miércoles, 11 de enero de 2012
El diabolismo
En Cafarnaún, durante la primera jornada evangélica, Jesús sale de la sinagoga, y en casa de Pedro, cura a la suegra. Con este hecho, Marcos nos está diciendo que el Reino de Dios es proclamación verbal y acción liberadora, en público y en privado.
Entre los hechos salvadores más sigificativos destaca librar de las ataduras del diablo a los posesos. Es una constante en el evangelio de Marcos. Pero también de todo mal.
Las estrategias diabólicas son el adversario por antonomasia del proyecto salvífico de Dios, ya que encadena la libertad del hombre, avasallándolo, haciéndolo suyo, fanatizándolo, todo lo contrario de la libertad aneja al Reino de Dios. De ese espíritu maligno es signo la misma sinagoga, representativa de la mentalidad fanática de sus paisanos de Nazaret y raíz del rechazo a la persona, obra y palabra de Jesús.
Hoy ese mismo diabolismo está en el rechazo a nuestra fe y al evangelio de Jesús, desde el anticlericalismo, desde las sectas, del mal uso de las riquezas, la guerra salvaje..., males que debemos exorcisar con nuestro amor a Dios, a los desprotegidos, a los parados de todo el mundo.
En este empeño, Jesús está con nosotros.
Reflexión: El lenitivo del silencio
El silencio es beneficioso para el que sabe gustar sus ventajas. Descansa el oído, sujeto hoy día a constantes agresiones auditivas. Descansa la misma naturalidad del hombre, hecho para percibir sonidos necesarios y aún gratos, como la música y sonidos naturales relajantes, aves incluidas. Es uno de los beneficios del din de semana, sin coches, sin gente aglomerada en las calles, acuciada por las prisas y las ásperas toses invernales.
Son días para descansar y pasear con tranquila parsimonia e incluso para descubrir que hay un paisaje espléndido al borde del poblado que merece la pena contemplar, desde ese regreso del artificio ciudadano a la simplicidad de la naturaleza.
Y siempre, el silencio, vendándonos las heridas de la lucha cotidiana.
Rincón poético
HUIDA A EGIPTO
Huye san José, de noche,
desde Belén hacia el Niño.
Va pisando sus talones
una sombra de cuchillos.
María lleva en los brazos
entre pañales al Niño.
José tira del ronzal,
no se le pare el borrico.
Cien palmeras, vigilantes,
van marcándole el camino,
porque hay ojos herodianos
que acechan desde un castillo.
¿Dónde está la estrella aquella
que desde el oriente vino?
Se la llevaron los magos
y los magos ya se han ido.
Dios mira la escena, desde
una nube, muy tranquilo.
¡Ay que del osado que intente
hacerle daño a su Hijo!
(De Poemas para andar por casa)
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