Jesús no reniega de la familia en la que ha aprendido a ser hombre, encarnado en María, pero si alguien se interpone entre Dios y su misión salvadora, no teme alzar la voz con seriedad y poner a cada cual en su sitio.
Su propósito es configurar una nueva familia sobre el fundamento de la fe en su palabra, y sus discípulos son los adelantados de su obra. Un día el Espíritu de Dios se asentará en el regazo de esa Iglesia que ahora amanece a la luz de la gracia y a la sombra de una cruz que ponga paz entre el hombre y Dios. Él será el camino y los pies que nos marquen el ritmo. Sólo un inconsciente intentará prohibirle el paso
Reflexión: La cúpula azul del asilo
La cúpula de la iglesuela interior del asilo campea sobre el edifico benefactor. En su día, quedaba cubierta de tejas vidriadas de un intenso color azul marino. No le faltaba belleza y brillaba airosa y encendida, herida por el sol. El transcurso del tiempo y las incurias de la guerra civil, obligaron a reparar desperfectos que afeaban el conjunto arquitectónico del edificio, y al no disponer de tejas vidriadas, se optó por sustituirlas por otras ordinarias que se pintaron de la manera más aparente y audaz.
Los accidentes atmosféricos han ido decolorando las tejas pintadas y la cúpula, desteñida y desigual, no permite cabal reparación en un edificio reflejo de un estilo ciudadano digno de conservación, no excesivamente antiguo, pero que no deja de ser venerable.
El tiempo inclemente, ya se sabe, lo arruina todo, razón por la que tenemos en mucho viejos valores que permanecen y testimonian un ayer que la memoria se complace en reconstruir cuidadosa, desempolvando datos amarillentos. No es exactamente nuestro caso, pero se le aproxima.
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