y el martillo en el suelo, apoyado en el yunque.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Un ventanal gótico en Cantavieja
El visitante que llega a un pueblo donde el prestigio de su pasado histórico ha quedado anclado en su trazado y en la nobleza de sus monumentos, pasea más o menos curioso o distraído por sus calles, alguna de ellas serpenteante, como la calle mayor, y retiene en la retina su monumentalidad más ostensible, bien que el cúmulo de espacios recorridos con escasa o ninguna detención, acaba por solapar pormenores menos llamativos, que el interés y las prisas no supieron destacar. Hay rincones, callejas, escudos nobiliarios y miradores artísticos que pasan desapercibidos a los menos avisados, atentos a lo que más llama la atención.
Consignemos que en la antigua plaza de Cantavieja, bastión que fue de enconados carlistas, figura un amplio ventanal, partido por dos finas y esbeltas columnas que rematan sus correspondientes lóbulos góticos de piedra blanca. El hueco da a un balcón con barandal minuciosamente forjado en hierro, que bien merece la pena detenerse reposadamente en su contemplación para llenarse uno de su encanto.
En el umbroso pasadizo del fondo que da al mirador, una viga muestra las hoscas hendiduras ocasionadas por la soga con que se ahorcaba a los forajidos. En la pared, una serie de rayas sucesivas grabadas en piedra, cuentan el número abominable de los sentenciados a tan ominoso final.
Consignemos que en la antigua plaza de Cantavieja, bastión que fue de enconados carlistas, figura un amplio ventanal, partido por dos finas y esbeltas columnas que rematan sus correspondientes lóbulos góticos de piedra blanca. El hueco da a un balcón con barandal minuciosamente forjado en hierro, que bien merece la pena detenerse reposadamente en su contemplación para llenarse uno de su encanto.
En el umbroso pasadizo del fondo que da al mirador, una viga muestra las hoscas hendiduras ocasionadas por la soga con que se ahorcaba a los forajidos. En la pared, una serie de rayas sucesivas grabadas en piedra, cuentan el número abominable de los sentenciados a tan ominoso final.
martes, 23 de noviembre de 2010
El publicano y el fariseo
La pintura surrealista va ganando adeptos, porque es inteligible y luminosa, y aumenta con la misma proporción el número de artistas que la profesan. Es un ángulo desde el que la visión de las cosas resulta gozosa, toda vez que el pintor desata en ellas su imaginación, dejando que la lírica se encarne en el pincel enamorado de la belleza. No desdice del grupo de tales artistas Vladimir Kush, un creador, pintor y escultor, en quien además se atisba a veces su formación religiosa.
Se advierte esta faceta suya, por ejemplo, en la acertada manera como interpreta aquella callada confrontación evangélica entre un fariseo y un publicano, mientras oran los dos el en templo. El fariseo, pagado de sí, reza altivo, de pie, en lugar destacado y visible. El publicano aparece encogido y humillado en un rincón, abrumado por los extravíos de su conducta. El fariseo muestra a Dios las garantías de su bondad enumerando arrogante sus buenas obras que hacen supuestamente de él un hombre intachable y justo, en tanto que el publicano, avergonzado, se limita a pedir perdón por sus culpas.
Jesús traza una clara línea divisoria entre uno y otro y concluye privilegiando el buen sentido y saber estar del publicano. Él y no el fariseo saldría del templo iluminado por la divina y compasiva mano de Dios.
El pintor registra ese momento, como podéis ver, de muy plástica manera, y por alguna razón misteriosa que no sé si acierto a adivinar, las dos figuran constituyen un número bíblico y apostólico, el doce. Doce eran las tribus; y los apóstoles, también doce.
Se advierte esta faceta suya, por ejemplo, en la acertada manera como interpreta aquella callada confrontación evangélica entre un fariseo y un publicano, mientras oran los dos el en templo. El fariseo, pagado de sí, reza altivo, de pie, en lugar destacado y visible. El publicano aparece encogido y humillado en un rincón, abrumado por los extravíos de su conducta. El fariseo muestra a Dios las garantías de su bondad enumerando arrogante sus buenas obras que hacen supuestamente de él un hombre intachable y justo, en tanto que el publicano, avergonzado, se limita a pedir perdón por sus culpas.
Jesús traza una clara línea divisoria entre uno y otro y concluye privilegiando el buen sentido y saber estar del publicano. Él y no el fariseo saldría del templo iluminado por la divina y compasiva mano de Dios.
El pintor registra ese momento, como podéis ver, de muy plástica manera, y por alguna razón misteriosa que no sé si acierto a adivinar, las dos figuran constituyen un número bíblico y apostólico, el doce. Doce eran las tribus; y los apóstoles, también doce.
lunes, 22 de noviembre de 2010
Calle nueva adyacente al complejo conventual
Muy pronto vamos a disfrutar o sufrir la apertura de una nueva calle, adyacente al huerto del convento, que afectará a todo el barrio del Carmen. Queda situada entre el muro de dicha huerta conventual y el hospital psiquiátrico de larga duración, cuya huerta limitaba con la nuestra. La calle enlazará la de los Arcos con la avenida de Zaragoza y dará salida a la calle de los Molinos, ayuna de calles adyacentes que alivien su estrechez y cerrazón.
El allanamiento previo del terreno adjunto al convento ha supuesto talar un olmo gigantesco - que de otro modo hubiera quedado anclado en el centro de la nueva calzada-, como difícilmente se hallará otro igual en las cercanías de la ciudad. Son las gabelas e inconvenientes anejos al progreso.
