miércoles, 16 de noviembre de 2011
Las onzas y el rey
Esta parábola es una variante de la de los talentos. Como allí, dos agraciados gestionan cabalmente ese caudal encomendado y obtienen un equilibrado rendimiento; hay uno negligente que devuelve lo prestado sin más. Sólo los que han hecho rendir las gracias que Dios pone en sus manos, entrarán el reino eterno.
Hay entonces aquí una apelación al juicio final, donde Dios pondrá a cada cual en su sitio, porque lo que Jesús persigue, no es sino sacudir la conciencia de quienes viven en la desidia, instándoles a tomar en serio los designios de Dios.
Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Y al enviar su Hijo al mundo, intenta que sigamos su estela, para que lleguemos a ser espejo e imagen suya, a cuyo fin pone a nuestra disposición un lote de gracias con que hacer de nosotros testigos del divino amor.
Reflexión: La cultura y la especialización
Hoy en día, la adquisición de conocimientos tiende a la especialización, y de ahí el auge de la técnica, de modo que más que personas cultas, se busca gente experta, y el resultado es, como ya ha dicho alguien, llegar a saberlo todo sobre casi nada. En fechas que podemos considerar ya remotas, Alexis Carrel, premio nobel de medicina, en un libro que alcanzó máxima difusión, auguraba un porvenir donde el equipo de expertos y técnicos sustituiría al trabajo individual. El equipo reuniría a un conjunto de especialistas sobre diversas disciplinas, convenientemente conjuntadas por un director. Aquel atrevido augurio, entrevisto con singular clarividencia, ya es hoy una realidad palpable, y de ahí el ocaso de las humanidades, donde el hombre culto dispone de una visión más amplia y panorámica del saber. El puzle se impone a la belleza individualizada del poema. Yo entiendo que lo uno no debiera tachar los valores innegables de la sabiduría, que está en la base de todo el conocimiento.
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