viernes, 15 de julio de 2011


La ley de Dios no va contra el hombre, sino a su favor. Es por lo que al indigente, acuciado por el hambre, permitía el Deuteronomio coger unas espigas de un sembrado ajeno. Los fariseos achacaban a los discípulos de Jesús que lo hicieran cabalmente en sábado, como si el hambre del sábado admitiera prórroga.

Las enseñanzas en contra de Jesús están respaldada por su condición divina. Y no duda en defender su propia autoridad exegética, como Hijo de Dios que es. Él, rostro visible del Padre, es más que el templo Y su palabra sobrepuja a las interpretaciones de la Ley, en cuyos desvíos incurren los fariseos.

Refñexión:
El zureo de las palomas

Jesús calificaba de sencillas las palomas, a diferencia de lo que ocurre con la astucia depredadora de otras aves. Es proverbial su arraigo pacífico en la proximidad del hombre. Habita nuestros tejados, anida en huecos inverosímiles de nuestras casas y se nos anuncia con un monótono y pertinaz zureo que llega a ser molesto. La paloma no sabe cantar; rasca. El zureo de la paloma es contumaz y desagradable, muy lejos del canto florido de otras aves menores. No parece sino que, en vez de atraer a la pareja, la hostiga, cansa, la fatiga.

Su vuelo es raudo, ágil, y la variedad de su plumaje reverbera desde el azulado cuello, que inspiraría a un notable escritor árabe
El collar de la paloma. Pero su garganta es pobre y áspera como un serrucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario