lunes, 27 de septiembre de 2010

La fe en sí mismo

    “El que tiene fe en sí mismo, no necesita que los demás crean en él”. Así se expresaba Miguel de Unamuno. La fe en sí mismo da y nace de la propia entereza. Y puede considerarse íntegro quien vive enteramente según los valores que Cristo acreditó con su vida y su enseñanza.


    La fe en sí mismo, sin el respaldo humilde la de la fe en Cristo, hace independientes, al borde de la soberbia, desde el aislamiento despectivo de los demás. Somos con los otros o no somos, atados por la soledad que teje el egoísmo. El egoísta no es solidario; vive contra los demás, que convierte en peldaños de su altanería.

    Creer en sí mismo es el aspecto visible de la virtud que llamamos fortaleza. Pablo hacía consistir su fortaleza en el respaldo de la cruz de Cristo. Identificarse con el amor de Cristo y la fe en su misterio salvador, que entraña identificarse con el humilde servicio a los demás, serán la enseña de la verdadera fe en vosotros mismos.

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