domingo, 20 de febrero de 2011

Dejar hacer a Dios

         En un ciclo de charlas dedicado a los santos doctores de la Iglesia, el Papa explicaba que el camino de la santidad, que con frecuencia es el arduo y empinado camino que va a Dios, no se anda “haciendo”, cuanto “dejando hacer”,  entendiendo este dejar hacer en dejarse amar por Dios en Cristo Jesús. Que como decía santa Teresa, trata tan más a su amigos. Es el modo como Cristo crucificado tira desde lo alto de nosotros para que levantemos sobrecogidos la vista hasta la tortura de su cruz, donde, con él, hemos de sangrar todos.
Lo decía ya, en siglos clásicos, un fraret de Denia, en su valenciano más coloquial: Deixeu fer a Deu!
El Papa lo declaraba con motivo de comentar la aspereza con que trató la vida a san Juan de la Cruz, quien supo soportar tanta dureza dejándose amar por Cristo, en que consiste “la luz que nos ayuda a llevar la carga de cada día”, sea cual fuere su pesadumbre y dureza.
No le falta belleza al lenguaje con que el Papa habla de los escondidos asuntos de Dios, cuando dice que hay que abrirse a Dios en los momentos adversos, que es tanto como “abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios pueda entrar”.
Inundémonos de Dios a boca llena, hundámonos en Dios a tumba abierta, para que nos llene de sí , desdibujándonos para que sólo quede él, como hace la ola con las huellas impresas en las arenas marinas.

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