La oración por los demás (Día 6, jueves)
Pedir a Dios supone hablar con él, en ese encuentro tan a la mano que es la oración, en cualquier sitio y a cualquier hora.
En el evangelio se nos enseña a orar con la frecuencia con que lo hacía Jesús, con insistencia, filialmente, al saber que cumpliendo con la divina voluntad cooperamos a que el reino de Dios se establezca entre los hombres.
No nos preocupemos en nuestras oraciones en demasía por nosotros mismos, preocupémonos por los demás, por que el amor de Dios brille en nuestro entorno.
Se preocupa por los demás quien se preocupa por que el Espíritu de Dios habite en el corazón de todos los hombres, ya que vivir la presencia del Espíritu de Dios en nuestro ánimo es tener vida interior, mantener viva nuestra espiritualidad. Es él quien da sentido divino a nuestra vida y nos facilita la comprensión de las verdades de Dios, que nos permiten conocerlo y conociéndolo, amarlo más y más.
Pidamos entonces para que el Espíritu de Dios reine en el corazón de todos nosotros.
Bendita tú
Bendecir es la manera más espontánea de dirigirse a Dios en la Sagrada Escritura. La agradecida consideración de un favor, la contemplación de un hecho que hable de la bondad o grandeza de Dios, provoca al punto en el ánimo unas palabras de bendición. Aquí en concreto se bendice a María, porque ha sido preferida a todas las mujeres habidas y por haber. Benditas palabras las que dice Isabel bendiciendo a María, llena del Espíritu del Señor, luego son palabras inspiradas, originadas en el labio mismo de Dios, de modo que es divino su aliento. Todos los misterios marianos comienzan en la concepción de Jesús en el seno de María. Los demás, como en un racimo, van naciendo uno tras otro. Y lo importante es esto que dice Isabel: Bendita tú porque has creído. La fe de María está en el origen de su ser como Madre de Dios.
La niña y sus muñecos
Un muñeco no tiene por qué parecerse a un bebé de verdad ni ser bello para que la niña que lo mima, le haya dado todo su cariño. A menudo, entre varias muñecas, la más fea y desvalida es la preferida por el misterioso corazoncillo de la niña. ¿Que de pronto hay que huir a toda prisa de la casa porque se ha declarado un incendio? La niña se arriesgará a volver a su habitación para rescatar a su inseparable muñeca, no sea que el fuego la consuma. El mundo de los niños lo cierran doradas puertas de cuento. En el mundo de los niños, sólo caben ellos, y sus muñecos.
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