martes, 7 de enero de 2014

Los doz discípulos de


Este episodio tiene dos partes que se acomodan a la mesa de la palabra y a la eucaristía. En la primera parte, Jesús,  adoctrina a los dos viajeros sobre la necesidad de que el mesías muriera. En la segunda, enardecidos por la palabra oída, le descubren de pronto al pronunciar la bendición sobre el pan y el vino.

Mientras no se dejan iluminar por la fe, más atentos a su soledad, a sí mismos, que a los vaticinios de Jesús,  no le reconocen, aparte de que Jesús, resucitado, es otro. Antes se le percibía con los sentidos, se dejaba ver y tocar; ahora sólo la fe es capaz de adivinar su presencia. Y eso es lo que está ocurriendo; y cuando Jesús se manifiesta con un gesto habitual, conocido por ellos, le identifican al punto mientras desaparece.


Reflexión


Este episodio tiene dos partes que se acomodan a la mesa de la palabra y a la eucaristía. En la primera parte, Jesús,  adoctrina a los dos viajeros sobre la necesidad de que el mesías muriera. En la segunda, enardecidos por la palabra oída, le descubren de pronto al pronunciar la bendición sobre el pan y el vino.

Mientras no se dejan iluminar por la fe, más atentos a su soledad, a sí mismos, que a los vaticinios de Jesús,  no le reconocen, aparte de que Jesús, resucitado, es otro. Antes se le percibía con los sentidos, se dejaba ver y tocar; ahora sólo la fe es capaz de adivinar su presencia. Y eso es lo que está ocurriendo; y cuando Jesús se manifiesta con un gesto habitual, conocido por ellos, le identifican al punto mientras desaparece.

Es la fe también para nosotros el sentido divino de su percepción espiritual. Lo que la fe no adivine, no lo adivina nada. Por eso, al reconocerlo, desaparece. Bienaventurados los que crean sin ver, porque la fe es eso.
Estudiemos sus gestos, su mirada amorosa, sus actitudes, su palabra, para identificar su presencia siempre, en todas partes.

Rincón poético
 LA PAZ QUE EL MUNDO NO DA
Hay quien sube esforzado a la montaña
a respirar en medio de la brisa
la paz que ensanche sus pulmones.
No por mucho crecer es más tranquila 
la esbeltez singular de la palmera.
Otros pasean por playas solitarias
buscando, a pie desnudo,
la espuma del sosiego.
Mentida paz la que no nace
del corazón a borbotones.
Yo prefiero sentir en ambas sienes
las manos de Jesús notando entonces
la impronta de sus llagas salvadoras. 
La paz no son migajas ni desechos
en la sufridas manos pordioseras.
Es otra la limosna.
La verdadera paz es Dios llenándote
el alma de sí mismo,
como se llena de agua un cangilón,

como se llena un celemín de trigo.

viernes, 3 de enero de 2014

 Con vosotros está y no lo conocéis

Jesús estaba ya entre la gente y no le conocían. Es necesario que alguien que le conozca le anuncie y nos lleve a él, como harán Juan y Andrés con sus hermanos.
Hoy también son muchos los que no saben que Jesús anda entre nosotros, más aún, vive en nosotros, y si no les llega la buena noticia, si no le ven en nosotros, en nuestra conducta ejemplar, es porque nuestro testimonio no tiene el alcance que debiera de tener. Algo falla en nosotros que explica que otros no dan Cristo en la pobreza con que se identificó.

Reflexión

Pidamos a Dios que nos ilumine, que nos haga ver en qué falla nuestro testimonio y nos otorgue la gracia del Espíritu Santo que da fuerza, entusiasmo y fortaleza a los que de verdad viven con y para Dios, que es tanto como vivir con y para los demás

Rincón poético

CANCIÓN QUEJUMBROSA

¿Dónde iré ahora
que estoy enfermo?
Mi víacrucis
lo curso dentro,
pasito a paso,
que andar no puedo.
Mas no doy tregua
al desaliento.
Todo se pasa.
¿No pasa el viento
vareando una nube?
Y en cuanto al tiempo,
siempre hacia el mes de mayo
muere el invierno,
que en toda circunstancia,
lo sé muy cierto,
Jesús está conmigo;
siempre lo ha hecho.

jueves, 2 de enero de 2014

Enderezad el camino del Señor

Este es el testimonio de Juan, dice el evangelio. Es el precursor por eso, porque pregona que Jesús es el medíos. Y no  duda en responder a quienes en nombre en del Templo si es el Mesías. Allanad el camino del Señor
Allanar el nombre del Señor ers tanto como Ponerse en camino por el camino que es Jesús.. Y lo lograremos en la medida que volvamos a ,él y demos testimonio de su presencia ahí con nosotros.

Rincón poético

A UN POETA ATORMENTADO

Quiso creer y no podía
Pero quiso creer.
Me dijo que el Señor
le pisaba insolente los talones,
y le rondaba al rededor 
como una densa nube azul
que  no tuviera puerta, igual que un bosque inextricable todo loba.
Un día, en un poema,
le llamó por teléfono
y Dios no respondía.
Fue su manera
de hablar con Dios.
A veces Dios responde al tercer día
como ocurrió en la cruz,
pues se hace de rogar.
Y él quiso creer en Dios
y lo intentó, mas no podía.

(De La luz en la ventana)

miércoles, 1 de enero de 2014

Santa María, Madre de Dios

San Pablo enseñaba a los cristianos de Colosas, que llegado el momento en que los anuncios progresivos de los profetas alcanzaban su cumplimiento, el Espíritu de Dios hizo madre a María, para convertir en hijo del hombre al Hijo de Dios.
María, dice calo iba guardando todo en su corazón, lo iba archivando todo en la memoria.
Es éste un nacimiento que lo renueva y trastrueca todo; cambia, en primer lugar, a la misma madre que lo trae al mundo, al convertirla de inmediato en Madre de Dios, y cambia al hombre, que va a convertirse en hijo del mismo Dios que lo había creado.
Y  María lo guardaba todo en el corazón
También nosotros debemos dejarnos conducir por la mano y sabiduría de Dios, esa misma mano que escribe con renglones torcidos. No importa demasiado que no siempre entendamos sus secretos, la intención oculta de sus designios. Lo sabe él, y lo importante es que le dejemos nacer en nuestro mundo, como María, que entonces no podía ni sospechar que también a ella, desde ese instante, iba camino de una cruz.

Rincón poético

EL BOLÍGRAFO

Tiene el alma a oscuras
el bolígrafo.
Nadie dijo tanto
callado, sin voz. 
Dormido, inconsciente
ni piensa, tumbón;
dice lo que dice
cuando escribo yo,
porque no se expresa
ni asevera, no.
Es como una noche
que alguien canceló.
Unos ojos muertos
que un dedo cerró.

(De La luz en la ventana)