Poco podemos decir de cuál sea su aspecto definitivo, una vez cumplidas las obras, pero atisbamos que el momento no está muy lejano. Celebramos desde aquí las mejoras ciudadanas que revierten en el bien común.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Un bodegón
El bodegón tradicional imita la realidad de las cosas y la fotografía nace entre pintores e imita la con frecuencia composición pictórica. Hay una inicial simbiosis entre lo uno y lo otro que ha creado escuela. Si de la pintura aprende a componer y a combinar luces y sombras el artista de la máquina fotográfica, la pintura impresionista aprende de los primeros balbuceos de la cámara. Con una cámara oscura dibujaba ya en su época Canaletto sus paisajes venecianos. Y hay encuadres fotográficos que dejan su impronta en los encuadres de interiores de Degás, con primeros planos mostrencos que la pintura clásica hubiera ignorado siempre reputándolos vulgares.
La fotografía que acompaña estas líneas, creo yo que no tiene nada que envidiar a cualquier otro bodegón realista de un pintor moderno.
La fotografía que acompaña estas líneas, creo yo que no tiene nada que envidiar a cualquier otro bodegón realista de un pintor moderno.
sábado, 20 de noviembre de 2010
El niño que mira una flor
Nando, el dibujante humorista, muy insinuante, tiernamente irónico a veces, ha sabido exponer sin palabras, con los ágiles trazos de su pluma, el interés que suscita una solitaria flor, en el ánimo sorprendido de un niño que contempla absorto desde el disfrute de tanta sencilla belleza. El dibujo centra inteligentemente todo el interés del que lo mira en la flor, que he querido acentuar pintándola de rojo, y secundariamente, en el gesto curioso del niño, que la admira como si fuera la primera vez, tumbado e inmóvil en el prado.
La contemplación de una flor no dice mucho al hombre preocupado, precipitado, con prisas, de nuestros días. Para él no deja de ser una inútil cursilería. El niño, no marcado todavía por el humo negro de la contaminación laicista, ese fanatismo mal disimulado, se sume en un gozo indescriptible. ¿Cómo una cosa tan simple y frágil como una flor puede ser tan hermosa y arrebatarle a uno así?
Aprendamos de todo ello la humilde sencillez que alababa Jesús.
La contemplación de una flor no dice mucho al hombre preocupado, precipitado, con prisas, de nuestros días. Para él no deja de ser una inútil cursilería. El niño, no marcado todavía por el humo negro de la contaminación laicista, ese fanatismo mal disimulado, se sume en un gozo indescriptible. ¿Cómo una cosa tan simple y frágil como una flor puede ser tan hermosa y arrebatarle a uno así?
Aprendamos de todo ello la humilde sencillez que alababa Jesús.
viernes, 19 de noviembre de 2010
Una raya en el cielo
Silencioso e invisible, a gran altura, un avión comercial ha trazado sobre el cielo limpio e intensamente azul de Teruel un trazo blanco e interminable de vapor. La frialdad del aire a esas alturas facilita este sutil fenómeno tan corriente en todos los cielos del mundo.
Es como si un frío bisturí hubiera sajado los cielos y dejara sus blancas entrañas al descubierto. Pero no hay tal; la fina línea blanca va difuminándose por momentos hasta convertirse en una larga nube horizontal y borrarse del todo, como barrida por los borradores del olvido.
El olvido y la muerte guardan entre sí un gran parecido. Son los barrenderos de la historia, esta historia que ahora algunos presuntos desmemoriados se empeñan en manipular. Puede modificarse el presente y prevenir el futuro de un modo o de otro, pero el pasado es inamovible, y como dice Jesús, lo oculto acaba siempre por emerger en las manos de la verdad, que no se borra ni esfuma tan fácilmente.
jueves, 18 de noviembre de 2010
El claustro del convento de San Francisco
Nadie sabe bien cómo era el claustro del antiguo convento del siglo XV, derruido por su estado ruinoso, para edificar en el solar resultante el del convento actual. Consta que disponía de dos patios interiores, lo que declara su monumentalidad. Algo como lo que, en siglos pasados, ocurre en la iglesia de Santa María de Enmedio, cuyo claustro-claustra dicen los documentos-se allana para posibilitar la ampliación y conversión de la colegiata en catedral.
El claustro actual de ladrillo rojo sobre base de limpia piedra, luce su armónica hechura gótica, bien proporcionado, aligerados sus gruesos muros por amplios y luminosos ventanales, en el piso inferior, y rematados con arcos conopiales en el superior, a la manera del pórtico del De profundis que media entre la iglesia y la sacristía.
El patio interior ofrece, al fondo, una esquina ajardinada a su izquierda y un ciprés gigantesco a su derecha, que sobrepasa la altura del edificio, un raro ejemplar de aspecto desgarbado y frondoso que da fiel cobijo a urracas y gorriones. Centra el patio un artístico grupo escultórico de hierro forjado, obra de Gonzalvo, con las figuras de san Francisco y los mártires fundadores del convento, fray Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato.
Dos grandes puertas enfrentadas, de metal ampliamente acristalado, situadas en la cabecera y fondo, abren el claustro a los devotos que acceden al brocal del pozo, excavado en su día por los mártires, para surtirse de agua que consideran curativa y beneficiosa. En el claustro antiguo, un oratorio señalaba el lugar donde estuvo enclavada la ermita a cuyos lados habitaron, en sendas celdas, los santos mártires.
El claustro actual de ladrillo rojo sobre base de limpia piedra, luce su armónica hechura gótica, bien proporcionado, aligerados sus gruesos muros por amplios y luminosos ventanales, en el piso inferior, y rematados con arcos conopiales en el superior, a la manera del pórtico del De profundis que media entre la iglesia y la sacristía.
El patio interior ofrece, al fondo, una esquina ajardinada a su izquierda y un ciprés gigantesco a su derecha, que sobrepasa la altura del edificio, un raro ejemplar de aspecto desgarbado y frondoso que da fiel cobijo a urracas y gorriones. Centra el patio un artístico grupo escultórico de hierro forjado, obra de Gonzalvo, con las figuras de san Francisco y los mártires fundadores del convento, fray Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato.
