viernes, 15 de noviembre de 2013

La venida del Hijo del hombre

 Jesús recurre a veces a sucesos de la historia de Israel, para enseñar que tales episodios sagrados tienen la validez de una parábola, sólo que la parábola se inventa, en tanto que la historia es un relato verídico de hechos pasado. Es lo que ocurre con el diluvio o la historia de Lot. Y en concreto, lo que Jesús quiere es que nos fijemos en la enseñanza implícita que queda significada, por ejemplo, en ese no mirar atrás que incumple la mujer de Lot, como añorando los días felices de la ciudad, la casa entrañable donde ha dejado todas sus cosas e intereses. De manera semejante, Jesús nos exhorta a no mirar atrás cuando llegue el día de Dios.  

No hay que mirar hacia atrás, echando de menos el mundo y las cosas a que ha renunciado en el bautismo por amor de Cristo. Es lo mismo que, en otro sitio, nos aconseja Jesús,  cuando dice que el que empuja el arado y mira hacia atrás, hacia todo lo que el cristiano ha rechazado por amor de Dios, no es apto para el reino de Dios.

Reflexión  

Sin mirar hacia atrás

Lo que se nos recomienda no es que nos sintamos aterrados en esos momentos inquietantes de la presencia exigente de Dios, sino que vivamos ahora en consecuencia, lejos de todo lo que hay que evitar, para vivir vigilantes, sin decaer por nada ni por nadie, en nuestro propósito de hacer del evangelio nuestro proyecto de vida. 

Rincón poético

AMAR INFINITAMENTE

El día que sepa cuánto
es el amor que me das,
seré como tú, infinito,
inconmensurable. Ya

me percato de que sientes
por mí gran predilección.
Soy pobre, pero no tanto;
como exige el corazón.

Quisiera corresponderte
en la misma proporción,
pero nadie se te iguala,
nadie ama con tanto amor.

Bien podrías enseñarme
a saber amar yo igual,
antes de que se me olvide
con cuanto amor tú te das. 

(De El espejo de Dios)

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