La sinceridad de vida

Jesús ajusta la religión externa a la interna, y es Lucas el evangelista que más veces incide en esta exhortación de la sinceridad en el comportamiento. El evangelio de hoy prosigue la materia del de ayer, ampliando sus denuncias a los maestros de la ley, que se dan por aludidos.
La fórmula que usa Lucas es la del género literario que llaman “ayes” o lamentaciones. La emplea también Lucas en la segunda parte de las bienaventuranzas, para destacar en negativo o maldición lo que de manera positiva dicen las bienaventuranza.
Dos olvidos cometen los fariseos en la práctica de sus deberes: el de la justicia en pro de los más necesitados. Es decir, el dirigente religioso es heredero de las enseñanzas proféticas, y ocurre que los profetas hicieron todo hincapié en la urgencia de defender de la injusticia a los pobres. y segundo, el olvido de que el amor de Dios es lo que deben transparentar los hechos externos. 

Reflexión

Denuncia de la injusticia

Frente a las cargas con se abrumaba a la gente sencilla, San Pablo insistiría en este contrasentido de la ley, concluyendo que la verdad de Cristo actuaba como liberación de este peso insoportable. Y San Juan mismo dice que la verdad nos hace libres. El evangelio de hoy constituye una denuncia de la injusticia y una defensa de la gente sencilla. En pasajes como éste, se fundaba la teología de la liberación en América, donde la justicia brilla por su ausencia y se acogota a la gente humilde hasta el agotamiento. El hecho es que donde no hay justicia, no hay religión.

Esta denuncia profética no es algo antiguo que concluyó, sino algo tan necesario hoy como siempre.

Rincón poético

FRENTE AL ESPEJO


Si asomado al espejo
pudieses elegir
ver bien qué llevas dentro,
escarbarías por desenterrar
mi fe escondida, mi esperanza fiel.
La fe ilumina lo que ni comprendo,
la fe me aclara cuanto sé de Dios. 
La fe me dice que esperar desvela
cómo sus pasos suenan junto a él.
Mira el espejo, su insondable abismo
desde la orilla de esta noche azul. 
En el espejo sólo hay una noche
que acaso sea un resplandor de Dios.

(De El espejo de Dios)