En medio de la noche, Dios viene, como cada año, a llenar de esperanza nuestra vacío interior. Un Dios que nos da a su hijo y lo somete a nuestra misma estatura humana, es un Dios amigo, digno de toda nuestra confianza. El Hijo de Dios llega a nuestra vida y se hace nuestro, para convertirse en fuente de nuestra felicidad.
En esta inmensa soledad del mundo en que vivimos, no estamos tan abandonados, sino que Dios mismo se nos acerca y nos invita a un permanente renacer a su compañía. Algo desconocido está amaneciendo en nuestra vida, la magia de la navidad, el inmenso mensaje de la Navidad del Señor, que es una fiesta para nuestro corazón.
El Verbo de Dios se hizo carne, se humaniza y pone al alcance de nuestras manos y nuestros ojos, al alcance de nuestro corazón humano. Desde ahora podremos amarlo como a uno cualquiera de nosotros mismos.
Reflexión
Necesitamos como cristianos recuperar el sentido genuino de la Navidad, ya que en ella Jesús se nos presente como el eje mismo de nuestra fe, como mesías salvador, la fe en el el Hijo de Dios que va a llevar a cabo el proyecto salvador del Padre, en un proceso que tiene ahora su inicio y culminará con la Pascua. Esto exige de nosotros una gran capacidad de renovación ni a perder la confianza en el hombre, porque si Dios tuvo tanta confianza en nosotros que se hace Niño envuelto en nuestra condición humana, ¿cómo hemos de recelar nosotros de quienes Dios ha elegido como lugar idóneo de encuentro suyo con el hombre?
EMANUEL
¡Alegría! Felizmente,
Dios con nosotros está.
Todos los años reanuda
tal favor por Navidad.
¡Aleluya, porque acaba
de nacer en un portal!
La Virgen está con él.
¿Como lo iba a imaginar?
En medio del cielo brilla
una estrella de cristal
que alumbra a tres reyes magos
en busca de la verdad.
Por una escalera bajan
ángeles de seda y dan
en cantar el beneficio
espléndido de la paz.
¡Gloria a Dios en las alturas
y al hombre el favor sin par
de gozar ya para siempre
el dote de su amistad!.
Si hayalguien que no lo entiende,
no se debiera extrañar,
porque, según las promesas,
Dios con nosotros está.
(De La luz en la ventana)
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