sábado, 10 de septiembre de 2011
Por sus frutos los conoceréis
No es aconsejable edificar sobre arena; quien proyecta un edificio seguro, lo fundamenta sólidamente sobre tierra firme.
Así es como ve Jesús a quienes fundan su espiritualidad en meras teorías que no conducen a nada, frente a quienes son consecuentes con las palabras de Jesús y llevan a término sus mandatos. Si queréis conceptuar el posible provecho de la conducta de alguien, lo conoceréis por la calidad de sus obras, como por sus frutos discernimos un árbol de otro.
La bondad engendra buenas obras; la maldad corrompe el corazón del hombre.
Divagación: El acuario
En tiempos hubo en esta casa un acuario, ese trasunto de mar empequeñecido al que no faltaban unos pececitos azules y rojos, unas peñas esponjosas tirando a arrecife y algunas algas filamentosas de un verde muy claro que se mecían pausadamente. Un foco de luz indirecta iluminaba el cubo llenándolo de transparencias, mientras por una esquina subía una columna de pompas de aire inquietas y juguetonas tropezándose las unas con las otras.
Era un remedo de mar acristalado para uso doméstico a la medida de Pulgarcito, sin ruidos, sin fragor de oleajes, sin barcos de ronca andadura ni maremotos. Un mar tranquilo y silencioso, como una isla desierta con su cocotero. Y estaba vivo y era de verdad, sin ocultar su artificio, su hermosa hechura humana.
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