Es lo primero que también debemos destacar nosotros: aprender a estar a la escucha de la palabra, para conocer, como aquí, que amar a Dios de sobresaliente manera y al prójimo como a nuestra misma persona, es un mandato que está por encima de toda consideración y que los comprende a todos en sí.Es, pues, importante escuchar. Escuchar es ya una predisposición a obedecer, porque no es otra cosa lo que requieren de nosotros los preceptos divinos: llevar a la práctica esos mandatos. Y es consolador saber que quien sabe y profesa estas justificadoras disposiciones, no está lejos del reino de Dios.
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