Jesús se identifica con los suyos en la adversidad. Cuentan con un lugar destacado entre los privilegiados de sus bienaventuranzas. Él sabe de rechazos como pocos y que tampoco sus inmediatos seguidores se van a librar de la repulsa de sus propios adversarios. - Quien a vosotros acoge, a mi me acoge. Quien a vosotros os persigue, les avisa, me está rechazando a mí, y quien me rechaza a mí, rechaza a Dios mismo, mi Padre. A Jesús no le han faltado nunca quienes le incordien en su persona y en la persona de los suyos. Su evangelio emplaza a cuantos, airados, se niegan a seguirle y se empeñan en seguir matándole. Es la sangre que gotea todavía de las heridas nunca restañadas de la cruz, la persecución que sigue dejando mártires por las cunetas de los caminos de Dios. Estos que veis ahora vistiendo blancas vestiduras...
De persona a persona, cero
Todos somos iguales ante la ley, pero no sólo ante la ley. Hay trabajos humildes y los hay casi honoríficos que dan lustre al que lo ejerce con sensatez y respeto, ya que caer en la altivez deshonra al que se estima sobre los demás. Como personas, no hay más vara de medir que la de la bondad y la honradez. La sencillez sería el antídoto de la avilantez del hombre. La sencillez honra por igual al hombre distinguido y al obrero llano. Por encima de todo, somos personas. Y, como decía un ilustre profesor, de hombre a hombre, cero.
viernes, 30 de septiembre de 2011
jueves, 29 de septiembre de 2011
Los santos ángeles
Es una de las primeras cosas que se le enseña al niño, y que tal vez por eso acabamos por pensar que son cosas infantiles y damos de lado a su devoción. En la Sagrada Escritura, los ángeles son medianeros de Dios, enviados suyos, espíritus que realizan cometidos especiales o llevan mensajes a los hombres, y en todo caso, a la manera de lo que hace el arcángel san Rafael con Tobías, nos acompañan asegurándonos el camino que conduce a Dios y evitándonos caídas y tropiezos. No faltan teólogos que ponen sus reparos a su existencia. En todo caso, no estamos sobrados de fuerzas en un mundo en el que las provocaciones y artimañas tentadoras nos abruman. Con ángeles o sin ellos, sirvámonos para todo de la divina inspiración y pongamos siempre a Dios a nuestra derecha.
Comentario: Los tres arcángeles
Como dice san Gregorio Magno, el término ángel no hace referencia al ser de tales espíritus, sino a su función mensajera.
Entre ellos, la Sagrada Escritura habla de siete arcángeles, si bien sólo tres figuran con sus nombres. Los restantes se hallan en textos apócrifos y en la literatura rabínica En el Cristianismo los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael constituyen una categoría relevante dentro de los ángeles, como indica la el prefijo arkhi- , que significa jefe. Miguel preside el ejército de Dios, Gabriel figura como el mensajero celestial por excelencia; a él correspondió revelar a María el misterio de su divina maternidad. Rafael protege a los viajeros.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Te seguiré, pero.....
El seguimiento de Cristo no admite condiciones ni demoras, antes lleva consigo una determinación irrevocable y decidida. Seguir a Jesús no puede ser un mero ensayo para ver qué tal, sino una resolución que no admite vuelta de hoja. Los tres episodios de gente que pide seguirle exigiéndole que se ajuste a sus intereses, no miden la seriedad y el carácter de urgencia que Dios imprime a su proyecto de vida evangélica, cuyo objetivo no puede aguardar a que éste o el otro, apenas iniciado el camino, se empeñan en mirar hacia atrás. A Jesús se le sigue del todo, sin reservas. Seguirle en su proyecto de vida y estar pendiente de lo que ha dejado atrás, comporta perder el paso y cerrarle a Dios la puerta que acaba de abrirte. El seguimiento de Jesús lo es a ojos cerrados.
Reflexión: El mensaje de la enfermedad
Si la vida son los ríos, se entiende que su caudal vaya incrementándose con nuevos aportes a lo largo de su curso. De alguna manera, vivir la vida nos enriquece. Sólo que no faltan amagos y avisos de muerte en el lenguaje amargo de la adversidad, que es siempre un cuchillo emboscado en el misterio. Adversidad es el advenimiento acedo de la enfermedad. Un buen día, el corazón deja de sonreír y sólo la entereza cristiana evita desmayos inmaduros e inconvenientes. La enfermedad es un mensaje muy personal que lleva el sello de Dios. Se exhorta al que sufre que ponga la sangre de sus heridas, al pie de la cruz, en el mismo charco en que vació la suya el corazón de Cristo. Pues, eso. Ayer era tiempo de reír, como diría Qohelet; hoy lo es de alzar serenamente, como Jesús, la vista al cielo, poniendo nuestras lágrimas en los ojos crucificados de Cristo. En ocasiones, los ríos alcanzan las arenas tórridas del desierto y se secan.
martes, 27 de septiembre de 2011
Y no le recibieron
Es muy expresiva esa advertencia evangélica de Jesús, necesitado de un lugar donde pasar la noche: no le recibieron. Dios entre los hombres y el mundo no se entera. Ni entonces ni ahora. Vino a darnos lo mejor, su amor, el misterio del perdón, su misma vida. Y no le recibimos. Era como uno de nosotros y no supieron discernir quién era. Y un día, en un recodo del camino, nos daremos de bruces con él. ¡Qué ridiculez pretender entonces sea él quien nos reciba a cambio de tanto desprecio! Pero nos recibirá.
Diferentes sensibilidades
La seriedad del norte europeo tiñe de una cierta frialdad su espiritualidad en sus manifestaciones más obvias, sufridores de un clima adverso, como en cambio la alegría espontánea del sur halla su justificación en un contexto geográfico luminoso y abierto. Se diría que la Pasión se siente más hondamente en el norte y la Resurrección entre nosotros, bien que sean inseparables. Nuestras iglesias son luminosas y alegres, pobladas de Vírgenes y santos; las del norte quedan despobladas, en el ámbito gótico de escuetas líneas góticas rectas y frías. La fe es la misma. No lo somos los creyentes ni el lenguaje con que la expresamos en cantos, rezos o en piedra. Creo yo.
Diferentes sensibilidades
La seriedad del norte europeo tiñe de una cierta frialdad su espiritualidad en sus manifestaciones más obvias, sufridores de un clima adverso, como en cambio la alegría espontánea del sur halla su justificación en un contexto geográfico luminoso y abierto. Se diría que la Pasión se siente más hondamente en el norte y la Resurrección entre nosotros, bien que sean inseparables. Nuestras iglesias son luminosas y alegres, pobladas de Vírgenes y santos; las del norte quedan despobladas, en el ámbito gótico de escuetas líneas góticas rectas y frías. La fe es la misma. No lo somos los creyentes ni el lenguaje con que la expresamos en cantos, rezos o en piedra. Creo yo.
lunes, 26 de septiembre de 2011
El más grande en el reino de los cielos
Qué suerte tan distinta la de los serios discípulos de Jesús cuando el Espíritu de Dios rige ya los destinos de la Iglesia, de cuando, cruzando eriales y caminos polvorientos por Galilea, discutían acaloradamente como zoquetes, sobre quién pueda ser el más excelso en las manos de Dios. No se percatan de que están ultrajando lo mejor de la biografía de Jesús, quien se había hecho niño aparcando su divinidad en las manos del Padre, con ánimo, entre otras cosas, de estar con ellos y enseñarles que la humildad es la lucecita que nos ilumina por dentro, desvelándonos nuestra verdadera realidad oculta. ¿El más grande? Aquel que sabe empequeñecerse, al modo como lo hizo el Verbo de Dios anonadándose.
Divagación: Mi antigua celda de novicio
Eran los ya lejanos años de noviciado y primeros espinosos estudios de filosofia, en aquel monasterio venerable envuelto en un mar empinado de oscuros pinos verdes y agrisadas piteras. Recuerdo aquella luminosísima habitacioncilla donde a duras penas cabía un estornudo, con una ventana alta y estrecha como D. Quijote, abierta de par en par hacia el bosque oloroso y cercano, y un limpio cielo azul casi cegador. La cama, ¡qué digo cama!, un camastro con jergón embutido de ásperas y ruidosas hojas de maíz, una silla carcomida de la que no se adivinaba en que día del año se le rompería una pata, un estante con cuatro libros viejos y una fementida mesa raída como un saco. Y luz, mucha luz. Y silencio, todo el silencio del mundo. Y Dios llenándote de gloria y felicidad la humilde pobreza que empezaba a arraigar gozosamente en tu corazón.
