Divagación: No siempre los extremos se tocan
Por ejemplo el tiempo. El tiempo es bipolar entre calor caliginoso y frío intenso. Primavera y otoño carecen de personalidad; son estaciones de paso, transitorias, a veces de dudosa definición, de modo que no sabemos bien cuándo han comenzado o cuándo acaban
. Hay en todo ello una progresión que, si partimos del invierno conduce a la cima del verano, para decaer de nuevo en la sima de la siguiente fase invernal, la noria. Dicen que cuando, desde mediados de agosto, empiezan a mojarnos las lluvias, se están asomando ya los primeros atisbos de las palideces del otoño. Es como un anticipo, un avance de lo que queda ahí, a la vuelta de la esquina. Pero sólo atisbos. Los árboles retienen aún sus hojas, el día prolonga todavía su temporalidad luminosa y los intrusos veranillos se suceden con altibajos hasta desembocar en los primeros fríos aún dorados del otoño. Ha refrescado ya de manera notable. La lluvia y el viento húmedo han atemperado el ambiente. Se está bien. Disfrutemos de la tibieza que estos cambios meteorológicos nos deparan. Cierto que las golondrinas empiezan a emigrar, pero poco importa. Volverán las oscuras golondrinas, sea cual fuere la ventana que elijan para colgar sus nidos.. Lo dijo el poeta.
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