Dos grandes puertas enfrentadas, de metal ampliamente acristalado, situadas en la cabecera y fondo, abren el claustro a los devotos que acceden al brocal del pozo, excavado en su día por los mártires, para surtirse de agua que consideran curativa y beneficiosa. En el claustro antiguo, un oratorio señalaba el lugar donde estuvo enclavada la ermita a cuyos lados habitaron, en sendas celdas, los santos mártires.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Santa Isabel de Hungría
En muy buen parte, la austera figura de santa Isabel tiene extendida su devoción por todo el mundo, en gracia a haberla difundido la Tercera Orden Seglar, al proclamarla patrona y modelo de su propia forma de vida.
Sorprende que una reina dé de lado de modo tan radical a las comodidades de la corte, prefiriendo dedicar lo mejor de su tiempo al cuidado de enfermos y desvalidos. Viuda de su esposo el rey, se entrega de lleno a tan noble quehacer en el hospital que ella misma fundara, y es destacable el gesto honroso de cargar ella misma, en más de una ocasión, sobre sus espaldas a más de un paciente, cuando lo exigió la necesidad.
La humildad es una escalera por la que se baja escalón a escalón, hacia abajo siempre. Y es infrecuente que una reina dé un soplamocos al boato que la ha venido acunando desde niña, para descender humilde y acogedora hasta la estampa bochornosa del hombre roto por la miseria, la enfermedad y el desamparo.
No poco tiene que ver en todo ello su devoción a san Francisco de Asís, en quien fija su ideal preferente de vida, al momento de seguir el evangelio según el modelo que imprimió en ella con su ejemplaridad el santo, y a fe que no desmereció ni un ápice de él. Terciaria franciscana, tiene aún mucho que decir al hombre acomodado y displicente de nuestros días.
Sorprende que una reina dé de lado de modo tan radical a las comodidades de la corte, prefiriendo dedicar lo mejor de su tiempo al cuidado de enfermos y desvalidos. Viuda de su esposo el rey, se entrega de lleno a tan noble quehacer en el hospital que ella misma fundara, y es destacable el gesto honroso de cargar ella misma, en más de una ocasión, sobre sus espaldas a más de un paciente, cuando lo exigió la necesidad.
La humildad es una escalera por la que se baja escalón a escalón, hacia abajo siempre. Y es infrecuente que una reina dé un soplamocos al boato que la ha venido acunando desde niña, para descender humilde y acogedora hasta la estampa bochornosa del hombre roto por la miseria, la enfermedad y el desamparo.
No poco tiene que ver en todo ello su devoción a san Francisco de Asís, en quien fija su ideal preferente de vida, al momento de seguir el evangelio según el modelo que imprimió en ella con su ejemplaridad el santo, y a fe que no desmereció ni un ápice de él. Terciaria franciscana, tiene aún mucho que decir al hombre acomodado y displicente de nuestros días.
martes, 16 de noviembre de 2010
El órgano del convento
El órgano que figura instalado en la iglesia del convento franciscano de la localidad, pertenece a la estirpe de los que llaman románticos, de pupitre separado del cuerpo del órgano y vuelto hacia el coro. Es probablemente el más logrado de cuantos confeccionó Pedro Palop, acreditado organero valenciano, y fue adquirido en 1912, a instancias de la ilustre bienhechora Dª. Ricardo Gonzalo de Liria, solícita mujer muy devota de san Francisco. Fue ella quien costeó igualmente las escuelas, hoy Archivo municipal, edificadas para su permuta con la iglesia y convento, pertenecientes entonces al ayuntamiento local, desde la exclaustración, y situadas en la ronda de Ambeles.
Su teclado lo han pulsado dedos meticulosos de músicos eminentes, como Antonio Mingote, fray Buenaventura Meseguer, fray Joaquín Abad y su discípulo fray Vicente Pérez Jorge, compositor como su maestro. Es característico de su sonoridad la variedad y riqueza de sus registros, que permiten programar combinaciones de timbres armónicos sin cuento, y la dulzura y solemne gravedad de sus sonidos.
El mueble que lo envuelve no desentona del estilo gótico de la iglesia, dentro de la austeridad que lo configura.
Dejemos constancia de que, entre los instrumentos musicales de uso sacro, el órgano, por su virtualidad, ocupa un lugar preeminente con notable diferencia.
Su teclado lo han pulsado dedos meticulosos de músicos eminentes, como Antonio Mingote, fray Buenaventura Meseguer, fray Joaquín Abad y su discípulo fray Vicente Pérez Jorge, compositor como su maestro. Es característico de su sonoridad la variedad y riqueza de sus registros, que permiten programar combinaciones de timbres armónicos sin cuento, y la dulzura y solemne gravedad de sus sonidos.
El mueble que lo envuelve no desentona del estilo gótico de la iglesia, dentro de la austeridad que lo configura.
Dejemos constancia de que, entre los instrumentos musicales de uso sacro, el órgano, por su virtualidad, ocupa un lugar preeminente con notable diferencia.
lunes, 15 de noviembre de 2010
La aventura del jubilarse
Hay quien, jubilado, ya no tiene nada qué hacer, falto de ilusiones que le motiven, y hay quien no da abasto a sus nuevas ocupaciones y entretenimientos, como la buena lectura, ahora más reposada que nunca, el deleite de la buena música, escribir lo que le venga en gana, estudiar lo que siempre quiso saber cuando no tenía tiempo... Aquel se va oxidando poco a poco, consumido por su propia inanición y aburrimiento; este otro, crece ilusionado por momentos, estrenando nuevas actividades enriquecedoras que dan nuevo color y sentido a su vida.
