Buscan a Dios con maneras inapropiadas donde no está. Es como quien busca un tesoro al pie de un olivo, y desoye con desprecio a quien le confía que el tesoro que busca está bajo de la piedra donde se ha sentado a descansar.
Por contra, la gente sencilla que sigue a Jesús y escucha su palabra, se embebe de la verdad salvadora de su misterio salvador. Y Jesús vuelve los ojos al cielo y le da gracias a Dios de que haga sabios de la gente buena que no sabe, pero que acaba por empaparse de lo más sustancial e importante, y es que el buen fuego lo dan las astillas del árbol seco que tumbó el vendaval.
La liturgia, al recordar hoy este texto tan singular, honra la memoria de santa Teresa, la monja andariega que, para ilustrar a sus monjas sin estudio, escribió sus libros en el lenguaje doméstico de la calle, sin melindres, que decía ella, encerrando en ellos todo el saber de la vida espiritual, con que podemos todos identificarnos con Cristo.
Reflexión: A perro flaco
Eso es lo que dice el refrán, ese florilegio sentencioso y conciso donde la sabiduría popular encierra como en un cofre los resultados de su experiencia de siglos. A perro flaco, todo son pulgas. Los males nunca llegan solos, sino que arrastran su contexto más o menos desastroso de injurias. La crisis obliga a ahorrar contado dos veces los céntimos del gasto inevitable de cada día. Un índice de esas estrecheces es el acusado descenso en el consumo de gasolina que constatan los diagramas, pero es que lo hay en todos los órdenes de la vida, como lo prueba el inestable equilibrio de los establecimientos, en cada lugar. Aquí, en estos rincones orientales de la Ribera, nos ha sobrevenido ahora la contaminación del agua. Y el agua es imprescindible. Para su consumo, no hay más remedio entonces que comprarla envasada. El municipio ha tomado cartas en el asunto, pero el remedio exige tiempo y gastos adicionales que acrecientan las deudas ya contraídas. Lo dicho,a perro flaco....
Rincón poético
LA CORTINA
Esta cortina verde desplegada
como un cañaveral,
tranfigurada al sol,
filtra como un cedazo
la claridad del día.
Pienso en un fruto que transparentara
la pulpa rubia de un amanecer,
una bombilla de oro, el encendido
aliento de una hoguera.
Llena de sol,
la habitación redunda de alegría;
es un pulmón de luz, una avenida
esplendorosa de aire verde.
Recompensa
sentarse y respirar profundamente
esta paz luminosa, este silencio
enmarcado en el gozo transparente
de tanta luminosidad.
La luz no es una cosa, es un estado
íntimo, una vivencia
trascendental, una manera
divina de existir, de notar cerca
la presencia dorada, la presencia
bienhechora de Dios.
Y es gozoso sentirse como un niño
entre sus manos luminosas.
(De Paseando mis sueños)
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