miércoles, 20 de noviembre de 2013

Parábola de las onzas del rey

Esta parábola es una variante de la de los talentos. No dista mucho en cuanto al rédito que se nos pedirá por los dones que Dios pone a nuestra disposición. De nuevo se nos dice que no tiene sentido que le devolvamos sin más lo que nos da, cuando lo que busca Jesús es nuestro aprovechamiento. 
Ese noble que se ausenta, volverá coronado como rey, a quien darán muerte los judíos más recalcitrantes, sin sospechar que volverá resucitado, coronado rey de toda la creación.
A quienes le han sido fiel, les aguarda un premio inimaginable; a quienes se han enquistado en la perversidad y la persecución, les espera un castigo proporcional a sus delitos

Reflexión

A las conciencias dormidas

Hay entonces en esta parábola una apelación al juicio, donde Dios nos pondrá a cada cual en su lugar, por más que lo que Jesús persigue no es tanto asustar a nadie, cuanto sacudir la conciencia de quienes viven en la desidia, para moverlos a tomar en serio los designios de Dios, y entre ellos, el más importante es el envío de su Hijo al mundo para que el mundo crea en él y se salve.

Rincón poético

           EL CAMPO

Con la escopeta de la verdad
maté los ruidos de la ciudad.
¡Qué placidez, qué bien se está
enjabelgado de soledad!
El campo canta con los jilgueros,
la vida nace bajo un alero
y el aire vuela pausado y negro
en los graznidos hoscos del cuervo.

Me gusta el bosque, me gusta el campo
con sus cañadas, con sus enebros.
¿Llueve? Que llueva.¿Truena? Que truene.
¡Qué hondo respiro aquí el silencio!
La ciudad tiene sangre de asfalto,
falta de calma, falto de encanto.
¡Que sucio el aire, que amarillento
el humo denso 
de los tejados!
Me gusta el bosque, me gusta el campo.

(De El espejo de Dios)

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