martes, 8 de febrero de 2011

El antiguo altar gótico de la iglesia de San Francisco

No existe y nadie puede dar razón de cómo era, qué artista lo elaboró y cuál era la calidad de sus altas calles y la de los cuadros que las adornaron.
Existió; de eso no cabe la menor duda. Bien que de él sólo sabemos que su estilo se correspondía con el de la iglesia gótica del siglo XIV, y por similitud con los habituales del momento, frisando ya el siglo inmediato, dispondría de tres calles, entalladas por columnas divisorias, que encuadraban sendos guardapolvos laterales. Más que costosas imágenes talladas en madera, lo compondrían, tal vez, según la costumbre, pinturas de gran realismo gótico realizadas sobre pan de oro. Ignoramos asimismo qué imágenes de santos o episodios figuraban pintadas en la predela.
Pasó el tiempo, y una noche, los religiosos se dejan sorprender por un gran estruendo. Se levantan despavoridos y tratando de dar con el origen de aquel episodio, descubren que el espléndido y esbelto altar mayor de la iglesia, carcomido por la carcoma, se ha desplomado sobre sí mismo, totalmente destrozado.







Retablo actual

Durante años, la pared quedó desierta, sin más oferta que la de la fría piedra, hasta que el obispo D. Tomás, uno de cuyos sobrinos, herido en liza con otro joven, estaba a punto de perder un brazo, consigue, por la intercesión de los santos Mártires, el favor de una prodigiosa curación, y en fiel cumplimiento del voto hecho con tal motivo, mandó colocar en sustitución del malhadado altar mayor, un cuadro de respetables dimensiones, en que quedaba perpetuado el milagro, y donde aparecía, como era costumbre en esta clase ex votos, la noble figura del señor obispo, arrodillado devotamente ante sus santos protectores. Poseemos la descripción del cuadro.
Pero, ¿qué ha sido de él, que permaneció en la iglesia hasta finales del siglo XVII? Concretamente  hasta el día 26 de agosto de 1688, en que hace entrega a los frailes de un nuevo retablo el escultor local Jerónimo Corbí, que medía 95 pulgadas de alto por 65 de ancho, de estilo barroco, y cuya descripción poseemos.
Desaparece durante la desamortización.
La historia, como los antiguos baúles, está toda ella claveteada de enigmas.

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