Sé de alguien que nunca ha leído como ahora con tanta fruición comentarios bíblicos que iluminan sus conocimientos sobre Jesús y no cesa de depositar en la memoria del ordenador todo lo que escribe, entre otras aficiones altamente deleitosas como oír a los clásicos y pintarrajear alguna que otra cosilla manchando telas.
La jubilación pone ante ti el teclado infinito de un piano variadísimo de registros, lleno de posibilidades y armoniosos descubrimientos.
No dejes ese camino hacia la nueva luz de cada días. Explora con alegría esa cripta misteriosa de nuevas aventuras espirituales que siempre soñaste y ahora puedes protagonizar tú mismo. Vivir es también soñar un poco.
Sé de alguien que nunca ha leído como ahora con tanta fruición comentarios bíblicos que iluminan sus conocimientos sobre Jesús y no cesa de depositar en la memoria del ordenador todo lo que escribe, entre otras aficiones altamente deleitosas como oír a los clásicos y pintarrajear alguna que otra cosilla manchando telas.
La jubilación pone ante ti el teclado infinito de un piano variadísimo de registros, lleno de posibilidades y armoniosos descubrimientos.
No dejes ese camino hacia la nueva luz de cada días. Explora con alegría esa cripta misteriosa de nuevas aventuras espirituales que siempre soñaste y ahora puedes protagonizar tú mismo. Vivir es también soñar un poco.
domingo, 14 de noviembre de 2010
En el ámbito de las setas
Un rastreador afortunado acaba de hallar en bosques de Teruel una seta que excede de un kilo de peso. Nadie sabe explicar la razón de tales prodigios.
La seta llega a ser un manjar exquisito que cualquiera, con la inexcusable destreza y conocimientos debidos, puede rastrear en el bosque, desde el placer de encontrar de gratuita manera un producto tan estimable y sabroso. No ha sido éste que se nos escabulle ya, un año propicio para el disfrute de las setas, otros años abundantes. Llovió oportunamente, pero el complemento inmediato que es el arrimo de unos días soleados, se nos mostró remiso. Y aún queda otro inconveniente reprobable, el tropel ya anual de forasteros que rastrillan incluso los montes de descabellado modo, destruyendo el necesario mantillo y su feracidad, en pro de avariciosas ganancias, sin importarles demasiado dejar la tierra inhabilitada para futuras cosechas. Las quejas de los aldeanos está moviendo a las autoridades locales a tomar recomendaciones y medidas correspondientes para moderar tales abusos y tropelías.
En tiempos más tranquilos e idealistas que los que sufrimos hoy día, la seta, con su casquete en forma de sombrilla, ha sido fuente de inspiración de escritores para habitar la fantasía infantil, dando cobijo y sombra en sus cuentos a gnomos y princesas. Entre tanta variedad de hongos y setas, las hay realmente hermosas y atractivas, pintadas de un rojo intenso y tentador, por más que ésas, justamente, suelen ser peligrosísimas por la virulencia de su veneno.
Precisamente por la toxicidad de algunas de ellas, no es recomendable que sus buscadores se dejen llevar por su propia inexperiencia y desconocimiento de las diversas especies, dada la toxicidad de algunas de ellas, como la ya famosa por sus algo más que encantamiento amanita faloides.
La seta llega a ser un manjar exquisito que cualquiera, con la inexcusable destreza y conocimientos debidos, puede rastrear en el bosque, desde el placer de encontrar de gratuita manera un producto tan estimable y sabroso. No ha sido éste que se nos escabulle ya, un año propicio para el disfrute de las setas, otros años abundantes. Llovió oportunamente, pero el complemento inmediato que es el arrimo de unos días soleados, se nos mostró remiso. Y aún queda otro inconveniente reprobable, el tropel ya anual de forasteros que rastrillan incluso los montes de descabellado modo, destruyendo el necesario mantillo y su feracidad, en pro de avariciosas ganancias, sin importarles demasiado dejar la tierra inhabilitada para futuras cosechas. Las quejas de los aldeanos está moviendo a las autoridades locales a tomar recomendaciones y medidas correspondientes para moderar tales abusos y tropelías.
En tiempos más tranquilos e idealistas que los que sufrimos hoy día, la seta, con su casquete en forma de sombrilla, ha sido fuente de inspiración de escritores para habitar la fantasía infantil, dando cobijo y sombra en sus cuentos a gnomos y princesas. Entre tanta variedad de hongos y setas, las hay realmente hermosas y atractivas, pintadas de un rojo intenso y tentador, por más que ésas, justamente, suelen ser peligrosísimas por la virulencia de su veneno.
Precisamente por la toxicidad de algunas de ellas, no es recomendable que sus buscadores se dejen llevar por su propia inexperiencia y desconocimiento de las diversas especies, dada la toxicidad de algunas de ellas, como la ya famosa por sus algo más que encantamiento amanita faloides.
¡Ay del que abusa de la bondad ajena!
Esta podría ser una advertencia evangélica a quienes se aprovechan inicuamente de la debilidad de los demás en favor propio. Abusar de un hombre bueno porque es bueno y temeroso, excederse frente al pusilánime porque carece de coraje para defender su independencia, prevalecer sobre el hombre encogido y enfermizo, el anciano, el disminuido físico, es procedimiento reprobable y canallesco que incide en acoso pecaminoso y delictivo.
El atropello cobarde del que se beneficia de la docilidad humilde del otro o la inofensiva poquedad ajena, anega de perversidad su despótica voluntad, al someter a servidumbre la sagrada independencia y libertad natural del hombre, atributos que mejor caracterizan a la persona humana. Explotar la libertad del otro es un intento despótico de desfigurar su boonomía. Sólo desde la arbitrariedad inicua que vicia y ennegrece la voracidad aprovechada de un ser inhumano, cabe pensar que un hombre acceda a convertirse, en provecho propio, en un lobo para con otro hombre, cegado por su amoralidad.
