Los fotógrafos, tanto lo profesionales comp los aficionados, al buscar motivos naturales para sus pequeñas obras de arte, prefieren los paisajes especulados, es decir, aquellos en los que el motivo, árboles, edificios, puentes, montañas, se reflejan invertidos en el agua de un río, un lago, un estanque, como en un espejo.
Es ya un recurso manido, pero siempre tentador por su belleza, siempre sugerente. Esas imágenes nos muestran una doble realidad, la material del objeto en sí y su reflejo inconsistente, anejo a la luz que la hace posible. Lo uno es verdadero y tangible, lo otro mera visión irreal, pero en la foto forman un todo armónico como encuadernado en un eje de simetría. Vuelta la foto del revés, de arriba abajo, no siempre sabemos cuál es el motivo real y cuál su reflejo imaginado por el agua..
Se podría confeccionar una colección selecta de fotos de esta índole, aunque para mi propósito, con una basta.
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