lunes, 25 de julio de 2011

Santiago Apóstol


San Pablo dice que la función de todo apóstol es anunciar la gracia del Señor y llevar los hombres a la fe de Cristo. No le faltó a él firmeza para demostrarlo. Tampoco a Santiago, patrono de todos los pueblos de España La noticia del hallazgo de los restos del santo en Compostela fue un acontecimiento que cundió por todos los rincones de Europa, convirtiendo su sepulcro en meta de peregrinación, y al declarar Alejandro II año jacobeo los que la fecha de 25 de julio recayese en domingo, incrementó de inmediato la afluencia de peregrinos a Compostela. El evangelio nos presenta a Santiago como hombre enérgico, y no deja de ser valiente su promesa de seguir hasta el martirio a Jesús. Figura entre los primeros discípulos a quienes elige Jesús, junto con su hermano Juan, a orillas del lago de Galilea y figura en momentos señeros entre los tres apóstoles más destacados, como la Transfiguración y la oración del Huerto. Algo debió de ver en él el Maestro para retenerlo en su proximidad. Llena de indignidad al reyezuelo Agripa, gobernador de Galilea, que lo decapitara vilmente para congraciarse con los judíos. De Jesús había aprendido que no estamos aquí para ser servidos, sino para servir, y en esa entrega a los demás lo dio todo, hasta la vida. Destaquemos que fue él quien trae a España la presencia y devoción a María.

Bagatela:
¡Compro oro!

No hay calle medianamente transitada en población alguna, donde recientes establecimientos con grandes letras negras sobre fondo llamativamente amarillo, no proclamen a gritos de frenética propaganda su disposición a comprar cuantas joyas se les presenten. Cuando la carestía estruja en vano el bolsillo familiar y no hay modo de subvenir a las necesidades más perentorias, el último recurso es desprenderse de los objetos preciosos que se posean para paliar tales carencias, haciendo caso omiso de su valor sentimental que no alimenta. Es el momento en que surgen de la nada avispados comerciantes, siempre prontos a aprovechar tan lastimosas circunstancias para hacer fácil y pingüe negocio. Es un síntoma claro de los difíciles momentos por los que atraviesa angostamente la economía, presa de especuladores sin escrúpulos y piedra de toque de la habilidad política, rayana a veces en la torpeza. El día que se normalice el trabajo y se pueda disponer de un sueldo honesto y seguro, esos garitos de la pobreza vergonzante, volverán a desaparecer. Son hongos parasitarios y oportunistas que el bienestar extingue.

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