Pero hay que avisar al hombre bueno de que justiprecie el buen sentido de la bondad, para que estudie el modo de protegerse de la iniquidad egoísta del hombre deshumanizado que le acogota, antes que caer en el buenismo.
El atropello cobarde del que se beneficia de la docilidad humilde del otro o la inofensiva poquedad ajena, anega de perversidad su despótica voluntad, al someter a servidumbre la sagrada independencia y libertad natural del hombre, atributos que mejor caracterizan a la persona humana. Explotar la libertad del otro es un intento despótico de desfigurar su boonomía. Sólo desde la arbitrariedad inicua que vicia y ennegrece la voracidad aprovechada de un ser inhumano, cabe pensar que un hombre acceda a convertirse, en provecho propio, en un lobo para con otro hombre, cegado por su amoralidad.
Pero hay que avisar al hombre bueno de que justiprecie el buen sentido de la bondad, para que estudie el modo de protegerse de la iniquidad egoísta del hombre deshumanizado que le acogota, antes que caer en el buenismo.
viernes, 12 de noviembre de 2010
La beata Ángela de Foligno
Comentando la inesperada conversión de la beata franciscana Ángela de Foligno, concluía el papa, hace poco, que Dios tiene mil maneras de mostrar que existe. La realidad de Dios es multiforme, por inabarcable; las manifestaciones, pues, de su inmensidad, como un mar sin orillas, tampoco tiene límites
Ángela vivía como si Dios no existiera. Y de pronto, un día, da en alejarse de radical manera de su vida disoluta, a instancias de san Francisco, que en sueños le reprende la fealdad de sus devaneos. Tan alta consideración tiene efectos inmediatos. Con todo, vive largamente la vida de Dios bajo la sombra de un sentimiento de vergüenza de sí que la acongoja, y compelida desde lo hondo de sí a darle algo suyo, lo que sea, que merezca la pena a cambio del perdón que necesita, descubre anonadada que no tiene nada que darle sino a sí misma.
Su espiritualidad se enardece por momentos, aunque sin lograr apagar del todo ese íntimo rescoldo de indignidad que se reprocha inclemente. Será la oración la que le desvele el significado profundo del Cristo crucificado, todo amor, con lo que se le irá desdibujando tan agrio reconcomio, al tiempo que frecuenta sedienta la fuente de ese amor divino. Llegará a alcanzar, al fin, el pestillo que deja franco el portillo de su identificación con él.
La inmensidad del amor de Dios tiene mil maneras de manifestar que existe, y dispone de una en concreto para cada cual de hacérsenos presente, desde la gracia impagable de su amor resucitado
Ángela vivía como si Dios no existiera. Y de pronto, un día, da en alejarse de radical manera de su vida disoluta, a instancias de san Francisco, que en sueños le reprende la fealdad de sus devaneos. Tan alta consideración tiene efectos inmediatos. Con todo, vive largamente la vida de Dios bajo la sombra de un sentimiento de vergüenza de sí que la acongoja, y compelida desde lo hondo de sí a darle algo suyo, lo que sea, que merezca la pena a cambio del perdón que necesita, descubre anonadada que no tiene nada que darle sino a sí misma.
Su espiritualidad se enardece por momentos, aunque sin lograr apagar del todo ese íntimo rescoldo de indignidad que se reprocha inclemente. Será la oración la que le desvele el significado profundo del Cristo crucificado, todo amor, con lo que se le irá desdibujando tan agrio reconcomio, al tiempo que frecuenta sedienta la fuente de ese amor divino. Llegará a alcanzar, al fin, el pestillo que deja franco el portillo de su identificación con él.
La inmensidad del amor de Dios tiene mil maneras de manifestar que existe, y dispone de una en concreto para cada cual de hacérsenos presente, desde la gracia impagable de su amor resucitado
jueves, 11 de noviembre de 2010
La concisión evangélica
Los evangelistas no nos describen nada de cuanto vieron los ojos de Jesús, ni paisajes, ni ambientes, ni personas. Se ciñen a dar noticia veraz de sus hechos y palabras, con extremada concisión. Sí que es posible, por indicios implícitos en el relato, entrever la tirantez de una determinada situación, como la de Pedro en el lago, el ardoroso nivel de una discusión con fariseos, el murmullo encendido de una protesta airada, como la de la gente que se avergüenza de que Jesús y Zaqueo, un pecador manifiesto, se acojan mutuamente, el alboroto ante un hecho incómodo, como el de los vendedores y cambistas del templo, etc. Los evangelios nos dicen escuetamente, a veces incluso con inocencia, que, por ejemplo, un apretado conjunto de enfermos, al pasar Jesús rozándoles apenas, se curaban de inmediato como por ensalmo.
Tenemos que colocarnos mentalmente en ese paraje desconocido, como quien coloca curioso una silla ante un espectáculo imprevisto, para adivinar la sencilla majestad de Jesús pasando entre ellos y el alboroto incontenible de la gente poniéndose súbitamente en pie, dando saltos de júbilo, abrazándose los unos con los otros, gritando alabanzas a Dios, proclamando el nombre de Jesús... Se trata de una escena tumultuosa. cuyo fragor creó memoria y fecha para sus testigos y para cuantos lograron el favor impagable de recuperar la salud perdida.
Sólo en raras ocasiones, como acontece con el ciego de Jericó, se nos declara que el afortunado paciente se alzó de inmediato, exaltado de tanta alegría, en pos de Jesús. No era para menos. Pero los evangelios son así. Únicamente lo que es nuclear a juicio del redactor, queda fijado en el relato evangélico, siempre con las palabras justas, las menos posibles, porque no eran las del evangelista, sino las de Jesús las que realmente importaban.