Divagación: Mi antigua celda de novicio
Eran los ya lejanos años de noviciado y primeros espinosos estudios de filosofia, en aquel monasterio venerable envuelto en un mar empinado de oscuros pinos verdes y agrisadas piteras. Recuerdo aquella luminosísima habitacioncilla donde a duras penas cabía un estornudo, con una ventana alta y estrecha como D. Quijote, abierta de par en par hacia el bosque oloroso y cercano, y un limpio cielo azul casi cegador. La cama, ¡qué digo cama!, un camastro con jergón embutido de ásperas y ruidosas hojas de maíz, una silla carcomida de la que no se adivinaba en que día del año se le rompería una pata, un estante con cuatro libros viejos y una fementida mesa raída como un saco. Y luz, mucha luz. Y silencio, todo el silencio del mundo. Y Dios llenándote de gloria y felicidad la humilde pobreza que empezaba a arraigar gozosamente en tu corazón.
domingo, 25 de septiembre de 2011
Parábola de los dos hijos
Tres son las parábolas que versan sobre la viña, con la salvedad de que ésta de los dos hermanos tiene por destinatarios a un sector de la autoridad religiosa, los saduceos, compuesto por sumos sacerdotes, ancianos y latifundistas. Era gente aristocrática asociada, más que en un grupo religioso, en una partido político. Se codeaban con los romanos y su sensibilidad religiosa no admitía más fe que la heredada de Moisés, por lo que prescindían de los profetas y no creían en la resurrección. Asolada la ciudad y el templo por los romanos, quedan excluidos de la sociedad hebrea. La parábola apela a sus oyentes implicándoles en la búsqueda de su sentido figurado, mediante una pregunta sobre cuál de entre dos hijos sigue la voluntad del padre. El uno, remiso y rezagado, después de negarse, aunque a regañadientes, va a la viña; el otro accede, pero no va. El hijo rezongón representa a aquellos judíos alejados de Dios que, convertidos, se acogen el mensaje salvador de Cristo, como los publicanos y las prostitutas. Pero están también los que mienten cuando aparentan complacer al padre. Son los jefes religiosos, que rechazaron a Juan Bautista porque les reprochaba su mala conducta, y rechazan también a Jesús, que les resulta igualmente incómodo. Al fin, ambos son profetas. Jesús sentencia que incluso publicanos y rameras les han tomado la delantera y mal que les pese, pasarán a ser los primeros en el corazón de Dios. Como Mateo, Zaqueo, la Magdalena, que dan un vuelco a su vida, ajustándose a la voluntad divina Este es, pues, el evangelio de la esperanza para quienes han vivido descarriados y tocados por la verdad de Dios, se comprometen a vivir según el modelo que es Cristo.
Reflexión: Lloviznando
Acostumbrado, como religioso a mirar a lo alto, sigo con interés los avatares del tiempo, porque espacio y tiempo son coordenadas en que se sitúa la vida. Estamos tocando el otoño y no llueve. Ayer mismo, por la mañana nos ha humedecido el ambiente ese amago de lluvia que es la llovizna, una llovizna supuestamente impalpable de la que nadie hace caso, y que llaman por eso calabobos. En ese casi no ser puede residir el motivo de que, indefinida, los intentos de denominarla de algún modo sean numerosos; en Cuenca llaman cernedillo a tal aprendiz de lluvia, en otro sitios prefieren referirse a ella como orvallo, en el norte sirimiri y en alguna otra mollizna. La llovizna no es apenas; simula que quiere llover, lo intenta al menos, y hay ocasiones en que se emboba ella misma y no cesa, monótona, tibia y escasa. La de ayer, ni eso.
Reflexión: Lloviznando
Acostumbrado, como religioso a mirar a lo alto, sigo con interés los avatares del tiempo, porque espacio y tiempo son coordenadas en que se sitúa la vida. Estamos tocando el otoño y no llueve. Ayer mismo, por la mañana nos ha humedecido el ambiente ese amago de lluvia que es la llovizna, una llovizna supuestamente impalpable de la que nadie hace caso, y que llaman por eso calabobos. En ese casi no ser puede residir el motivo de que, indefinida, los intentos de denominarla de algún modo sean numerosos; en Cuenca llaman cernedillo a tal aprendiz de lluvia, en otro sitios prefieren referirse a ella como orvallo, en el norte sirimiri y en alguna otra mollizna. La llovizna no es apenas; simula que quiere llover, lo intenta al menos, y hay ocasiones en que se emboba ella misma y no cesa, monótona, tibia y escasa. La de ayer, ni eso.
sábado, 24 de septiembre de 2011
Presagio luctuoso
En medio de la admiración de la gente, Jesús quiebra el posible entusiasmo de los suyos comunicándoles que no se hagan ilusiones con la falsa visión de un mesías victorioso e inmortal. No es ése el propósito salvador de Dios. Ha de morir, ha de ser entregado para poder justificarnos con el precio de su muerte.
Los discípulos se acongojan. No acaban de entender o no quieren entender, porque no admiten que el mesías pueda morir. ¡Qué sentido puede tener que todo lo hecho hasta ahora con él quede en agua de borrajas!
El lenguaje de Jesús es ininteligible si nos empeñamos en que signifique, no lo que él tiene a bien revelarnos, sino lo que mejor se acomode a la estrechez de nuestros criterios.
Desde la oscuridad no es raro que ni adivinemos la autenticidad de la verdad de Dios.
Consideración: En el colmo del desorden
M e es grato comenzar el día con las ventanas aún de par en par, respirar el aroma a pan reciente del horno cercano y acordarme de que el Amor de Dios se escribe con mayúscula. Todavía se puede disfrutar de ese silencio ya oscuro y siempre profundo del amanecer, sólo roto por las prisas motorizadas de algún vehículo apresurado, porque lo exige la puntualidad del el trabajo, ese bien escaso que las más de las veces queda lejos, ¡y menos mal!
Volvemos a las carestías laborales de la posguerra, entre tantas otras, donde dar con una ocupación medianamente retribuida era poco menos que toparse con la rueda de la fortuna. Ya veíamos aquellas lejanas andanzas como un sueño desvaído que el bienestar posterior fue difuminando hasta convertirlo en un recuerdo esmerilado sin mayor importancia. Ya no era. Y casi de pronto, el orden con que empujamos el mundo hacia lo que consideramos un estado de estable progreso y seguridad razonable, se nos agrieta entre las manos, cruje, se desmorona y arde como castillo de paja. La Sagrada Escritura diría que todo se alarga y borra como sombra que pasa. Y por si no bastaba con este desquiciado desorden mundial donde la economía carece de rodrigones que a duras penas la sostengan, nos ahogan la esperanza en un porvenir aceptable, al que tenemos inalienable derecho.
Dios hizo el mundo y comprobó que todo estaba en orden y bien hecho. ¿Y qué? El hombre se basta a sí mismo para deshacerlo todo luego muy bien.
Los discípulos se acongojan. No acaban de entender o no quieren entender, porque no admiten que el mesías pueda morir. ¡Qué sentido puede tener que todo lo hecho hasta ahora con él quede en agua de borrajas!
El lenguaje de Jesús es ininteligible si nos empeñamos en que signifique, no lo que él tiene a bien revelarnos, sino lo que mejor se acomode a la estrechez de nuestros criterios.
Desde la oscuridad no es raro que ni adivinemos la autenticidad de la verdad de Dios.
Consideración: En el colmo del desorden
M e es grato comenzar el día con las ventanas aún de par en par, respirar el aroma a pan reciente del horno cercano y acordarme de que el Amor de Dios se escribe con mayúscula. Todavía se puede disfrutar de ese silencio ya oscuro y siempre profundo del amanecer, sólo roto por las prisas motorizadas de algún vehículo apresurado, porque lo exige la puntualidad del el trabajo, ese bien escaso que las más de las veces queda lejos, ¡y menos mal!
Volvemos a las carestías laborales de la posguerra, entre tantas otras, donde dar con una ocupación medianamente retribuida era poco menos que toparse con la rueda de la fortuna. Ya veíamos aquellas lejanas andanzas como un sueño desvaído que el bienestar posterior fue difuminando hasta convertirlo en un recuerdo esmerilado sin mayor importancia. Ya no era. Y casi de pronto, el orden con que empujamos el mundo hacia lo que consideramos un estado de estable progreso y seguridad razonable, se nos agrieta entre las manos, cruje, se desmorona y arde como castillo de paja. La Sagrada Escritura diría que todo se alarga y borra como sombra que pasa. Y por si no bastaba con este desquiciado desorden mundial donde la economía carece de rodrigones que a duras penas la sostengan, nos ahogan la esperanza en un porvenir aceptable, al que tenemos inalienable derecho.
Dios hizo el mundo y comprobó que todo estaba en orden y bien hecho. ¿Y qué? El hombre se basta a sí mismo para deshacerlo todo luego muy bien.
viernes, 23 de septiembre de 2011
¿Quién decís que soy yo?
A los discípulos de Jesús les contrariaba que el mismo Hijo de Dios tuviera que poner su vida a los pies de la perversión de sus adversarios. No tenía mucho sentido que así fuera. Y un día, sucede que efectivamente le asesinan y que otro día, de repente, aparece entre ellos vivo otra vez. La alegría los enloquece. Una alegría inenarrable que ni les permite pensar. Él está ahí de nuevo. Y el contenido de su fe da un vuelco, porque todo ha cambiado. Ahora creen firmemente en Jesús muerto y resucitado, lleno del Espíritu de Dios. No les preguntéis cómo ha sido. Ni se lo cuestionan. Pero hasta san Pablo, años después, enseñará que el mismo Espíritu divino que hace las veces de Jesús en la Iglesia, le devolvió a la vida de Dios que había dejado aparcada en las manos del Padre. Esa es nuestra fe.
