miércoles, 10 de octubre de 2012

El Padrenuestro de Lucas

    Si ayer nos enseñaba Jesús estar a la escucha de la palabra, hoy el evangelio nos dice cómo hay que orar. La oración del Padrenuestro que nos transmite Lucas, es más breve que la de Mateo, pero parece responder más fielmente a lo que en ese momento preciso les enseñó Jesús, por más que enseñaría a sus discípulos a orar en más de una ocasión. Mateo reúne en un mismo lugar lo que sobre ese tema les habló Jesús en varios momentos.
    El lenguaje de Lucas es más fiel a los documentos que el de Mateo, más en la línea abundante del habla aramea. La Iglesia ha seguido el texto de Mateo, más completo, tal como aparecía ya en la Didaché, el texto más antiguo que poseemos sobre la enseñanza de la Iglesia a sus fieles. Es la oración más importante de cuantas queramos decir, porque nos la enseña Jesús, la de los hijos de Dios. Recémosla siempre como tales hijos de Dios.

Reflexión: Auge de las carreras de economía

    Nunca hubo tal cantidad de economistas como ahora,cuando ya no hay dinero. Todas las tertulias de radio se alimentan de discusiones magistrales entre entendidos. Es como un glorioso concurso global  de cuantos economistas andan sueltos, todos los cuales tienen su receta infalible de que nadie hace demasiado caso, saturados como estamos de explicaciones expertas y remedios inconcusos. En todo caso, ¿qué podemos hacer la gente de a pie, que somos los destinatarios de tales sabidurías técnicas? Sólo que, mientras el paro campea en todas sus formas por todas las empresas del país, este recurso de las tertulias radiadas da trabajo a un número que creo relevante de gente cualificada que se preocupa por nuestro bienestar. No hay mal que para bien no venga.

Rincón poético

¡HE PERDIDO LA LLAVE!

Bajo el felpudo,
esconde la vecina la llave de la casa.
No se atreve a arriesgarse
llevándola consigo.
Si la pierde,  en su ausencia,
allí la encuentra el hijo o el esposo.
Secreto familiar. La llave espera
una cálida mano que la abrigue.
Es exclusiva; tiene propios divisa y protocolo.
Ella es así, sin par. Como la luna.
Y no hay manera
que otra la sustituya, como ocurre
con la ermita del pueblo,
la fuente en la colina
o el olmo centenario de la plaza.
La llave lleva puesta
su servidumbre peculiar.
Asegura la puerta
con su dedo horadado
que se sabe la herida
y da paso a su dueño
abriendo los batientes, como tiende
el castillo su puente levadizo,
como quien da un abrazo.
Es dócil. Se acomoda
a la oscura rendija que le asignan.
Sólo cuando no está, cuando una mano
la cambió de lugar, rompe la calma
del dueño desolado y hay gemidos:
-¡He perdido la llave!
¡Cabeza dechorlito!

(De Paseando mis sueños)

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