Tenemos que colocarnos mentalmente en ese paraje desconocido, como quien coloca curioso una silla ante un espectáculo imprevisto, para adivinar la sencilla majestad de Jesús pasando entre ellos y el alboroto incontenible de la gente poniéndose súbitamente en pie, dando saltos de júbilo, abrazándose los unos con los otros, gritando alabanzas a Dios, proclamando el nombre de Jesús... Se trata de una escena tumultuosa. cuyo fragor creó memoria y fecha para sus testigos y para cuantos lograron el favor impagable de recuperar la salud perdida.
Sólo en raras ocasiones, como acontece con el ciego de Jericó, se nos declara que el afortunado paciente se alzó de inmediato, exaltado de tanta alegría, en pos de Jesús. No era para menos. Pero los evangelios son así. Únicamente lo que es nuclear a juicio del redactor, queda fijado en el relato evangélico, siempre con las palabras justas, las menos posibles, porque no eran las del evangelista, sino las de Jesús las que realmente importaban.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Sangre en Bagdad
De nuevo la cerrilidad terrorista de un sector acérrimo del Islán ha tronchado la vida de dos cristianos, ensangrentando aún más la ensangrentada Bagdad, y todo por el mero delito molesto de ser cristianos, en un país donde el mosaico de etnias y religiones han convivido tradicionalmente en paz. Sucede que el buen sentido de los restantes líderes religiosos, incluido el imán de Bagdad, ha condenado unánimemente toda explosión de intolerancia salvaje, encomiando la fidelidad modélica de los cristianos y abogando por que se restaure la convivencia que siempre ejemplarizó las relaciones mutuas de unos y otros.
Hay que destacar que los cristianos, lejos de dejarse amedrentarse por el terror, han celebrado la memoria de sus hermanos mártires, afirmando con denuedo su confesión de fe en Cristo.
Estos que veis vestidos de blancas vestiduras, ¿quiénes son y de dónde han venido?(Ap 7,13) Porque obviamente, por contra, el odio es negro.
Hay que destacar que los cristianos, lejos de dejarse amedrentarse por el terror, han celebrado la memoria de sus hermanos mártires, afirmando con denuedo su confesión de fe en Cristo.
Estos que veis vestidos de blancas vestiduras, ¿quiénes son y de dónde han venido?(Ap 7,13) Porque obviamente, por contra, el odio es negro.
lunes, 8 de noviembre de 2010
Benedicto XVI en España
Benedicto nos ha visitado, y como él mismo explicó a los periodistas durante el trayecto en avión, los dos puntos que presiden este gesto suyo de ir a Santiago y Barcelona, son el sentido de la peregrinación en sí y el de celebrar la culminación de la Sagrada Familia de Gaudí.
El papa se sabe peregrino, porque lo es todo cristiano en el camino de la fe hacia la trascendencia, saliendo del utilitarismo de la vida cotidiana, que es tanto como salir de sí mismo al encuentro de los demás en común romería, a la manera como Abrahán sale de su tierra por la senda de las promesas recibidas.
El tema de la belleza alude a la iglesia de la Sagrada Familia soñada por Gaudí, como expresión de la belleza de la verdad, en continuidad de tradición y renovación.
Todos quedamos invitados a emprender decididos el camino que asciende, las lucernas de la fe en la mano, al santuario de Dios, más allá del tiempo.
El papa se sabe peregrino, porque lo es todo cristiano en el camino de la fe hacia la trascendencia, saliendo del utilitarismo de la vida cotidiana, que es tanto como salir de sí mismo al encuentro de los demás en común romería, a la manera como Abrahán sale de su tierra por la senda de las promesas recibidas.
El tema de la belleza alude a la iglesia de la Sagrada Familia soñada por Gaudí, como expresión de la belleza de la verdad, en continuidad de tradición y renovación.
Todos quedamos invitados a emprender decididos el camino que asciende, las lucernas de la fe en la mano, al santuario de Dios, más allá del tiempo.
domingo, 7 de noviembre de 2010
Los crisantemos
Al filo de los meses de octubre y noviembre florecen los crisantemos. Son flores de pétalos alargados y, en alguna variedad, como despeinados en su apiñado descuido, recogidos en a un botón central amarillo. Los hay blancos, ocres, rojos, amarronados. Sobre todo blancos. Es la flor atribulada de Todos los Santos, tal vez porque su floración acaece propicia en ese tiempo luctuoso y no es raro que asociemos su sencilla belleza con los días dolientes en que perdimos a un ser querido. En realidad, todas las flores de los camposantos son tristes.
Con los crisantemos, como con los lirios, florecen los cementerios y se explica que su austeridad no conozca aroma alguno ni sea precisamente su disfrute lo que nos acerca a ellos, sino su asociación mortuoria. Son flores para el recuerdo y la añoranza. Lo son para decorar las lágrimas de nuestro pasado lívido. Sobre todo los blancos, me agradan los blancos, inocentes, llenos de luz, limpios de polvo y paja.
Jesús no tuvo flores ni una lápida que leyera su nombre.
sábado, 6 de noviembre de 2010
Para el rezo de laudes
El Museo de San Francisco conserva un raro ejemplar de libro comunitario de horas, de los que, colocados en un facistol hacia el centro del coro, servían, a falta de breviarios impresos, para el rezo y salmodia en común de las horas canónicas. El de referencia responde a la hora matutina de laudes.
Se trata de un libro de grandes proporciones, con texto de palabras frecuentemente abreviadas-de ahí breviario-, escrito en cuidada letra gótica, en pergamino, como era habitual en la tradición de estos libros, y sólo algunas de sus letras versales aparecen ligeramente miniadas. Las pastas están confeccionadas con tabla de madera recubierta de piel de carnero. Algunos de estos libros llegaban a pesar más de cien kilos. El conjunto del coro lo constituían, entre estudiantes de Artes, profesores y resto de la comunidad, en torno a una veintena de religiosos.