Divagación: La dependencia del móvil
No sólo el tabaco, el alcohol y las drogas crean dependencia. Hay quien no se quita el móvil de la oreja ni para saltar un charco. Se habla de la alelada ensoñación de una tiza en manos de un tonto o algo así. El móvil es la tiza del alelamiento de muchos. En ellos, el móvil ha dejado de ser un artificio para el hombre, un instrumento a su servicio; el hombre es para el móvil, esclavizado a su imperiosa necesidad innecesaria. Los hay incluso, niños aún, que lo han convertido en algo así como su animal de compañía. Quitadles el móvil, y su vida perderá todo sentido. ¿Qué es la vida sin un móvil en que invertir el tiempo tonto de no hacer nada, en hablar con quien sea sin descanso y sin tino? El móvil es un horizonte abierto hacia la inmensidad de la nada, donde un lenguaje cargado de tópicos y frases hechas fluye a borbotones como una estela de insubstancialidad y sosería. El móvil propicia al usuario desmedido, un modo de estar, no un modo de ser. Hacen bien los colegios en prohibir el móvil, incompatible con la dedicación que la disciplina del estudio exige. Se comprenda o no, el móvil no lo es todo.
Divagación: La dependencia del móvil
No sólo el tabaco, el alcohol y las drogas crean dependencia. Hay quien no se quita el móvil de la oreja ni para saltar un charco. Se habla de la alelada ensoñación de una tiza en manos de un tonto o algo así. El móvil es la tiza del alelamiento de muchos. En ellos, el móvil ha dejado de ser un artificio para el hombre, un instrumento a su servicio; el hombre es para el móvil, esclavizado a su imperiosa necesidad innecesaria. Los hay incluso, niños aún, que lo han convertido en algo así como su animal de compañía. Quitadles el móvil, y su vida perderá todo sentido. ¿Qué es la vida sin un móvil en que invertir el tiempo tonto de no hacer nada, en hablar con quien sea sin descanso y sin tino? El móvil es un horizonte abierto hacia la inmensidad de la nada, donde un lenguaje cargado de tópicos y frases hechas fluye a borbotones como una estela de insubstancialidad y sosería. El móvil propicia al usuario desmedido, un modo de estar, no un modo de ser. Hacen bien los colegios en prohibir el móvil, incompatible con la dedicación que la disciplina del estudio exige. Se comprenda o no, el móvil no lo es todo.
jueves, 22 de septiembre de 2011
La realidad de Dios
El profeta Ageo, al regreso del destierro, devastado el país después de setenta años de abandono, anima a la gente a recuperar su identidad, porque en el encuentro con Dios que es la práctica religiosa, no se conoce a Dios creador si no se conoce a la criatura creada por él, y les recuerda que en el destierro, Dios siempre está más asequible y cerca. A quienes les tienta el pesimismo, podrían pensar, desde este razonamiento, que en los sinsabores, en los malos momentos, es donde está más cerca Dios.
El Qohelet nos recuerda a su vez que todo tiene su tiempo y oportunidad, tiempo de sembrar, de recoger, de callar, de hablar, tiempo de contratiempos y satisfacciones. Y ocurre que Herodes tiene curiosidad por ver a Jesús, quien no sentía ninguna por conocer a Herodes. De Jesús interesa el don de su enseñanza, porque hay un tiempo para estar con Dios y escuchar su palabra.
Jesús pregunta qué piensan unos y otros de él. Si la luz del evangelio no nos preside, cabría entonces preguntarse también: ¿Quién es hoy Jesús para mí? Mi comprensión de Jesús, con quien comulgamos en todo, comprende su cuerpo entregado como rescate por nosotros en la cruz, que sale a nuestro encuentro resucitado y glorioso, razón de todo nuestro amor a todo y a todos.
Divagación: Entretiempo
Si preguntamos a varios en qué día en concreto comienza el otoño, pocos lo sabrán con exactitud. Las fechas asignadas oficiosamente, en la práctica lo son de modo estimativo, porque el tiempo es azaroso y libertario. Sabemos por qué recodos del año suele dar sus primeros pálpitos, pero su trayectoria es sinuosa, razón por la que, en general, los pronósticos del tiempo resultan inciertos, aunque los ampare todo un cúmulo de cálculos científicos que no han sido capaces de hacer olvidar del todo a los antiguos augures del templo romano.
Divagación: Entretiempo
Si preguntamos a varios en qué día en concreto comienza el otoño, pocos lo sabrán con exactitud. Las fechas asignadas oficiosamente, en la práctica lo son de modo estimativo, porque el tiempo es azaroso y libertario. Sabemos por qué recodos del año suele dar sus primeros pálpitos, pero su trayectoria es sinuosa, razón por la que, en general, los pronósticos del tiempo resultan inciertos, aunque los ampare todo un cúmulo de cálculos científicos que no han sido capaces de hacer olvidar del todo a los antiguos augures del templo romano.
Pero, sí. El otoño ya está ahí, enseñándonos su podadera, dispuesto a desnudarnos los frondosos árboles del parque tan animado y alegre hasta ahora, que pronto estrenará sus primerizas soledades.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Mateo el publicano
Mateo es publicano, un recaudador de impuestos en la aduana de Cafarnaún, frontera con Siria, al norte de Israel. Los publicanos concitaban el rechazo más frontal de los judíos, y la repulsa nacía de que, invadidos por los romanos, tales funcionarios se dedicaban a recaudar para el César. Jesús lo acaba de elegir como a uno de sus seguidores más próximos, y en el banquete con que el afortunado discípulo se despide de sus colegas de profesión, Jesús se sienta entre ellos con el mismo espíritu con que se acerca a pecadores y pecadoras. Tiempo les faltó a unos fariseos para denostar a Jesús, que trasngrede las supuestas normas judías de la sana convivencia y envilece su propio nombre con el trato amigable de gente despreciable. Jesús, siempre Buen Pastor, se contenta con proclamar su función salvadora: no ha venido a rescatar a los buenos, que no lo necesitan, sino a curar espiritualmente a quienes andan descarriados y como sin pastor. Los ojos de la malignidad miran siempre torcidamente. ¿Eran conscientes escribas y fariseos de que, acosando a Jesús, acosaban a Dios?¿Qué grado de oscura gravedad contrae quien mira a Dios con turbios ojos de malevolencia?
Divagación: El corazón
En los salmos leemos que fue Dios quien hizo el corazón y conoce sus entresijos. Es razonable que así sea, por cuanto Dios es amor. ¿Quién mejor que Él para modular todo el abanico multiforme de la afectividad humana? ¿Quién, para entretejer los delicados mimbres que conforman la amabilidad? Si hay una joya en el cuerpo humano que merezca la asombrada admiración del hombre, ésa es exactamente el corazón. Sólo Dios pudo concebir y dar marcha, como al más preciso de los relojes, a ese prodigio de regularidad y ternura ante el que nos hacemos cruces y cuyo lenguaje Él bien conoce, porque es el único que el hombre puede emplear para hablar amorosamente, incluso tiernamente, con Dios.
martes, 20 de septiembre de 2011
La familia de Jesús
Carne y espíritu se oponen entre sí. Y precisamente invocando lazos naturales, quieren ver a Jesús sus familiares. Jesús corre peligro por intrigas que vienen urdiendo escribas y fariseos, pero no puede tolerar que nadie se interponga entre el proyecto salvador del Padre y su realización, por más que sus primos hermanos utilicen a su Madre como moneda de cambio. Y ha de recordar a cuantos le escuchan, que su familia en el reino de Dios son quienes escuchan y asimilan sus enseñanzas en cumplimiento de la divina voluntad. Así de claro. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Comentario: La lámpara y el celemín
Estamos en la Palestina de Jesús. Según la costumbre, se enciende una lámpara de barro con aceite y una mecha para recibir a los invitados, colgándola de un candelero.
Con finalidad litúrgica, esa lámpara no debería apagarse, se la deja hasta que el aceite se agote. Para obtener la oscuridad, habría que ocultarla, pero esa no es su función, sino la de iluminar.
La sabiduría de esta sentencia no esta en su sentido literal sino en su significado metafórico. Jesús ha hablado ya de que hay que escuchar su palabra; ahora además quiere que esa palabra se difunda, como quien alza una luz, para darla a conocer, misión que nos afecta a todos. Hay que dar a conocer a Cristo, en medio de la oscuridad del mundo.
lunes, 19 de septiembre de 2011
Al que tiene se le dará
Es explicable que, a veces, las palabras de Jesús se nos puedan antojar enigmáticas, pertenecientes al fin a una cultura religiosa acostumbrada a lo misterioso, que gusta de enigmas y adivinaciones. Una de las cosas más sobresalientes de la sabiduría de Salomón fue su destreza en descifrar enigmas. Y José, en Egipto, y Daniel en Babilonia, se acreditaron asimismo descifrando sueños igualmente enigmáticos. A quien tiene se le dará; y a quien no tiene se le quitará lo que tiene, dice paradójicamente Jesús. Quien logra tener más de lo que se le dio, porque ha trabajado y ha rendido, se le dará más de lo que tiene, en tanto que al que, por incuria, no ha llegado a tener lo que pudo llegar a tener, trabajando los dones que Dios puso en su mano, se le quitarán incluso esos dones que Dios le dio. La manera concisa y misteriosa de hablar Jesús, tiene por objeto hacer pensar, obligar a meditar en la riqueza de sus palabras. Sólo ahondando en ellas haremos nuestro su sentido, que es hacer nuestro el fruto de sus palabras. Que no nos falte nunca su luz necesaria para desvelar sus misterios más hondos.
