sábado, 31 de julio de 2010
Firmes como un yunque
viernes, 30 de julio de 2010
El cepo de la codicia
jueves, 29 de julio de 2010
La palabra en la boca
viernes, 23 de julio de 2010
Contrastes
jueves, 22 de julio de 2010
A la escucha de la palabra
miércoles, 21 de julio de 2010
Los santos tienen razón
martes, 20 de julio de 2010
La verdad es bella
lunes, 19 de julio de 2010
Estar a la escucha de la palabra
domingo, 18 de julio de 2010
Feliç qui te sols a Deu per amo
sábado, 17 de julio de 2010
El lenguaje de san Francisco
viernes, 16 de julio de 2010
Jesús y lo pequeño
jueves, 15 de julio de 2010
La belleza de la luz de Dios
miércoles, 14 de julio de 2010
La verdad es bella
martes, 13 de julio de 2010
Y Jesús se alejaba
lunes, 12 de julio de 2010
El tiempo, los talentos y la enfermedad
domingo, 11 de julio de 2010
Homo antecessor
sábado, 10 de julio de 2010
Dichosos los llamados
viernes, 9 de julio de 2010
Elogio del jamón
jueves, 8 de julio de 2010
La insistencia de Jesús
miércoles, 7 de julio de 2010
Quien no sabe amar...
martes, 6 de julio de 2010
La estupidez nace del corazón
Lo dice Jesús con motivo de negar que la ingestión de alimentos pueda menoscabar la buena disposición espiritual del hombre. Los alimentos no pueden quebrar nuestra integridad. Es en nuestro interior donde anida la malicia, y entre tanta perversión a que pueda inducirnos un corazón torcido, Jesús, con aparente sorpresa, sitúa la estupidez. ¿Por qué esta reprobación de la estupidez, al hilo de la lujuria, la avaricia, el adulterio, el desenfreno, la blasfemia, la envidia? No sólo es estúpido el necio, mermadas sus facultades mentales. Hay muchas maneras de ejercer irreflexivamente la estupidez en su grado más zote. Estúpido es el presuntuoso, el engreído, el envarado, el soberbio. Se comprende de este modo que sea la estupidez del pecado lo que reprueba Jesús. Obviamente, no podría aprobar como juiciosa actitud, que empleemos el tiempo que se nos da para ganar su gracia, en desplomarnos por el disparadero de disfrutes pasajeros. Unamuno decía, tal vez por eso mismo, que la estupidez le estaba prohibida al cristiano. Jesús tiene muy claras sus ideas.