Prácticamente, podemos dar por perdida la noble dedicación de aquellos pendolistas que convertían en arte los signos fonéticos de la escritura coral. Es un deleite para los sentidos repasar antiguos documentos, donde la esmerada pluma del monje mimaba las palabras y el lenguaje, porque era el amor de Dios quien presidía todas las diarias ocupaciones monásticas. Las prisas que azuza la economía del tiempo, se ha llevado consigo muchas de las antiguas prendas que enjoyaban nuestra cultura, hoy alejada de estudios que no devenguen rédito económico inmediato, en provecho de la utilidad y la especialización. ¿A alguien le puede ya extrañar el desprecio laico de los valores del espíritu?
Se trata de un libro de grandes proporciones, con texto de palabras frecuentemente abreviadas-de ahí breviario-, escrito en cuidada letra gótica, en pergamino, como era habitual en la tradición de estos libros, y sólo algunas de sus letras versales aparecen ligeramente miniadas. Las pastas están confeccionadas con tabla de madera recubierta de piel de carnero. Algunos de estos libros llegaban a pesar más de cien kilos. El conjunto del coro lo constituían, entre estudiantes de Artes, profesores y resto de la comunidad, en torno a una veintena de religiosos.
Prácticamente, podemos dar por perdida la noble dedicación de aquellos pendolistas que convertían en arte los signos fonéticos de la escritura coral. Es un deleite para los sentidos repasar antiguos documentos, donde la esmerada pluma del monje mimaba las palabras y el lenguaje, porque era el amor de Dios quien presidía todas las diarias ocupaciones monásticas. Las prisas que azuza la economía del tiempo, se ha llevado consigo muchas de las antiguas prendas que enjoyaban nuestra cultura, hoy alejada de estudios que no devenguen rédito económico inmediato, en provecho de la utilidad y la especialización. ¿A alguien le puede ya extrañar el desprecio laico de los valores del espíritu?
viernes, 5 de noviembre de 2010
Las flores de Todos los Santos
He visto ya ajadas los prietos ramos de flores con que la gente, el día de Todos los Santos, engalanó ensombrecida por los recuerdos, las frías lápidas del cementerio, que es como engalanar el paso del tiempo y la añoranza. Y hay quien conmemora la delicadeza con que el ser querido que allí reposa, cultivaba su sensibilidad con la preferencia bienoliente de unas determinadas flores, que son las elegidas ahora para este homenaje familiar a la memoria entristecida del difunto. Sólo que el tiempo, enfermo de pena. Ha acabado por amarillear de tristeza, como las manos de los difuntos.
Cristo también murió arropado por el llanto de los suyos, y la madera de una cruz era su mortaja gloriosa. A los pies de la cruz no pongáis otras flores que las que sangran rojas como el destrozo de sus divinas llagas. A los pies de la cruz no pongáis sino zarzas y rosas, porque así fue el dolor de su martirio.
El dolor es del color con que se sufre, y el de hoy es morado y triste, por más que, un poco más allá de lad cosas, está siempre, como esmerilado por nuestros descuidos, Cristo Jesús, nimbado con la luz resucitada de su nueva vida.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Crimen en la catedral
Líbreme Dios de identificar el Islán con la bestialidad de quienes se complacen, en su nombre, en destrozar con explosivos a gente buena que reza devotas en la catedral de Bagdad, salpicando con sangre mártir las imágenes del lugar sagrado. Líbreme Dios. Pero si jalean que el dios de sus creencias aplaude y premia dadivoso su belicosa brutalidad, flaco favor es el que hacen a sus correligionarios moderados y mejor aconsejados. Los menos avisados en este otro lado del mundo, acaban por meter en un mismo saco a los seguidores del profeta de manera indiscriminada, lo que tampoco es justo.
En este clima tan poco favorecedor de la conveniente cercanía de unos y otros, es lamentable el abismo que están cavando entre una y otra cultura, a despecho de los vanos y fracasados intentos por conjuntar, cogidas con alfileres, tan apartadas civilizaciones.
Bagdad ya no es la sede ideal de cuentos supuestamente encantadores, ocurridos en no sé qué noche entre mil y una, por más descuentos que se le haga a la intolerancia..
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Rosas en el claustro
Aún quedan algunas rosas en el jardincillo interior del claustro, que las inclemencias de la lluvia han ajado no poco. Dicen que la rosa europea fue cruzada con otras rojas procedentes de China, traídas por los antiguos comerciantes de la seda, y resultó la corriente de color encarnado. Desde antiguo, fueron muy apreciadas por culturas como la babilónica y la grecolatina.
El Espasa dice que de ella que es “notable por su belleza, la suavidad de sy fragancia y su color, generalmente encarnado poco subido”. Las hay de variados colores, blancas, rojas, negras, azules, amarillas y de mil clases, cada cual con su nombre distintivo, Ofelia, Victoria, Gloria del bosque, Modestia, Paz, de te, de pitiminí, de las cuatro estaciones, de mar, de río, etc...
La austeridad de la espiritualidad judía no se asomó demasiado al esplendor perfumado y perfecto de la rosa. Sólo Jesús de Sirac, en el Eclesiástico, la cita una vez, con sentido figurado, en el capítulo 38, para decir a los jóvenes que crezcan “como rosa que brota junto a la corriente”. En Sevilla, se venera a la Virgen María bajo la advocación Virgen de la rosa, y no falta alguna sociedad secreta que la ha convertido en su sello distintivo, petro ésta a mí me huele mal.
