lunes, 7 de noviembre de 2011

El escándalo


El escándalo es el envés, la cara opuesta del buen ejemplo. Jesús había enseñado que los suyos debían ser luz del mundo, desde la ejemplaridad de su honradez y buen hacer cristiano. Ahora avisa de la gravedad del proceder contrario, consistente en dar mal ejemplo, escandalizar.
El escándalo es la antítesis de la justicia de Dios. El escándalo, desde la perversidad verbal o desde una mala conducta, induce a los otros a desviarse del camino recto. El escándalo encizaña la convivencia. Y escandaliza con especial gravedad quien se niega a perdonar, cuando Jesús se entrega a la muerte como cordero expiatorio para que Dios nos perdone, rescatados con el precio impagable de su sangre. La frase más sobrecogedora de Jesús en la cruz fue, precisamente, la de perdonar a quienes le estaban matando, excusándolos ante el Padre con el alegato de que ni advertían qué era lo que estaban haciendo.
Tres cosas califican la religión cristiana, el amor, la esperanza, la salvación y el perdón. Si se quiere dar buen ejemplo a los demás, actuemos de modo que vean cómo el cristiano, desde el amor a los demás, perdona no una vez o cuatro o siete, sino siempre que se siente escarnecido por otro.

Reflexión: Una visita inesperada


En años iniciales de indefinida vocación, san Francisco vivió como un ermitaño, hasta que Dios le dio hermanos. No sólo él. Fray Miguel vive solo, como un ermitaño, en la falda de un monte eminente por el que trepa la sombra verde de una densa pinada. Vive sobriamente con lo justo, y la gente piadosa de la población alivia su pobreza llevándole alimentos que él, mal que bien, ha aprendido a cocinar. La escueta vivienda queda adosada a la iglesita que él mismo hizo edificar, una nave con cabida suficiente para cuantos suelen participar de la celebración eucarística. El tiempo que le dejan sus habituales quehaceres pastorales, lo emplea en investigar, escribir y editar un libro tras otro de prolija manera. Está sordo, lo que le induce a hablar a grito pelado, pero ese mismo silencio que le aísla de su entorno, le faciulita concentrarse en su labor intelectual. Hoy nos ha visitado, como siempre, derrochando alegría, y lo inesperado del encuentro, después de largos tiempo sin vernos, nos ha llenado de gozo fraterno, el gozo de sabernos hermanos en Cristo, a pesar de la distancia, que el común afecto acorta no poco.

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