Dos noticias que estos días airean los medios de comunicación, inciden en un mismo tema, el de la solidaridad ejercida entre los humanos hace miles de años, y la que anima ahora mismo al mundo entero, desde Chile, al borde mismo de la actualidad.
Siempre son motivo de solidaridad de unos con otros las catástrofe que nos sacuden la sangre en la venas, pero no sólo eso. Sucede que unos investigadores del yacimiento de Sima de los Huesos, en Atapuerca, han descubierto la pelvis de un hombre ancestral cuyo deterioro ya en vida suya le impedía andar recto y requería ayuda constante de otros miembros de la tribu, por deformación de las vértebras lumbares. Sin la solidaridad de sus familiares, no hubiera podido sobrevivir.
Al propio tiempo, técnicas muy avanzadas de prospección y rescate, están a punto de sacar a la superficie a los 33 mineros chilenos que unos derrumbes dejaron atrapados en lo profundo de la mina de San José. Máquinas perforados y una cápsula que descenderá hasta la galería donde han permanecido 65 días, lograrán devolverles a la superficie. El mundo permanece atento, ojo avizor.
La solidaridad hace milagros, porque engrandece el corazón del hombre.
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