
Sólo que el arrimo que ha de facilitársele al indigente no nace de corazones de vida cómoda y despreocupada. Viene a decirlo así Isaías, tan rico en claridades y sanas advertencias, cuando despliega ante el mundo esta hermosa frase: “Cuando te hayas despojado de tus instintos agresivos, tengas apaciguados tud gestos amenazantes, consigas apagar el ardor de la maledicencia, y así dispuesto te acerques a saciar el hambre del pobre, brillará tu luz en las tinieblas, y tu oscuridad se volverá mediodía”.
Hay otras estrellas que no son la de Belén, pero son capaces de brillar con luz propia, la de su mismo esplendor. Afortunadamente, los cielos y el corazón de muchos hombres está lleno de ellas.
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