Todos, como cristianos, participamos de la vida de Dios que es su gracia, a la manera como los sarmientos se nutren de la savia de la vid. Por eso dice Jesús que quien permanece en su amor, se surte de la vid que es él, y quien no, queda cercenado y sin vida.
Dar gloria a Dios, dice Jesús, es dar fruto abundante, hacer rentable esa vida que se nos transmite desde el corazón encendido de Cristo, vivir con entusiasmo los mandamientos de Jesús, sentir a los demás vivamente como algo nuestro, servir a quienes nos necesitan, testimoniar la fe en Cristo con nuestro ejemplo, iluminando a los que van ciegos por la vida.
Que no nos falte nunca la gracia del supremo labrador que es el Padre.
Bagatela: Las puestas de sol
Las puestas de sol, todas igualmente espléndidas, pero todas diferentes. Se podría coleccionar toda una serie de puestas de sol, todas ellas magníficas, pero nunca iguales. Varían las formas caprichosas de las nubes que el sol enciende en tan efímero momento, varía su disposición, la variedad de tintas y matices de color que infiere en ellas la luz solar, cuando no su ausencia, limpio entonces el cielo como el inmenso lago azul de su propia quietud infinita.
La puesta de sol de hoy tiene también su singularidad. Un conjunto de alargadas nubes grises, situadas en sucesivos estratos, mostraban a manera de sueño una inabarcable celosía informal de luces y sombras, traspasadas de sol las estrechas nubes sobre girones de cielo intensísimamente anaranjados.
Mientras el disco solar se agigantaba sumergiéndose tras la linea gris de los montes, una llamarada increíblemente roja inflamó el horizonte. Eran los estertores de la puesta de sol. Y es que, así, desangrándose, muere la tarde.
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