Las fórmulas proféticas de Ezequiel
Estoy leyendo estos días un comentario del profeta Ezequiel y comprendo que a más de uno, la repetición de determinadas fórmulas se les antoje hilvanar el texto con locuciones vacías, de relleno, carentes de sentido. Conocerlas ayuda, por el contrario, a advertir que esas fórmulas tienen un lugar preciso y una función expresiva concreta, como abrir una cita de lo que Dios dice, en estilo directo: Esto dice el Señor; o dar acogida personal a la palabra: Esto me dijo el Señor; hay fórmulas de reconocimiento, al cerrar un oráculo: Sabrán que yo soy el Señor; y conclusivas: Yo, Yahvé, lo digo, equivalente a esta otra: Oráculo del Señor
Prestar atención a tales locuciones, contribuye no poco a discernir la estructura con que ordena el profeta sus revelaciones, como muescas distintivas de su propio sello y estilo
domingo, 18 de septiembre de 2011
La justicia de Dios
La parábola de los obreros de la viña contrapone la justicia distributiva de los hombres y la justicia divina de Dios. La Justicia distributiva que perfila y da a conocer la cultura helenista, establece el buen criterio de dar a cada uno lo que pe pertenece y corresponde. A ella apelan los obreros indignados de la viña. Es un término que con ese concepto no exiate en el AT., donde la justicia de Dios proclama la más estricta armonía entre los deseos de Dios y el hombre. El hombre que se atiene en todo a la divina voluntad, es justo en la práctica de su conducta para con él y los hombres. La justicia divina tiene asignado un sueldo, la salvación del hombre. Los jornaleros que pretenden ajustarse según la norma de la justicia distributiva en el ámbito de Dios, están cometiendo un serio dislate. La justicia de Dios no la miden criterios humanos, sino el amor de Dios, que da generosamente todos los que trabajan para él, la única moneda con que él paga dadivosamente a sus obreros, la eternidad junto en la gloria divina.
La escalera de Jacob
Una de las visiones bíblicas que más impacto han dejado en mi ánimo, es el sueño de Jacob en que unos ángeles transidos de luz y transparencia, suben y bajan por una escalera tendida entre el cielo y la tierra. Las sugerencias que permite esta visión son varias: la función de los ángeles como intermediarios entre Dios y los hombres, la viabilidad de acceder al umbral de Dios los limpios de corazón como si de una escalera asequible se tratase, la verdad luminosa de nuestros mejores sueños, que una vez despiertos tratamos golosos de prolongar, etc. Lo cierto es que esa escalera entre Dios y el hombre existe para quien acepta de Jesús el precepto de amar a Dios en los hombres. ¿Acaso amar a Dios no es emprender el vuelo hacia él, elevado sobre las cenizas de la maldad, el odio y la disolución?
La escalera de Jacob
Una de las visiones bíblicas que más impacto han dejado en mi ánimo, es el sueño de Jacob en que unos ángeles transidos de luz y transparencia, suben y bajan por una escalera tendida entre el cielo y la tierra. Las sugerencias que permite esta visión son varias: la función de los ángeles como intermediarios entre Dios y los hombres, la viabilidad de acceder al umbral de Dios los limpios de corazón como si de una escalera asequible se tratase, la verdad luminosa de nuestros mejores sueños, que una vez despiertos tratamos golosos de prolongar, etc. Lo cierto es que esa escalera entre Dios y el hombre existe para quien acepta de Jesús el precepto de amar a Dios en los hombres. ¿Acaso amar a Dios no es emprender el vuelo hacia él, elevado sobre las cenizas de la maldad, el odio y la disolución?
sábado, 17 de septiembre de 2011
La parábola de la simiente
La simiente es un símbolo evangélico de la divina palabra, que fructifica más o menos e incluso nada, según el estado propicio o no del terreno donde se prodiga la mano de Dios.
El evangelio nos ofrece la parábola y su explicación minuciosa, lo que altera la estructura de la parábola convirtiéndola en alegoría.
Jesús hablaba en parábolas, según lo aclara el evangelio, y no mediante alegorías; fue la enseñanza posterior de la Iglesia la que, desmenuzando los planos significativos de la parábola para hacerla más provechosa y asequible, la convierte en alegoría.
Dios había dado a su Iglesia potestad de hacer y deshacer, para la mejor difusión de la palabra y la gloria de Dios.
Comentarios a los libros de la Biblia de Jerusalén
Una acreditada editorial especializada en literatura religiosa, viene publicando una nutrida colección de comentarios de los libros que componen la Sagrada Escritura, según la traducción de la llamada de Jerusalén, a cargo de acreditados profesores, que exponen sus saberes según las especialidades concretas que exige cada libro.
Se trata así de una rica biblioteca que sin duda satisfará, como ya viene haciéndolo, según mi modesta experiencia y criterio personal, las necesidades espirituales del amante de la palabra de Dios.
viernes, 16 de septiembre de 2011
Digamos que el séquito acostumbrado de Jesús ha ido creciendo, y aquí Lucas nos hace saber que, increíblemente, entre sus seguidores figuran también algunas agradecidas mujeres que le son deudoras de su salud corporal y espiritualidad. El evangelista nombra a algunas que cobraron especial relieve: María Magdalena, la pecadora conversa, Juana, la esposa del intendente de Herodes, y Susana. Son mujeres de la alta sociedad que lo dejan todo para servir a Jesús, un hecho inconcebible que contrasta con la marginación a que estaba entonces sometida la mujer. Es éste un comportamiento ejemplar propio de la primitiva Iglesia; recordad a Talita, que ejercitó la diaconía tejiendo para los necesitados, el servicio de las mujeres en la comunidad.
Divagación: Preferencia por los pobres
La Escritura se decanta por la acogida a los pobres desde que el pueblo de Dios, asentado en la tierra prometida, se estructura socialmente de modo jerárquico, dando lugar a diferencias sociales, con la aparición de pobres y marginados. El evangelio no sólo los declara bienaventurados, sino que proclama ideal el desprendimiento en el seguimiento de Jesús, el mesías de los pobres, que nace, vive pobremente y establece que lo que se haga a uno de ellos, se le hace a él en persona. El rico vive pendiente de sí y de cuanto tiene. Sólo el pobre, desasido de todo como el aire, puede seguir a Cristo, libre de peso, pesares y pesadumbres.
jueves, 15 de septiembre de 2011
Jesús con María y Juan
Todos hemos heredado de Jesús el beneficio salvador del rescate que nos pone en las manos paternales de Dios. Juan, el discípulo fiel que desafía las iras del populacho y se mantiene al pie de Jesús acompañando a las santas mujeres, hereda además a María, que habrá de protegerla como un hijo. Es increíble este episodio de Jesús, colgando de unos clavos, exhausto, que se sobrepone en un esfuerzo sobrehumano para poner a María en buenas manos. Con este gesto magnífico, Jesús no deja ya cabos sueltos, siempre clarividente hasta su último aliento.
Divagación: Los altozanos de Bamá
En el profeta Ezequiel, en un inciso explicativo, se llama Bamá al altozano donde se practica la idolatría. Bamá se convierte luego en nombre genérico de todo procedimiento idolátrico. Mientras existió en Israel el lábil contagio de la idolatría, tan pujante entre los pueblos caldeos, los profetas clamaron contra quienes sustituían el culto a Dios por el de mostrencos diosecillos, hechura de manos humanas, que ni hablan, ni oyen ni sienten, frente a un Dios verdadero que se deja oír, que escucha inclinado hacia quienes se le encomiendan y siente repugnancia, dolor o compasión de quienes conculcan absurdamente sus preceptos o se arrodillan ante él compungidos. Isaías llega a considerar conducta idolátrica, en general, seguir dictados que no sean los de Dios, sustituirlo por lo que él rechaza . Bamá se ha apeado hoy de sus altozanos y se ha instalado gentilmente entre los hombres que idolatran el sexo, el dinero, el desenfreno y las drogas. Para estos, ni hay que fatigarse trepando pendientes. Todo es fácil.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
La impresión de las llagas
Sobre san Francisco, las Florecillas relatan este episodio de su vida. Fue fray León quien sorprende al santo en oración, ya de noche, “a la hora acostumbrada de rezar los maitines”. El santo había salido al bosque del monte Alverna, y arrodillado, comparaba su pequeñez con la grandeza de Dios, cuando un haz deslumbrante de luz descendió lentamente hasta posarse sobre su cabeza.
