La iconografía sobre la figura y aspectos que entraña la nueva mentalidad medieval de san Francisco, es inabarcable. La devoción ha recabado de los artistas de todos los tiempos dejar plasmado el sentir franciscano en cada momento en el lienzo, para ensalzar al santo de Asís, el que vencido en combate hace gala de su jovialidad en la cárcel de Perusa, el del lobo de Eugubio, el de las llagas impresas en su cuerpo por un serafín, etc. Su imagen no ha dejado de venerarse en un rincón de cualquier iglesia que se precie.
Desde el bien poblado y hermoso Cristo románico de San Damián que Francisco hace espiritualmente suyo, hasta el último innovador de nuestros días, la galería de pintores que reflejan su figura y mentalidad francisca de cada momento sería tal, que sólo cabría en las páginas estudiosas de un generoso tomo, no en un museo al uso. Ponte en Internet y pincha en la web www. franchesco. Org. La multitud de imágenes en que la pintura cifra la devoción al santo, con no ser exhaustiva, no tiene fácil cabida en salón conmemorativo alguno.
Lo explica en que es un santo antiguo cuyo poder de atracción no ha cesado a pesar de los cambios de sensibilidad que inaugura cada etapa de la cultura, y lo explica el peculiar modo de encarnar la estrecha santidad de Francisco, en quien el cristiano se ha visto siempre un trasunto de la que predica y diseña el evangelio de Jesús. Y quiérase o no, la fragancia de la verdadera santidad siempre ha tenido adeptos.
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