Jesús siente una preferencia especial por los niños, y hay una exclusiva razón que lo explica, y es que son pequeños. Es lo que explica que anteponga a quien, en vez de complacerse en descollar sobre los demás, se humilla ante Dios y se empequeñece. Los discípulos no lo sabían aún cuando intentan apartarlos de él para evitar todo posible alboroto. No saben bien lo que hacen.
Pequeños son en primer lugar los niños, pequeños los pobres, pequeña la humildad de la gente sencilla, pequeña la timidez del que se cree más pequeño de lo que es.
A Dios no le impresiona la grandeza ni excelencia de los hombres más o menos altivos, mediocre trasunto de su inmensidad y sabiduría infinitas. Por eso mismo ama a los pequeños, toda vez que es lo único que él no puede ser. No es de extrañar que hiciera niño a Jesús, su Hijo, por eso. Y entonces sí, entonces pensaría:
- ¿Hay algo más hermoso que unos ojos grandes en la cara menuda y luminosa de un niño?
La sencillez son los humildes ojos de la verdad.
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