sábado, 24 de diciembre de 2011
El Benedictus
Es sintomático que aquella promesa de Ezequiel previendo cómo el Espíritu de Dios descendería sobre su pueblo instalándose entre los hombres, empieza aquí a cumplirse en Zacarías. Con el Benedictus se agradece el inesperado beneficio que, contra toda esperanza, acaban de recibir los padres del niño, pero más aún porque se adivina ya que ha comenzado la cuenta atrás de la salvación del hombre: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha vitado y redimido a su pueblo. Y en esa realización salvadora, su hijo tendrá un papel sobresaliente.
Llevar un nombre u otro no es indiferente para un judío. El nombre tiene una significación y una intención muy acusada. Así, si Emmanuel significa Dios con nosotros y Jesús significa el que salva, Juan viene a ser tanto como Dios da gratuitamente. Lo que sugiere que el misterio planeaba ya sobre ese niño que se llamaría así. Todos interpretan, pues, que Dios tiene un proyecto especial sobre este niño. La mano de Dios está con él, decían todos. Una bella imagen. De manera muy semejante, Jesús diría un día que los signos prodigiosos con que Dios subrayaba lo que él hacía, eran obra del dedo de Dios. Que, igualmente, la mano de Dios proyecte su sombra sobre nosotros, para que nuestros pasos acierten siempre a ir pisando los que holló primero Jesús pisó por los caminos de su evangelio.
Reflexión: Los chasquidos de los huesos
Conocí a una persona a quien le sonaban las articulaciones de los huesos al andar o levantarse de la silla, como si se los hubieran hecho con chapa de sonajero. Tienen connotaciones fúnebres estos gemidos inescrutables e intempestivos. Quizás por eso resulte tan molesto escuchar tales chasquidos óseos secos e instantáneos. ¿Tendrán que ver algo con íntimos engranajes sin lubricar como cabría esperar? Algo debería hacer la medicina para atenuar al menos esas presuntas apelaciones a la muerte. Lo digo porque Juan Rulfo tiene una ingeniosa novelita en la que cierto difunto de huesos especialmente desafinados, da pie a otros cercanos a él en el cementerio para que pongan en solfa las estridencias enterradas del esqueleto solitario, que se remueve ruidosamente una y otra vez buscando una postura acomodada. Y hay en el profeta Ezequiel un conocido pasaje simbólico en que un montón sobrecogedor de huesos se remueve de pronto vistiéndose de carne, nervios y musculatura, hasta ponerse en pie. Los huesos dicen mucho más de lo que aparentan. Los huesos tienen historia. Hay quien no los toma en serio. ¡Se necesita humor!
Rincón poético
¡ME REBELO!
La Virgen lleva en la frente
una estrella. ¿Qué diablejo
se atrevió a tocar su frente?
¡Me rebelo!
La Virgen da a luz un Niño
y entre unas pajas lo ha puesto,
mientras duerme san José.
¡Me rebelo!
Hace frío. El buey al Niño
lo calienta con su aliento.
No hay otra calefacción.
¡Me rebelo!
El rey Herodes que maten
a los niños ha dispuesto.
¿No tiene el rey corazón?
¡Me rebelo!
Que el hombre trate así a Dios,
es algo que yo no entiendo.
Dicen que siempre fue así.
¡Me rebelo!
¿De qué sirve rebelarse
si así nada cambiar puedo?
¿He de resignarme entonces?
¡Me rebelo!
(De Poemas para andar por casa)
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