El Cántico de las Criaturas o Del Hermano Sol, lo escribe san Francisco, ya achacoso, al final de sus días. San Francisco está ya prácticamente ciego. Apenas atisba sombras borrosas de las cosas, como quien mira a través de un grueso cristal esmerilado. Las ha de imaginar tal como las admiró siempre, tal como las amó, criaturas que modeló la mano alfarera de Dios y comprobó que eran buenas, que se correspondían armoniosamente con el divino proyecto creador. Eran sus hermanas. La hermana alondra, la hermana luna, la hermana cigarra, la hermana muerte.

Traducido a la mayoría de idiomas, lo está, de y muy logrado modo, al español, debido a la limpia pluma de Alonso de la Vega, cántico incluido en las horas del breviario o Liturgia de las Horas.
¡Unidos todos los hermanos a la voz entusiasta de Francisco, loado seas , mi Señor!
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