sábado, 9 de julio de 2011
No temáis
El cristiano , embebido de la fe de Cristo, tiene motivos más que sobrados para no temer: Dios está con él. Más aún: está pendiente de él, como si no hubiera nadie más de quien ocuparse. Nada que tenga que ver con él, le pasa a Dios desapercibido. Si se ocupa solícito de las aves del cielo, ¿va a despreocuparse de quienes viven para él? No dudemos de la fidelidad de quien ha dado y cumple siempre su palabra.
No tengáis miedo. Nos pueden quitar la vida temporal, que es un ayer que pasó; no os pueden quitar a Dios que alienta y vive con nosotros, ya ahora, eternamente.
Reflexión: Ruidos nocturnos
Hay algo a lo que nunca me acostumbraré: los ruidos nocturnos. No por nada se echa mano de él para condimentar los artificios del miedo. Las películas de misterio, usan de ruidos horrísonos que hacen temblar la noche y amedrentan a los incidentales huéspedes del castillo hechizado. Y hay bravos perros que al oír el estampido del trueno, se refugian atemorizados en los rincones más recónditos de la casa. La estridencia del ruido es ya de por sí una molesta contaminación acústica que el oído rechaza, no sólo por fastidioso, sino por dañino. Y si esos ruidos contribuyen a no poder conciliar normalmente el sueño, su daño se multiplica. Entre las estridencias más o menos sonoras, está el estruendo apresurado del camión de la basura en el manejo de los malolientes contenedores, el griterío innecesario, los sábados, a altas horas de la noche, de los que regresan alegres y animados de los lugares nocturnos de ocio, ajenos al descanso de los mayores; los estampidos instantáneos de los fuegos de artificio de toda fiesta, el nivel excesivo de los aparatos de música de los coches, auténticas cajas de resonancia, donde el incansable golpeteo de los instrumentos de percusión imponen un ritmo de encabritada intensidad; la moto de encolerizado motor que eleva a nivel de colmo todos los gruñidos juntos, etc. La ley desaprueba tales desmanes, pero es evidente que su aplicación no deja de ser compasiva y benigna. ¡Son jóvenes!
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