jueves, 26 de diciembre de 2013

San Esteban


         En el calendario litúrgico, el Niño no viene solo: le acompañan en días sucesivos san Esteban, san Juan y los santos Inocentes. De algún modo, la cruz empieza a perfilarse ya en las pajas y el rechazo de la gente. 
Un escritor escribió que la sombra del ciprés es alargada. La sombra de la cruz es alargada. Y a la sombra de esa cruz, nace a la vida eterna de la santidad el primer testigo de nuestra fe, san Esteban; el primero en bautizarse en su propia sangre unida a la del Maestro.
No podría recrearse bien el ambiente de la primitiva Iglesia si arrancamos de los Hechos esa página testimonial de su fe. Para aquellos primeros cristianos, Esteban fue el modelo ejemplar, la prueba de que las palabras de Jesús empezaban a cumplirse: Os azotarán, y por mi causa seréis conducidos ante los gobernadores. 
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Reflexión

La persecución ha sido una constante en la vida de la Iglesia y mientras haya quien persiga al Iglesia, la palabra de Cristo brillará más luminosa y la sangre de la persecución fecundará a la Iglesia.
Hoy los cristianos sufren también persecución en diversos lugares, por los mismos motivos que en los albores de la Iglesia. Nuestra disposición a anteponer el mensaje cristiano a las adversidades que infiera nuestra fe, es el testimonio que el mártir por excelencia que es Cristo espera de nosotros.

Rincón poético

NACIMIENTO DE JESÚS

Brilla en el cielo la luna
puntual, nevada y fiel.
¡Qué suerte tienen, qué suerte
los pastores de Belén!
En un pesebre, dormido,
- los profetas hablan de él-,
hay un Niño prodigioso
a quien llaman Emanuel.
María lo abriga y besa,
lo protege san José.
Al mismo tiempo en el cielo
muy pocos lo pueden ver-,
las estrellas se estremecen
y hay una espléndida, que es
la que a unos magos conduce
hasta el portal de Belén.
Herodes quiere engañarlos.
¡Se irán al amanecer!
Mientras, por los cielos brilla,
blanca la luna, otra vez.

(De La luz en la ventana)

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