Fray León, asombrado, se retiró prudentemente y desde lejos, observó cómo san Francisco extendía por tres veces las manos hacia una llama que, en un momento dado, desapareció. El santo se encuentra luego con el compañero mientras regresaban al convento y le reprende su indiscreta curiosidad, pero acaba por explicarle la razón de lo que había visto, y era que mientras se comparaba humillado con la grandeza divina, una luz le dio el conocimiento de sí mismo, y otra le revelaba la bondad y sabiduría divinas.
Es un momento singular en la vida del santo, porque como él reconoció, desde ese momento el santo empezó a gustar de la contemplación, y en uno de esos íntimos coloquios con Dios, se le concede la gracia de que Dios, por mediación de un ángel, le prepare para la gran ocasión de experimentar en sí mismo los dolores de la Pasión. Ocurrió el mismo día de la celebración de la Cruz mientras rezaba arrodillado, ofreciéndose a Dios para experimentar los tormentos de la Cruz, y el ardor amoroso que le consumía durante aquel tormento.
Mientras consideraba dolorido los episodios sangrantes de la Pasión, Jesús mismo, en forma de serafín ardiente, se le fue acercando mirándole amorosamente, al tiempo que le hacía entender que iba a quedar totalmente transformado a semejanza suya, mediante un íntimo contacto interior. Fue como aplicarle a uno en la carne viva un hierro al rojo. Y Francisco, experimentando esta irrupción ardorosa de Jesús en lo más hondo de su ser, ni advirtió cómo las llagas de Cristo se le imprimían en el cuerpo, y sólo después del largo coloquio mantenido con Dios, pudo advertir que sellaban su propio amor a Cristo, como si también él hubiera sido crucificado.
En vano pretendió Francisco luego ocultar sus llagas a la curiosidad de los hermanos. Hubo de vendar las heridas, con la ayuda de alguno de ellos, y llegado el momento de la muerte, todos los presentes pudieron comprobar unas prominencias de carne, en el lugar de las llagas, que con el tiempo habían tomado la forma de clavos de color oscuro.
No cabe duda de que el sentido de tales llagas no es otro que la íntima identidad de Francisco con el amor salvador de Cristo. En ese estado, también él hubiera podido decir como san Pablo que no podía percatarse ya si era él o Cristo mismo quien ocupaba su vida. En alabanza de Cristo.
Divagación: Los polos magnéticos
Mientras me enjabono las manos en el lavabo, veo cómo el agua desparece por el sumidero describiendo una espiral en el sentido de las manillas del reloj. Dicen los que han cruzado el charco por debajo del ecuador, que en aquellas lejanas tierras ocurre lo contrario, el agua gira de derecha a izquierda, y la explicación parece que reside en la bipolaridad del campo magnético de la tierra, de modo que en esa otra latitud subecuatorial la polaridad cambia. Una alteración substancial en el magma del centro de la tierra, alteraría a ese envoltorio magnético que nos envuelve y el eje imaginario que va de polo a polo cambiaría su posición, como ya ha ocurrido en repetidas veces. No es tan estable el mundo que pisamos, pero son fenómenos que no se perciben y vivimos tranquila y cómodamente como si nada. Tal vez sea eso lo mejor. ¿Qué ganamos con preocuparnos de lo que escapa de nuestras manos y no podemos sujetar a nuestro albedrío?
Fray León, asombrado, se retiró prudentemente y desde lejos, observó cómo san Francisco extendía por tres veces las manos hacia una llama que, en un momento dado, desapareció. El santo se encuentra luego con el compañero mientras regresaban al convento y le reprende su indiscreta curiosidad, pero acaba por explicarle la razón de lo que había visto, y era que mientras se comparaba humillado con la grandeza divina, una luz le dio el conocimiento de sí mismo, y otra le revelaba la bondad y sabiduría divinas.
Es un momento singular en la vida del santo, porque como él reconoció, desde ese momento el santo empezó a gustar de la contemplación, y en uno de esos íntimos coloquios con Dios, se le concede la gracia de que Dios, por mediación de un ángel, le prepare para la gran ocasión de experimentar en sí mismo los dolores de la Pasión. Ocurrió el mismo día de la celebración de la Cruz mientras rezaba arrodillado, ofreciéndose a Dios para experimentar los tormentos de la Cruz, y el ardor amoroso que le consumía durante aquel tormento.
Mientras consideraba dolorido los episodios sangrantes de la Pasión, Jesús mismo, en forma de serafín ardiente, se le fue acercando mirándole amorosamente, al tiempo que le hacía entender que iba a quedar totalmente transformado a semejanza suya, mediante un íntimo contacto interior. Fue como aplicarle a uno en la carne viva un hierro al rojo. Y Francisco, experimentando esta irrupción ardorosa de Jesús en lo más hondo de su ser, ni advirtió cómo las llagas de Cristo se le imprimían en el cuerpo, y sólo después del largo coloquio mantenido con Dios, pudo advertir que sellaban su propio amor a Cristo, como si también él hubiera sido crucificado.
En vano pretendió Francisco luego ocultar sus llagas a la curiosidad de los hermanos. Hubo de vendar las heridas, con la ayuda de alguno de ellos, y llegado el momento de la muerte, todos los presentes pudieron comprobar unas prominencias de carne, en el lugar de las llagas, que con el tiempo habían tomado la forma de clavos de color oscuro.
No cabe duda de que el sentido de tales llagas no es otro que la íntima identidad de Francisco con el amor salvador de Cristo. En ese estado, también él hubiera podido decir como san Pablo que no podía percatarse ya si era él o Cristo mismo quien ocupaba su vida. En alabanza de Cristo.
Divagación: Los polos magnéticos
Mientras me enjabono las manos en el lavabo, veo cómo el agua desparece por el sumidero describiendo una espiral en el sentido de las manillas del reloj. Dicen los que han cruzado el charco por debajo del ecuador, que en aquellas lejanas tierras ocurre lo contrario, el agua gira de derecha a izquierda, y la explicación parece que reside en la bipolaridad del campo magnético de la tierra, de modo que en esa otra latitud subecuatorial la polaridad cambia. Una alteración substancial en el magma del centro de la tierra, alteraría a ese envoltorio magnético que nos envuelve y el eje imaginario que va de polo a polo cambiaría su posición, como ya ha ocurrido en repetidas veces. No es tan estable el mundo que pisamos, pero son fenómenos que no se perciben y vivimos tranquila y cómodamente como si nada. Tal vez sea eso lo mejor. ¿Qué ganamos con preocuparnos de lo que escapa de nuestras manos y no podemos sujetar a nuestro albedrío?
martes, 13 de septiembre de 2011
La viuda de Naín
En tiempos de Jesús, la independencia social de una mujer viuda no tenía más respaldo que el de su hijo. Si carecía también de hijos, pasaba a posesión de su cuñado. El desconsuelo de la viuda de ese pueblecito que cita Lucas, no puede ahondar más en su amargura. A Jesús le acompañan sus discípulos y una multitud de gente. Y una vez más, su compasión le mueve a remediar prodigiosamente tanto daño. Como Señor que es de la vida, levanta de su sueño al muchacho. Y la gente alaba pasmada la divina misericordia de Dios. No es ésta una clase de prodigios en que se prodigue mucho Jesús. Devuelve a la vida a la hija de Jairo, a Lázaro y a este joven. El Espíritu de Dios le devolvería a él la suya, ya eternamente.
Consideración: Los milagros de Jesús
Consta por testigos presenciales que Jesús hizo curaciones incurables. Con todo, no podemos considerar esos prodigios como la base inconmovible de nuestra fe. Los cristianos fundamos nuestra fe en la aceptación del misterio de la resurrección de Cristo. Desde el estampido glorioso de su resurrección, podemos aceptar el testimonio que el Padre da de su Hijo mediante los milagros, entendidos por los creyentes como signos en el entorno histórico en que sucedieron. No es la admiración ante los milagros, sino la fe en Dios y en su propia persona, lo que Jesús destaca como signo ante sus seguidores.
lunes, 12 de septiembre de 2011
La fe y delicadeza del centurión
Lucas suele tratar bien a los romanos y aquí nos propone el gesto creyente de un centurión que se preocupa por su criado enfermo y recurre confiado a Jesús. El respeto y corrección con que se muestra ante Jesús se nota al pedirle que no se moleste en ir a su casa, honor del que no se siente merecedor; bastará con una palabra suya para que el enfermo sane. Jesús, conmovido, se vuelve a los suyos y les hace ver la fe en su palabra del oficial. La fe es el poderoso empujón que provoca en Jesús algunos de sus milagros. Bien que como dicen los entendidos, no es en los milagros donde descansa nuestra fe, sino en el misterio de Cristo, que un día, asesinado por los hombres, volverá a la vida resucitado.
Divagación: Los tiempos modernos
Un reloj electrónico me despierta con música, todos los días, a la hora estipulada entre los dos. Y hay que reconocer que es exquisitamente puntual en su cometido. Un poco escandaloso, eso sí. Y aunque no es precisamente una novedad, pocas veces un criado es tan fiel en su servicio y cuesta tan poco mantenerlo.
