De Dios decimos que es tres veces santo. Pero, ¿por qué tres veces?
La lengua hebrea suple la pobreza gramatical del idioma con recursos figurados que le dan una gran expresividad al lenguaje. Así, por ejemplo, carecen de las estructuras gramaticales del grado superlativo del adjetivo, con que se expresa una cualidad en grado máximo. Por medio del superlativo, el castellano dice que la nieve es blanquísima o muy blanca. En su lugar, el hebreo usa, entre otros recursos, la reduplicación, diciendo que la nieve es blanca, blanca.
De Dios se dice que es tres veces santo, lo que agrupa una reduplicación y el número tres - con que se expresa en el lenguaje bíblico los atributos y hechos maravillosos de Dios-, y con esa conjunción de recursos, lo que decimos es que Dios es, no sólo santísimo , sino inmensamente santo, infinitamente santo.
No dudemos en pensarlo así cuando rezamos o entonamos el trisagio en la eucaristía.
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