Ahí está la fina elaboración artística de la catedral de Burgos, junto a otras graníticas como la de Mérida, la de Jaén, igualmente maciza y clásica a la vez, la de Solsona, que protege de la intemperie pórtico y rosetón, casi escondidos, la de Mondoñedo, compendio de estilos sucesivos que cuentan su historia, la de Teruel, compleja en su articulación mudéjar de cuerpos que la enriquecieron en su crecimiento, de siglo en siglo desde el XIII, o articulada entre superficies limpias de hechura rectilínea con que la modernizan, como la de Tarrasa.En sus sillares, la impronta de la fe se revela en las más altas de cantería, las que imprime en todas ellas la piedad de un pueblo que se alza como de puntillas sobre la piedra sagrada para acercarse a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario