jueves, 14 de julio de 2011

Aprended de mí


Si hay algún maestro en quien mirarse, ése es Jesús. De palabra y obra nos exhorta a que seamos mansos y humildes, dos virtudes inseparables.
La persona humilde, no dice una palabra más alta que otra; de esa quietud interior nace la mansedumbre, consistente en saber sufrir los inconvenientes ajenos sin perder el aplomo que da la calma. Es lo que encarece Jesús: que no reaccionemos con violencia ante los desafueros de los demás.
Él sufrió callado afrentas y vejaciones, camino de su muerte. Si no somos como él, seamos al menos como él quiere que seamos

Reflexión: El tiempo ya no es oro

La laboriosa industria china ha inundado de relojes de buena apariencia y dudosa calidad las vitrinas de bazares y baratillos que llenan el país. Si alguien no luce en la muñeca un reloj casi postizo de deslumbrante traza, es porque no quiere. Pero el tiempo medido por tales menudencias prosigue su curso sin alterarse. La baratura de los relojes no consigue abaratar el tiempo. ¿O sí? ¿Es todavía oro el tiempo?

Las carencias en la oferta de trabajo ha reducido el tiempo de muchos a no saber qué hacer de él. Trabajar es vender la disponibilidad del propio tiempo, que se ha abaratado no poco y apenas si dan algo por él. Tal vez haya que cambiar el proverbio que lo encarecía tanto. El tiempo ya no es oro o no es oro todo lo que reluce, además de que al oro le han subido el precio y vale más. ¡Quién lo iba a decir!

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