Habría que electrificarlo todo, las aceras, la compra diaria, los aviones, la ruidosa recogida de basuras a media noche, etc; no me atrevo a decir todavía que la lluvia, el mismo amanecer...Ya hay algo así: trenes de alta velocidad que pasan por delante de uno como un zumbido, de modo que los ves y ya no están, libros electrónicos, el correo, hornos para el pan, útiles de cocina, los motores que mueven los coches más modernos. El ordenador es el rey; se puede comprar por internet la lotería, billetes de tren o de avión, ordenadores, se puede realizar la declaración de la renta, gestiones administrativas, qué sé yo.
En un futuro más o menos inmediato, los robots limpiarán la casa, nos pondrán las pantuflas al llegar cansados a casa, interpretarán a Bach o a Bethoven para nuestro relax, nos cortarán el pelo, nos abanicarán en verano, llevarán los niños al colegio, etc.
Tiempos modernos no son los que ridiculizaba Charlot. Se quedó corto. Los tiempos modernos están ya aquí, a la vuelta de la esquina con su opípara oferta de cómodas oportunidades.
domingo, 11 de septiembre de 2011
Setenta veces siete
Dios es amor; quien no ama, no puede mirarle sin vergüenza a los ojos. En nombre del amor a los demás, deduce Jesús la urgencia de perdonar al hermano cuantas veces sea necesario, porque donde no hay perdón, no hay amor. Hay que perdonar sin reservas, como escenifica Jesús en la parábola, contra el farsante a quien se le perdona en lo mucho y se niega a perdonar en lo poco. El perdón es la ley suprema del Reino del Dios. La parábola quiere servir de estímulo al discípulo, para que sea pródigo y largo en perdonar. Esto es lo importante. Jesús incluirá luego en la oración del Padrenuestro este mismo pensamiento, en forma de plegaria: Padre, perdona a tus hijos; como tú, también nosotros perdonamos a nuestros hermanos. Padrenuestro, porque somos y nos sentimos hijos de Dios, y una fraternidad sólo tiene sentido desde la filiación. Somos hermanos, siempre necesitados de su misericordia y amparo.
Divagación: Los dioses del odio
Un dios distraído, indiferente a la maldad de sus incondicionales, no cuela. Una religión que ampara el odio y lo practica con el recurso a la muerte de quienes no sienten como sienten sus secuaces, no puede ser una religión verdadera. En realidad, a una mentalidad irreligiosa y disolvente, corrompida por el odio, habría que excluirla por ley. Uno se horroriza cuando ve cómo el fanatismo mata sin rubor en el nombre de dios. ¿Qué dios? ¿Qué sucio invento es ese? Un dios que ampara el odio y se complace en el crimen, es él quien odia, él quien aprieta el gatillo. Dios es amor y no hay ni apariencia de amor donde anida el odio.
sábado, 10 de septiembre de 2011
Por sus frutos los conoceréis
No es aconsejable edificar sobre arena; quien proyecta un edificio seguro, lo fundamenta sólidamente sobre tierra firme.
Así es como ve Jesús a quienes fundan su espiritualidad en meras teorías que no conducen a nada, frente a quienes son consecuentes con las palabras de Jesús y llevan a término sus mandatos. Si queréis conceptuar el posible provecho de la conducta de alguien, lo conoceréis por la calidad de sus obras, como por sus frutos discernimos un árbol de otro.
La bondad engendra buenas obras; la maldad corrompe el corazón del hombre.
Divagación: El acuario
En tiempos hubo en esta casa un acuario, ese trasunto de mar empequeñecido al que no faltaban unos pececitos azules y rojos, unas peñas esponjosas tirando a arrecife y algunas algas filamentosas de un verde muy claro que se mecían pausadamente. Un foco de luz indirecta iluminaba el cubo llenándolo de transparencias, mientras por una esquina subía una columna de pompas de aire inquietas y juguetonas tropezándose las unas con las otras.
Era un remedo de mar acristalado para uso doméstico a la medida de Pulgarcito, sin ruidos, sin fragor de oleajes, sin barcos de ronca andadura ni maremotos. Un mar tranquilo y silencioso, como una isla desierta con su cocotero. Y estaba vivo y era de verdad, sin ocultar su artificio, su hermosa hechura humana.
viernes, 9 de septiembre de 2011
El ciego que conduce a otro ciego
En los pasajes evangélicos de hoy y mañana, aparecen diversas sentencias, sólo unidas por palabras que hacen de enlace y facilitan su memoria: ojo, la medida, el árbol, la boca, la casa. Son recursos propios de culturas antiguas, que transmiten de memoria sus conocimientos. Y dado que confían el tesoro de su fe a la transmisión oral, han de desarrollar recursos memorísticos fiables.
La primitiva Iglesia de Jesús pertenece aún a esa época en la que la tradición se mantiene de boca en boca, hasta fijase por escrito para preservarla mejor. Son los evangelistas quienes ponen por escrito lo que han recibido de la tradición y han indagado en fuentes escritas. Y es que la Iglesia escribió en el corazón de los hombres, más que en los libros, las palabras entrañables de Jesús.
Entre esas sentencias, compara Jesús con el ciego que conduce a otro ciego, a quienes se dejan llevar por falsos profetas, de quienes hay que verificar antes la bondad o falsedad de lo que enseñan. Entre esa sentencia y la del que no ve en su ojo la viga, aunque sí la paja en ojo ajeno, hacen de enlace los términos ciego y ojo.
Antes que criticar a los demás, enseña Jesús, procurad ser lúcidos para con vosotros mismos, criticando lo que os afea todavía más a vosotros mismos.
Divagación: El manitas
Es una bendición contar en cualquier institución, incluida la familia, con ese personaje habilidoso capaz de arreglarlo todo. No es albañil ni mecánico ni fontanero, pero no hay baldosín, tuerca ni grifo que se le resista. Generalmente, le satisface saberse imprescindible y gozar de una rara prontitud en dar con la solución que exige cada desperfecto, cada arreglo. Es imaginativo y no le falta rapidez mental. Si le falta una herramienta, él mismo busca o se ingenia el modo de sustituirla.
Pudo haber sido un buen ingeniero, un ingenioso programador electrónico, un diligente maestro de obras, pero no lo echa en falta. De algún modo, él lo es todo a su medida, y en su hacendosa multiplicidad no tiene precio.
jueves, 8 de septiembre de 2011
La Natividad de María
La alegría es la nota dominante de los textos litúrgicos de esta fiesta de la Natividad de María. Y la motivación es clara: ¿cómo no alegrarnos por el nacimiento de la Madre de Dios, que raya con el de quien nos va a salvar? Se dice así que María es la estrella de la mañana, que anuncia el día. Éste es el sentido de la fiesta de hoy, preámbulo de esa otra alegría que entraña ver a Dios andando entre los hombres, como uno más. María estaba destinada desde la eternidad a ser la Madre de Dios, a cuyo fin la adornó con todos los dones que semejante empresa requería. Dios da a cada uno las gracias necesarias que le capaciten para su realización personal, por lo que dicen los teólogos que “La gracia de María en el momento de su concepción, sobrepasó las gracias de todos los ángeles y hombres juntos” (San Alfonso Mª de Ligorio). Santo Tomás llega a decir que fue tal y tanta su dignidad, que no era conveniente que en lo sucesivo tuviera otro hijo que Dios. Hoy, cumpleaños de la Virgen María, goza ya siempre de la juventud que nace de la compañía de Dios, eternamente joven. Es oportuno unir a la alegría de contemplar la plenitud de gracia de María, la de saber que Dios ha querido que naciéramos también nosotros, a su sombra, llamándonos a un destino eterno de felicidad y amor, en el complejísimo concierto de toda la creación. Esta fiesta que hoy celebramos nos lleva a considerar con hondo respeto el nacimiento de todo ser humano, a quien Dios le dota de cuerpo y alma, lacrada con el sello de su misma realidad divina.
Divagación: La justicia y la paz
No hay paz donde no hay justicia, como no hay regato que no nazca de una fuente. La injusticia engendra los desacuerdos, las desavenencias, el mutuo rechazo. La injusticia desemboca en la pugna y la horrorosa inutilidad de la guerra. Sé justo y sobrevendrá la paz como una venda, como un ungüento sanador de heridas. La justicia y la paz se besan, dice el salmo, y suelen ir juntas a todo lo largo de la Escritura bíblica. Por eso, el don de la paz de Jesús no es de este mundo, ya que es un don entrañable de Dios, que se instala, como en un nido caliente, en el corazón del hombre, quien sólo así esta en paz consigo mismo y con los demás. La paz que acuñan los hombres carece de consistencia, no va más allá de dejar de hacer la guerra y poco más, de ahí su fragilidad, y lo importante no es dejar de hacer, sino establecerla, afirmarla. Los que ayer firmaban en vano la paz, hoy se enzarzan en nuevas contiendas. Los cristianos rezamos suplicando que Dio nos dé la paz, la suya, una paz inalterable que no sabe dar el mundo.
