Hay quien, jubilado, ya no tiene nada qué hacer, falto de ilusiones que le motiven, y hay quien no da abasto a sus nuevas ocupaciones y entretenimientos, como la buena lectura, ahora más reposada que nunca, el deleite de la buena música, escribir lo que le venga en gana, estudiar lo que siempre quiso saber cuando no tenía tiempo... Aquel se va oxidando poco a poco, consumido por su propia inanición y aburrimiento; este otro, crece ilusionado por momentos, estrenando nuevas actividades enriquecedoras que dan nuevo color y sentido a su vida.
Sé de alguien que nunca ha leído como ahora con tanta fruición comentarios bíblicos que iluminan sus conocimientos sobre Jesús y no cesa de depositar en la memoria del ordenador todo lo que escribe, entre otras aficiones altamente deleitosas como oír a los clásicos y pintarrajear alguna que otra cosilla manchando telas.
La jubilación pone ante ti el teclado infinito de un piano variadísimo de registros, lleno de posibilidades y armoniosos descubrimientos.
No dejes ese camino hacia la nueva luz de cada días. Explora con alegría esa cripta misteriosa de nuevas aventuras espirituales que siempre soñaste y ahora puedes protagonizar tú mismo. Vivir es también soñar un poco.
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