El Museo de San Francisco conserva un raro ejemplar de libro comunitario de horas, de los que, colocados en un facistol hacia el centro del coro, servían, a falta de breviarios impresos, para el rezo y salmodia en común de las horas canónicas. El de referencia responde a la hora matutina de laudes.
Se trata de un libro de grandes proporciones, con texto de palabras frecuentemente abreviadas-de ahí breviario-, escrito en cuidada letra gótica, en pergamino, como era habitual en la tradición de estos libros, y sólo algunas de sus letras versales aparecen ligeramente miniadas. Las pastas están confeccionadas con tabla de madera recubierta de piel de carnero. Algunos de estos libros llegaban a pesar más de cien kilos. El conjunto del coro lo constituían, entre estudiantes de Artes, profesores y resto de la comunidad, en torno a una veintena de religiosos.
Prácticamente, podemos dar por perdida la noble dedicación de aquellos pendolistas que convertían en arte los signos fonéticos de la escritura coral. Es un deleite para los sentidos repasar antiguos documentos, donde la esmerada pluma del monje mimaba las palabras y el lenguaje, porque era el amor de Dios quien presidía todas las diarias ocupaciones monásticas. Las prisas que azuza la economía del tiempo, se ha llevado consigo muchas de las antiguas prendas que enjoyaban nuestra cultura, hoy alejada de estudios que no devenguen rédito económico inmediato, en provecho de la utilidad y la especialización. ¿A alguien le puede ya extrañar el desprecio laico de los valores del espíritu?
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