Divagación: La justicia y la paz
No hay paz donde no hay justicia, como no hay regato que no nazca de una fuente. La injusticia engendra los desacuerdos, las desavenencias, el mutuo rechazo. La injusticia desemboca en la pugna y la horrorosa inutilidad de la guerra. Sé justo y sobrevendrá la paz como una venda, como un ungüento sanador de heridas. La justicia y la paz se besan, dice el salmo, y suelen ir juntas a todo lo largo de la Escritura bíblica. Por eso, el don de la paz de Jesús no es de este mundo, ya que es un don entrañable de Dios, que se instala, como en un nido caliente, en el corazón del hombre, quien sólo así esta en paz consigo mismo y con los demás. La paz que acuñan los hombres carece de consistencia, no va más allá de dejar de hacer la guerra y poco más, de ahí su fragilidad, y lo importante no es dejar de hacer, sino establecerla, afirmarla. Los que ayer firmaban en vano la paz, hoy se enzarzan en nuevas contiendas. Los cristianos rezamos suplicando que Dio nos dé la paz, la suya, una paz inalterable que no sabe dar el mundo.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Las bienaventuranzas
Las bienaventuranzas son proclamaciones de dicha gustada ya aquí en la tierra. El reino de la felicidad pertenece a quienes obran en consonancia con la palabra de Jesús. Son fórmulas de bendición que el evangelio usa con cierta frecuencia, y no sólo en este discurso que llamamos de las bienaventuranzas. Estas fórmulas aparecen cincuenta veces en el conjunto de todo el Nuevo Testamento y veinticinco de labios de Jesús. Es fácil concluir entonces que Dios desea la felicidad del hombre y para ello establece cuáles pueden ser los mimbres con que tejer esa felicidad en nuestro corazón. No una felicidad transitoria y efímera, sino la felicidad definitiva y completa. Dichosos los pobres, los mansos, los afligidos, los puros, los que construyen la paz, los perseguidos por la justicia... Pero dichosos también: los que saben perdonar, los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. María, que ha creído en las palabras del ángel, y aquel que no se escandaliza de Jesús o ese servidor que su amo, a su regreso, encuentra vigilante. Y tú mismo, si no te pueden devolver el dinero que has prestado, con aquel que se entusiasma al pensar que cenará un día a la mesa de Dios en el Reino del Señor. Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis, vosotros, cuyos nombres están escritos en los cielos, sobre todo si sabéis ser serviciales los unos de los otros, dichosos todos los que crean sin haber visto... Y es que estos deseos de felicidad de Jesús, llamados macarismos, pueden resumirse en uno sólo: Dichoso aquel que asume, hace suya y vive plenamente la palabra de Dios.
Divagación: El difícil arte de la política
Un amigo que fue gobernador civil de provincia, asqueado de los entresijos de la política, se ha retirado de toda clase de ejercicio y pertenencia partidaria. La política bien entendida es un arte y requiere vocación para ejercerla al servicio de los demás, pero no siempre es fácil cuando pone en tela de juicio las propias convicciones, contrariadas por el interés político. Antes de claudicar del dictamen de la propia conciencia, es preferible excluirse uno mismo de lo que cruje en el ánimo de la propia rectitud. La verdad está por encima de los manejos interesados de los hombres, y de espaldas a la verdad y a Dios, la bondad se resquebraja. No se trata de huir de nada, sino de encaminarse por las sendas del sentido común.
martes, 6 de septiembre de 2011
Los Doce
Jesús es eminentemente religioso y dado a la oración. No podía ser de otro modo. Todo lo suyo es del Padre y todo lo del Padre es suyo, como explica él mismo. Hay una plena identidad entre ambos; en consecuencia, su vida es un diálogo entrañable y constante con Dios. Y consciente de que el Padre le ha enviado a realizar el proyecto salvador del hombre, suele retirarse a la espesura del monte para pulsar en todo momento la voluntad divina.
Lo hace de más notable manera en delicados momentos, cuando la decisión que le corresponde tomar requiere de él proceder con atinado acierto. En esta ocasión se sume en oración toda una noche, lo que prueba la importancia de acertar en la elección, entre sus numerosos discípulos, de los Doce que colaboren estrechamente con él y le acompañen en sus correrías evangélicas por las aldeas del lago y los montes próximos.
Ni qué decir tiene que la oración es la mejor brújula para acertar, al momento de pulsar cuáles sean los deseos de Dios sobre nuestra conducta en todo momento. Jesús es el ejemplo que hay que seguir, porque, congregados dos o tres fieles para rezar, todo lo que pidamos a Dios en su nombre nos será concedido.
Divagación: La vida es juego
Lo es en el ámbito infantil. Concluyen las vacaciones y niños y jóvenes acuden a sus colegios a que evalúen sus conocimientos en las disciplinas donde han dejado asignaturas pendientes, esos flecos dolorosos que quedan colgando de otra oportunidad a final de cada curso.
Todavía no hay clases, pero en los momentos de espera, comienzan ya los juegos en el patio de manera informal, porque donde hay un niño, el juego es su complemento indefectible. Y ya que indefectiblemente para el niño la vida es juego, la metodología, titubeando aún, viene conformando la enseñanza según pautas de juego, que creen dependencia y motive al estudiante a hacer amable el estudio.
Algo hay que inventar para que la enseñanza y la formación no sigan decayendo por la pendiente fácil de los límites actuales de la frustración y el desencanto.
Lo hace de más notable manera en delicados momentos, cuando la decisión que le corresponde tomar requiere de él proceder con atinado acierto. En esta ocasión se sume en oración toda una noche, lo que prueba la importancia de acertar en la elección, entre sus numerosos discípulos, de los Doce que colaboren estrechamente con él y le acompañen en sus correrías evangélicas por las aldeas del lago y los montes próximos.
Ni qué decir tiene que la oración es la mejor brújula para acertar, al momento de pulsar cuáles sean los deseos de Dios sobre nuestra conducta en todo momento. Jesús es el ejemplo que hay que seguir, porque, congregados dos o tres fieles para rezar, todo lo que pidamos a Dios en su nombre nos será concedido.
Divagación: La vida es juego
Lo es en el ámbito infantil. Concluyen las vacaciones y niños y jóvenes acuden a sus colegios a que evalúen sus conocimientos en las disciplinas donde han dejado asignaturas pendientes, esos flecos dolorosos que quedan colgando de otra oportunidad a final de cada curso.
Todavía no hay clases, pero en los momentos de espera, comienzan ya los juegos en el patio de manera informal, porque donde hay un niño, el juego es su complemento indefectible. Y ya que indefectiblemente para el niño la vida es juego, la metodología, titubeando aún, viene conformando la enseñanza según pautas de juego, que creen dependencia y motive al estudiante a hacer amable el estudio.
Algo hay que inventar para que la enseñanza y la formación no sigan decayendo por la pendiente fácil de los límites actuales de la frustración y el desencanto.
lunes, 5 de septiembre de 2011
El paralítico del brazo intonso
El lugar es la sinagoga y en ella los personajes del relato ocupan tres planos. El lisiado, que queda situado en el centro de la nave, Jesús desafiando la perversión del descanso sabático, y al fondo, como emboscados en la oscuridad de su malicia, los fariseos, a la espera de ver si, contra lo que ellos entienden que no hay que hacer en sábado, le sorprenden curando al paciente. ¿Cómo no, si él enseña que hacer el bien a terceros es la mejor manera de honrar a Dios santificando así el descanso sabático?
Ya tienen un argumento para incriminarle y parlotean aparte entre sí, como a escondidas, estudiando la manera de acabar con él.
Pocas cosas dolían tanto a Jesús como esa falta de rectitud en quienes dirigían religiosamente al pueblo. Decía, por eso, de ellos que eran como el ciego que conduce a otro ciego.
Bagatelas
Acabo de oír no sin cierto entusiasmo unas composiciones musicales para piano, de Beethoven, que el compositor califica de bagatelas. Se trata de una forma compositiva ingeniosa, breve y ligera.
Bagatela es una cosa de escasa importancia. Por supuesto que una bagatela musical como la que acabo de oír, no tiene la envergadura de la sinfonía o el concierto, ni es una orquesta quien la interpreta, sino un virtuoso pianista, Jenö Jandó, en cuyas manos piruetean los dedos, pero a pesar del calificativo musical, tampoco se puede considerar una pieza insignificante. Son piezas juguetonas de escasa duración, de ritmo saltarín, vivo y jubiloso, pero llenas de graciosa sonoridad y armónica belleza. Bagatelas titulo yo, a veces, estas divagaciones baladíes mías de tan escaso relieve, escritas a vuelo de pluma sobre casi nada. Creo que aquí el término cabe de lleno en el menguado significado que le confieren el uso ordinario y el diccionario de la lengua.
domingo, 4 de septiembre de 2011
La Iglesia, buen pastor
La comunidad cristiana debe encarnar en sí misma el cometido salvador que se echa a los hombros el Buen Pastor de rescatar y devolver al redil a la oveja peligrosamente extraviada. A ella precisamente le aplica Mateo tan primordial quehacer en casos extremos, que habrá que llevar cuidadosamente a cabo de manera habilidosa en sucesivos intentos de persuasión del cristiano distraído, y si a pesar de todo su conducta contumaz alcanza límites de escándalo, la comunidad no debe dudar de proteger con resolución su cohesión frente a las fisuras de la disolución, excluyendo al interfecto, para lo que cuenta con la facultad de atar y desatar. Es un modo inaplazable de urgir a la vigilancia.
