Quien no da fruto en su tiempo, es estéril y no sirve de mucho. El recurso más inmediato es talar el árbol inútil prescindiendo de él. Sólo la paciencia de Dios, que da tiempo para que enmendemos nuestra conducta volviendo a él decididamente, justifica que el hombre empecatado siga existiendo.
No es cosa de juego. Es una temeridad echar a suertes el tiempo que se nos da como un aval para que nos granjeemos la amistad con Dios.
Reflexión: Viajes siderales
El cosmos se presta a toda suerte de hipótesis e interpretaciones, entre otras cosas porque no es fácil verificar lo que se supone acerca de él. Ahora resulta que el espacio y el tiempo, sujetos a impulsos gravitatorios poderosos, pueden doblarse de tal modo que dos puntos lejanos de esa curvatura llegan a aproximarse entre sí hasta permitir ser alcanzados, en línea directa, por un proyectil o una nave planetaria, en mucho menor tiempo del que requeriría recorrer la línea curva. Es como viajar a campo a través, con lo que se llegaría de un punto a otro con más rapidez, propiciando que el viajero de la nave llegase a encontrarse con su propio pasado y sobrevivirlo otra vez.
No dejan de ser avanzadas teorías siderales que se nos antojan increíbles y que a unos harán pensar y a otros dudar de que así sea. Yo dejo mi incógnita de pie en el aire, bogando como un cisne blanco por el mar azul del cielo.
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