El bodegón tradicional imita la realidad de las cosas y la fotografía nace entre pintores e imita la con frecuencia composición pictórica. Hay una inicial simbiosis entre lo uno y lo otro que ha creado escuela. Si de la pintura aprende a componer y a combinar luces y sombras el artista de la máquina fotográfica, la pintura impresionista aprende de los primeros balbuceos de la cámara. Con una cámara oscura dibujaba ya en su época Canaletto sus paisajes venecianos. Y hay encuadres fotográficos que dejan su impronta en los encuadres de interiores de Degás, con primeros planos mostrencos que la pintura clásica hubiera ignorado siempre reputándolos vulgares.
La fotografía que acompaña estas líneas, creo yo que no tiene nada que envidiar a cualquier otro bodegón realista de un pintor moderno.
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