Divagación: No siempre los extremos se tocan
Por ejemplo el tiempo. El tiempo es bipolar entre calor caliginoso y frío intenso. Primavera y otoño carecen de personalidad; son estaciones de paso, transitorias, a veces de dudosa definición, de modo que no sabemos bien cuándo han comenzado o cuándo acaban. Hay en todo ello una progresión que, si partimos del invierno conduce a la cima del verano, para decaer de nuevo en la sima de la siguiente fase invernal, la noria. Dicen que cuando, desde mediados de agosto, empiezan a mojarnos las lluvias, se están asomando ya los primeros atisbos de las palideces del otoño. Es como un anticipo, un avance de lo que queda ahí, a la vuelta de la esquina. Pero sólo atisbos. Los árboles retienen aún sus hojas, el día prolonga todavía su temporalidad luminosa y los intrusos veranillos se suceden con altibajos hasta desembocar en los primeros fríos aún dorados del otoño. Ha refrescado ya de manera notable. La lluvia y el viento húmedo han atemperado el ambiente. Se está bien. Disfrutemos de la tibieza que estos cambios meteorológicos nos deparan. Cierto que las golondrinas empiezan a emigrar, pero poco importa. Volverán las oscuras golondrinas, sea cual fuere la ventana que elijan para colgar sus nidos.. Lo dijo el poeta.
Divagación: No siempre los extremos se tocan
Por ejemplo el tiempo. El tiempo es bipolar entre calor caliginoso y frío intenso. Primavera y otoño carecen de personalidad; son estaciones de paso, transitorias, a veces de dudosa definición, de modo que no sabemos bien cuándo han comenzado o cuándo acaban. Hay en todo ello una progresión que, si partimos del invierno conduce a la cima del verano, para decaer de nuevo en la sima de la siguiente fase invernal, la noria. Dicen que cuando, desde mediados de agosto, empiezan a mojarnos las lluvias, se están asomando ya los primeros atisbos de las palideces del otoño. Es como un anticipo, un avance de lo que queda ahí, a la vuelta de la esquina. Pero sólo atisbos. Los árboles retienen aún sus hojas, el día prolonga todavía su temporalidad luminosa y los intrusos veranillos se suceden con altibajos hasta desembocar en los primeros fríos aún dorados del otoño. Ha refrescado ya de manera notable. La lluvia y el viento húmedo han atemperado el ambiente. Se está bien. Disfrutemos de la tibieza que estos cambios meteorológicos nos deparan. Cierto que las golondrinas empiezan a emigrar, pero poco importa. Volverán las oscuras golondrinas, sea cual fuere la ventana que elijan para colgar sus nidos.. Lo dijo el poeta.
sábado, 3 de septiembre de 2011
Las espigas del sábado
El cometido de honrar a Dios el sábado, descansando a la manera como hace el Creador al séptimo día, se convierte entre los judíos en un férreo mandato que extrema su cumplimiento hasta la ridiculez. Si estaba permitido, en caso de hambre, deshacer en la palma de la mano un puñado de espigas cogidas de un sembrado para paliar la extrema necesidad, escribas y fariseos se escandalizaban de lo que consideraban un vergonzoso desacato a la ley. Jesús, aduciendo ejemplos de la Sagrada Escritura, les desengaña y les hace ver que, en última instancia, él, Hijo de Dios, es Señor del sábado, porque la ley es ley divina, no ley de hombres.
Un crucificado anónimo
En un museo israelí se exhibe el hueso de un tobillo perteneciente a un sedicioso crucificado por los romanos. El hueso muestra retorcido el clavo que lo mantuvo sujeto a la cruz. Se supone que, no pudiendo retirar el cadáver al impedirlo el clavo, que se había doblado como un anzuelo en la madera, hubo que serrar el leño para liberar el pie. Quiere decirse que al crucificarlo, le clavaron los pies a un lado y otro del madero, en vez de en la parte delantera como sucede con Jesús. ¿Cuál era corrientemente entonces la costumbre de clavar los pies? Me quedo enganchado en la incógnita.
viernes, 2 de septiembre de 2011
La nueva alianza
Fariseos e incluso los discípulos de Juan el Bautista no aciertan a salir del recinto cerrado que es la antigua alianza. Con el ayuno intenta el hombre, a la antigua usanza, hacerse acepto a Dios purificándose de sus culpas, y sucede que Jesús, hijo de Dios, cuya realidad divina los fariseos no alcanzan a identificar, ha inaugurado el tiempo de la plenitud y ha venido precisamente a justificar al hombre, rescatándolo mediante el tributo de su vida y de su sangre. Hay una línea divisoria entre el territorio de la antigua alianza y el ámbito feliz de la nueva que inaugura Jesús. En consecuencia, no se puede echar vino nuevo en odres viejos, que los reventaría. No hay otro recurso que reconvertirse y traspasar la frontera que media entre lo antiguo y lo nuevo. Los discípulos de Jesús han aceptado el compromiso de vivir según los dictámenes del tiempo nuevo de la salvación y el gozo de estar a la mesa del enviado de Dios, les exime de revestir de luto su dicha. Vivamos nuestra fe en Cristo para que el precio de su sangre avive nuestro amor a su obra y su palabra.
Divagación: Un chaparrón
No sé si este aguacero tan comedido, efímero y pasajero que humedecía ayer la tierra, a media mañana, figuraba en los dudosos vaticinios de la meteorología oficial. Fue un remojón instantáneo de grandes gotas sonoras como monedas cobrizas estallando en el suelo reseco. Llovía y al tiempo el sol iluminaba radiante la lluvia que pendía como unos flecos de una nube blanca, errante y apresurada. Apenas oscureció un poco el asfalto de la calle y tampoco ha contribuido demasiado a enfriar el ambiente, pero es agua, agua limpia y natural, el agua de siempre antes de que tuvieran que reciclarla, y bajaba del cielo, como lo ángeles, un tanto oblicuamente, y no le faltará nunca nuestra acogida, sobre todo si es signo esperanzador de que, acabado ya el tórrido agosto, la lluvia volverá a alegrar nuestros campos, a limpiar la atmósfera y nuestro ánimo con su gris goteo purificador y fructífero.
Divagación: Un chaparrón
No sé si este aguacero tan comedido, efímero y pasajero que humedecía ayer la tierra, a media mañana, figuraba en los dudosos vaticinios de la meteorología oficial. Fue un remojón instantáneo de grandes gotas sonoras como monedas cobrizas estallando en el suelo reseco. Llovía y al tiempo el sol iluminaba radiante la lluvia que pendía como unos flecos de una nube blanca, errante y apresurada. Apenas oscureció un poco el asfalto de la calle y tampoco ha contribuido demasiado a enfriar el ambiente, pero es agua, agua limpia y natural, el agua de siempre antes de que tuvieran que reciclarla, y bajaba del cielo, como lo ángeles, un tanto oblicuamente, y no le faltará nunca nuestra acogida, sobre todo si es signo esperanzador de que, acabado ya el tórrido agosto, la lluvia volverá a alegrar nuestros campos, a limpiar la atmósfera y nuestro ánimo con su gris goteo purificador y fructífero.
jueves, 1 de septiembre de 2011
Desde la barca
No existía entonces, en la expresión literaria, el recurso de describir escenas o cosas para hacer saber cómo son, y el evangelio, que es un relato, no es una excepción; sin embargo, aquí, en el pasaje evangélico de hoy, tenemos una estampa de Jesús predicando desde la popa de una barca perfectamente descrita.
La gente, afanosa por oírle, se agolpa de tal manera que Jesús ha de apartarse aprovechando que acaban de fondear dos barcas de pesca junto la orilla. Desde una de ella, la de Pedro, Jesús predica a la gente sin apreturas, pausadamente, y concluida su prédica, ocurre además, aparte, con algunos de sus discípulos, el hecho insólito de la pesca prodigiosa, asombrando a los suyos, que no acaban de comprender lo que ven sus ojos, mientras arrastran esforzadamente hasta la orilla las redes rebosantes de peces.
Divagación: A las seis de la mañana
Jueves, a las seis de la mañana, la ciudad todavía está dormida, auque empieza ya a despertar, antes de despuntar la aurora. Todo lo envuelve aún el silencio de la noche y la quietud tiene visos monacales. Es la gran virtualidad de la noche: las prisas, las condenadas prisas, quedan relegadas hasta que amanezca otra vez con su acostumbrada algarabía y apresurados desplazamientos, entre ruidos, y estridencias.
Una grata temperatura y un soplo de brisa fresca y tierna como una caricia invitan a subir a la azotea, desde donde la luna casi no está, reducida a un breve trazo blanquecino doblado sobre sí mismo, como si también ella permaneciera recogida.
Dicen que hoy bajarán las ardientes temperaturas, desorbitadas hasta ahora. ¡Ojalá!