martes, 8 de octubre de 2013

La mansedumbre

Bienaventurados los mansos, dice Jesús, y aquí da muestras además de cómo entre la mansedumbre y el arrebato, es la mansedumbre la actitud más aconsejable. La mansedumbre es la almohada donde la paz reposa su cabeza. El manso es pacífico y evita toda confrontación, incluso las que se nos antojan razonables. No es merecedor del amor de Cristo quien no es manso y humilde como se define él mismo.
Nada más opuesto a serena trayectoria de Cristo humilde en su evangelio que la sombra enervada y fanfarrona del hombre belicoso y montaraz.


Reflexión

La Virgen es Madre de Dios. Como tal Madre de Jesús, adoptivamente lo es también nuestra en el sentido de que, resucitado Jesús, habitados por el mismo Espíritu desde el bautismo, hermanados con él, somos hijos de Dios, y consecuentemente hijos de María.
María, Madre nuestra, haz de nosotros hijos dignos de tu santidad y humilde corazón. Amén. 
Rincón poético

          JUDAS

Tiene el corazón de estaño,
otros dice que de piedra,
y al andar suenan cobardes 
brincando treinta monedas.
Dicen que murió colgado, 
ya de noche, de una higuera
y le picaba en los ojos 
con ahínco una corneja.
Muriese como muriese,
¡pobre de él!, más le valiera
que una rueda de molino
al cuello en el mar le hundiera.
La traición es un puñal
tinto en sangre, porque lleva
dientes de lobo en el filo
y en su alma una noche negra.

(De El espejo de Dios)

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