lunes, 1 de octubre de 2012

El más grande

    Los apóstoles discuten como niños sobre quién de ellos merecerá un lugar más alto en los cielos, cuando tienen ante sí al mismo Hijo de Dios que nos va a juzgar a todos.
    Hay una clave clarísima para saber quién es más alto ante el beneplácito de Dios: la humilde, estar dispuestos a rebajarse para el servicio de los demás. Un niño, desde su pequeñez, puede ser el símbolo de esa grandeza.
    Que Jesús nos enseñe a ser como fue él, manso, humilde y compasivo con todos. Santa Teresita es el icono de esa simplecidad, de esa ingenuidad que tanto agrada a Jesús.

Reflexión: Los lugares marianos

    Un amable rabino sefardita, en la sinagoga del muro de las lamentaciones, me hacía la siguiente observación: Vosotros llamáis Tierra Santa a Israel. Nuestra tierra santa es Toledo.
    Los teólogos marianos pulsan todas las teclas que les descubran en el evangelio, no sólo pasajes evidentes, sino puntos que contengan alguna referencia con María, quien, desde que Jesús  se aleja de Nazaret para cumplir con el proyecto salvador del Padre, no deja de estar pendiente del hijo, de modo que aparecerá con él en Caná, Cafarnaún, Jerusalén, donde el joven Jesús se extravía. Hay referencias a ella en sitios que no resulta fácil identificar. ¿Dónde bendice el vientre que concibió a Jesús aquella buena mujer, desde el gentío? ¿En qué otro sitio tratan de abordarle sus parientes para que abandone la arriesgada obra de la salvación, ignorantes de su realidad divina y llevándose consigo a María como moneda de cambio o rehén?
    Son lugares marianos sin nombre conocido, no menos benditos que la entrañable cueva nazarí. Es lógico que llamemos  Santa a aquella tierra.

Rincón poético

 LA NIEBLA GRIS

La niebla tiene visos
de imitar el olvido
que no sabe de lindes
ni reconoce bordes ni confines.
En el cristal esmerilado
de la niebla adivinas, levemente
raspadas, formas, tintas y figuras.
Se esfumina la luz cual quien entorna
suavemente los ojos. Así el ciego
que apenas ve. Se desdibuja
la realidad, se torna vaporosa
como un aroma abandonado
en el ambiente, como el sol velado
por una nube al fondo de la tarde.
La niebla es una mano que deslíe
en el agua el anís; es la expresión
de un almendro difuso, la ofuscada
memoria de un desmemoriado.
Niebla es la confusión, cuando no encuentra
salida el pensamiento;
niebla es el desencanto perturbado
de un desamor, la oscura sacudida
de un miedo acristalado en su zozobra,
la duda incursa como un náufrago
en tormentosa desorientación.
Al filo de tus días, en brazos del olvido,
un retazo de niebla irá velando
la borrosa visión de tu existencia.
Abre los ojos mientras vivas.

(De Paseando mis sueños)

1 comentario: