lunes, 7 de febrero de 2011

El iconoclasta destierro de Cristo

Como en tiempos de Pablo, el mensaje de la cruz sigue siendo necedad para los que están en vías de perdición, que decía él, cuando se considera un escarnio que la cruz presida el aula de una escuela o el despacho de una profesora. A Cristo se le desterró en tiempos aciagos que bien merecen nuestro olvido y lo siguen desterrando los nostálgicos de aquella triste aberración. Para los cristianos es una ofensa palmaria y un hecho escandaloso.

No se es sincero cuando se pregona la igualdad como un desideratum, un ideal casi absoluto y la corrección y respeto a todas las creencias, mientras se discrimina a unos en menoscabo de su libertad.

Es lamentable que no se despreciemos las enseñanzas de la historia y no se tenga el aprecio insobornable que el cultivo de la paz merece.

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