martes, 29 de junio de 2010

Quien pone la mano en el arado....

Hay ocasiones en que no parece sino que Jesús tenga prisa y acelere el paso. Como cuando avisa a sus posibles seguidores cuál sea la pauta a que han de atenerse, vaciados de sí para llenarse de Cristo y cargando sobre la marcha con la cruz que singularizan nuestros alientos y flaquezas. Y al momento en que afluyen, uno tras otro, hacia él presuntos seguidores, se apresura en apartar de inmediato a cuantos le ponen condiciones como quien calza moroso las ruedas del carro. Ahí es donde Jesús se muestra tajante . Es él quien quin señaliza el camino y establece las condiciones del seguimiento. No hay medias tintas que valgan ni entretenimientos, meandros, demoras, divergencias o retrasos. No se puede seguir a Jesús a remolque de nada.
Y no espere nadie que dé descanso a su intento salvador, porque tiene el tiempo justo. Quien lo quiera dilapidar en dilaciones, no repara en que Jesús sube a Jerusalén, campo a través de Samaria, y tiene los pasos contados. Como nosotros, que vamos resueltamente con él.

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