Los poetas han cantado siempre el carácter efímero de su belleza y la proponen como dechado de perfección. Juan Ramón Jiménez aconseja a los poetas, por eso, no retocar nunca un poema en detrimento de su espontaneidad, “porque así es la rosa”.
El Espasa dice que de ella que es “notable por su belleza, la suavidad de sy fragancia y su color, generalmente encarnado poco subido”. Las hay de variados colores, blancas, rojas, negras, azules, amarillas y de mil clases, cada cual con su nombre distintivo, Ofelia, Victoria, Gloria del bosque, Modestia, Paz, de te, de pitiminí, de las cuatro estaciones, de mar, de río, etc...
La austeridad de la espiritualidad judía no se asomó demasiado al esplendor perfumado y perfecto de la rosa. Sólo Jesús de Sirac, en el Eclesiástico, la cita una vez, con sentido figurado, en el capítulo 38, para decir a los jóvenes que crezcan “como rosa que brota junto a la corriente”. En Sevilla, se venera a la Virgen María bajo la advocación Virgen de la rosa, y no falta alguna sociedad secreta que la ha convertido en su sello distintivo, petro ésta a mí me huele mal.
Los poetas han cantado siempre el carácter efímero de su belleza y la proponen como dechado de perfección. Juan Ramón Jiménez aconseja a los poetas, por eso, no retocar nunca un poema en detrimento de su espontaneidad, “porque así es la rosa”.
martes, 2 de noviembre de 2010
Lluvia otoñal
Cada estación tiene su propia manera de llover, torrencial, pertinaz, a intervalos, de sopetón, fría, ardiente. Esta lluvia otoñal, sin llegar a ser cálida, suaviza un tanto la aspereza del frío de Teruel, que merece ya la denominación de origen, por la singularidad de su seca intensidad con que templa el aromático jamón local.
Este agua fina y silenciosa, casi invisible y persistente, viene a limpiar los rincones de las calles de la ciudad, habitualmente sucias. mingitorios nocturnos de maleducados y gamberros. Llegó como de puntillas, a medianoche, sin despertar a nadie; se deja ver a ratos durante el día, y se va de la misma manera que ha llegado, callada y discreta. La Escritura diría que se ha recogido en sus silos. Y es que Teruel es pequeño, pero acogedor, como los antiguos hogares con la leña ardiendo al pie de la chimenea. Lo dicen todos. ¿Y la nieve? En Teruel capital, ya casi no nieva., por más que hay excepciones notables. Alguien me dice: Demasiado alto para que llueva y demasiado bajo para que nieve. Con relación a sus montañas, claro.
Este agua fina y silenciosa, casi invisible y persistente, viene a limpiar los rincones de las calles de la ciudad, habitualmente sucias. mingitorios nocturnos de maleducados y gamberros. Llegó como de puntillas, a medianoche, sin despertar a nadie; se deja ver a ratos durante el día, y se va de la misma manera que ha llegado, callada y discreta. La Escritura diría que se ha recogido en sus silos. Y es que Teruel es pequeño, pero acogedor, como los antiguos hogares con la leña ardiendo al pie de la chimenea. Lo dicen todos. ¿Y la nieve? En Teruel capital, ya casi no nieva., por más que hay excepciones notables. Alguien me dice: Demasiado alto para que llueva y demasiado bajo para que nieve. Con relación a sus montañas, claro.
lunes, 1 de noviembre de 2010
Vocabulario incómodo
Hay palabras y palabras. A la par de ciertas palabras que nos producen una grata impresión al decirlas u oírlas, las hay incómodas y hasta repugnantes. Las unas las paladeamos, en tanto que escupiríamos las otras. En ocasiones no es el sonido de sus fonemas lo que nos incomoda, sino que, psicológicamente, la palabra incide en lo que significa, y la impresión que produce su significado llega resultarnos repelente.
Desde este punto de vista, hay palabras soeces, groseras, ofensivas, insultantes. Las hay que nos desagradan a nivel espiritual. Una en concreto, con una serie de sinónimos detrás como facetas de una misma realidad, me desagrada irremediablemente, en cuanto se me antoja la papelera de toda malicia: la palabra demonio, con su sombra de acompañantes: diablo, satán, satanás, belcebú, leviatán, lucifer, y alguna otra acepción más. Sé aun de personas que la usan como simple interjección inofensiva y hasta con familiaridad: ¡Demonios! ¡Diantre! No seré yo quien corra el riesgo de invocarle tan desprevenido. Es un término perteneciente a lo que Pemán llamaba la mala lengua.
A cambio, gustar del noble sabor de la divina palabra, relaja el espíritu y serena el ímpetu de nuestros despropósitos. ¡Bendito sea Dios que accedió a hablar a los hombres, permitiéndonos tratarle a él de tú a tú! ¡Gracias a él por su Palabra!
¡Palabra!
Desde este punto de vista, hay palabras soeces, groseras, ofensivas, insultantes. Las hay que nos desagradan a nivel espiritual. Una en concreto, con una serie de sinónimos detrás como facetas de una misma realidad, me desagrada irremediablemente, en cuanto se me antoja la papelera de toda malicia: la palabra demonio, con su sombra de acompañantes: diablo, satán, satanás, belcebú, leviatán, lucifer, y alguna otra acepción más. Sé aun de personas que la usan como simple interjección inofensiva y hasta con familiaridad: ¡Demonios! ¡Diantre! No seré yo quien corra el riesgo de invocarle tan desprevenido. Es un término perteneciente a lo que Pemán llamaba la mala lengua.
A cambio, gustar del noble sabor de la divina palabra, relaja el espíritu y serena el ímpetu de nuestros despropósitos. ¡Bendito sea Dios que accedió a hablar a los hombres, permitiéndonos tratarle a él de tú a tú! ¡Gracias a él por su Palabra!
¡Palabra!