Una explosión de energía rompe esa armonía entre contrarios, cuyas trazas luminosas han sido fotografiadas por los astrónomos en la trastienda del universo. Y surge la materia quedando la antimateria en un trasfondo todavía incognoscible. Ese residuo de luz enrojecida es todo lo que queda de aquella cegadora deflagración, el Big-Bang.Por alguna razón que se ignora nos queda un universo que es el ámbito de la materia en fases de combustión y luminosidad, cuyas cenizas sufren la atracción de la gravedad hasta conglomerarse con hielo y configurando rocas estelares que, asociándose del mismo modo entre sí, conforman la tierra y los planetas. Vivimos sobre polvo de estrellas apagadas. Y uno se pregunta al punto en qué momento preciso de ese proceso, Dios, dueño de todo, pone el dedo creador sobre el hálito de la vida y el curso del tiempo. Porque la vida y el tiempo son criaturas suyas.
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