jueves, 25 de octubre de 2012

Las asperezas del seguimiento

    El seguimiento no es un paseo tranquilo y despreocupado hacia Dios, sino un camino angosto lleno de adversidades.  El mismo Cristo habrá de recibir el bautismo de su propia sangre y seguirle equivale a hacer frente a las adversidades que ha de crearnos vivir las verdades del evangelio y darlas a conocer desde la aspereza de nuestra propia vida. Cristo no dejará de acompañarnos.

Reflexión: Latiguillos mal aprendidos
    Ciertas ideologías a las que incomoda que las cosas no sean como son, gustan de hablar del poder eclesiástico de tiempos remotos, venga o no a cuento. Son como latiguillos y material de relleno, escombro pseudocientífico con que alfombran su propia inconsistencia. Para sus mentores, todo lo que lleve polvo medieval, es signo de poder. Una revista, asidua compañera de la prensa dominguera, dedica un artículo al ya famoso códice Calixtino de, Santiago, escrito en el siglo XII por un monje y miniado por otros. Hoy es una obra valiosísima, luego es signo de poder medieval. O sea, un códice que producen unos monjes en un monasterio, es siempre signo de poderosa relevancia social, no de amor al estudio y al trabajo lento y minucioso, propio de quienes ponen sus actos bajo la bendita mirada acogedora de Dios. ¿Y de que es signo que un artesano construya un Stradivarius? Eso otro no cuenta; no tiene gancho ni mordiente.

Rincón poético

 NADIE ENCUBRA EL CANDIL

Los que lleváis en vuestras manos
una lucerna, colocadla donde
su resplandor no ofusque la mirada
ciega del que no ve, del que está ciego
porque no quiere ver, porque es más cómodo
vivir indiferente, sin el nudo
presuntamente corredizo
de un compromiso que te robe,
tal vez, la libertad de no hacer nada.
Sed luz con obsesiva
penetración los que lleváis
el corazón radiante; que la gente conozca
la claridad que les rescate
de los abismos insondables
donde duermen sin vida las tinieblas;
que no quede una grieta
por donde les penetre como lanza
de fuego vuestras luz.
Pesa sobre vosotros
que no sepáis amanecer a tiempo
sobre la clandestina oscuridad
que tejen las arañas de la noche.

(De Paseando mis sueños)

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