Ha muerto José Gonzalvo, el escultor. Gonzalvo cultivaba una manera de hacer arte fatigando en el fragua la dureza del hierro, hasta configurarlo en formas enérgicas y novedosas. Su estilo valiente es inconfundible. Teruel atesora varias de sus esculturas más logradas y el convento se complace en poseer una de sus obras, donde se muestra un grupo escultórico presidido por la figura de san Francisco, muy destacado, y como a su arrimo, los dos mártires fundadores de nuestra casa. Puede llamar la atención lo que viene llamándose proporción teológica, cuando una de las figuras gana en estatura, como aquí san Francisco, en tanto que ambos mártires muestran una configuración más reducida. San Francisco, al fin, es el fundador de la Orden franciscana; los santos mártires, lo son del convento.
El claustro, en cuyo patio interior se alza la recia escultura sobre un alto pedestal de piedra, nos declarará ya siempre la maestría con que la robusta mano del artista domaba el hierro, espiritualizando el sentido con que esculpió sus formas. El artista, se nos fue, dejando la fragua apagada y el martillo en el suelo, apoyado en el yunque.
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