Difícil debió ser el apostolado entre los paganos, fuertemente impregnados de doctrinas perniciosas. Que Santiago apóstol echara en falta la presencia confortadora de la Virgen, ante el remiso corazón pagano, no tendría nada de particular. De ahí la antigüedad de la devoción constante de María en estas tierras, desde donde se ganó la primacía de ser patrona y madre de todas las tierras de España.
Pilar y Madre se llevan poco. Su significado es de acogida, de protección, y es de ver cómo la figura de María en función protectora, campea muy por encima de todas las advocaciones que se le puedan atribuir. De esa condición materna nacen todas las demás en la Iglesia de Cristo. Y por Madre, es para todos los cristianos centro y convergencia de la historia de la salvación. En todo momento de zozobra, recurramos prontos a la seguridad de su amparo materno.
Reflexión: Riadas en Carcaixent
Don José Fogués Cogollos, presbítero que ejerció como cronista de
Carcaixent hasta 1936 en que fue fusilado inicuamente por el frente
popular, dejó escrito un librito con efemérides relativas a
acontecimientos del pueblo que él consideró notables. Espigando en esas
notas sorprende la asiduidad con que los temporales mediterráneos
desbordaron el río Júcar a su paso por el término, inundando la
población. Fue la plaga intermitente que pendió sobre la población desde
tiempo inmemorial. De hecho el primitivo asentamiento ocupaba
exclusivamente la parte alta de la población, en el espacio que hoy
ocupa la iglesia arciprestal.
La primera riada de que se
tiene noticia ocurre en el año 1472, y en el 1690 las lluvias fueron tan
intensamente persistentes que el número de inundaciones que tuvo que
soportar el pueblo se elevaron a 20 en sólo un año, sin embargo en 1661
la sequía fue tan pertinaz que se dio en construir una acequia desde
Cogullada, que remediase la falta de riego en sus campos en situaciones
análogas. En 1698, de nuevo, las lluvias no pudieron ser más copiosas
y otra vez, el día 14 de noviembre de 1716, y nuevamente en los años
1740, 1779 y 1782 el río rebasa sus orillas. El día 30 de septiembre de
1791, el Júcar vuelve por sus fueros e inunda la ciudad, para volverlo a
hacer el 17 de noviembre de 1805. Son fechas aledañas de los días en
que los franceses invaden el país -1 de julio de año 1807- , y las
monjas dominicas abandonan el convento, por temor al vandalismo de la
soldadesca, y asimismo, los agustinos son desalojados de su monasterio
de Aguas Vivas -1811- . La batalla contra el francés ocurre en 1813.
El día 1 de noviembre de 1833, el Júcar reanuda su tendencia a arramblar el término, a cuyos daños se añade la aparición del azote bíblico del cólera, y las revueltas aguas del río no vuelven a inundar la huerta hasta el 26 de febrero de 1840. Dos años después, se desbordaría con todo su fragor y vuelve a hacerlo el 21 de octubre del año siguiente, 1843. El día 17 de noviembre del año 1855 y el 28 de febrero de 1857, la población ha de contemplar impasible sendos desbordamientos del alocado río, para repetir su encono tres años después, el 27 de febrero de diciembre de 1861, año extremadamente frío que llega a helar los naranjos (5 de febrero). Hay inundaciones también los años1863 y 1864, los días 29 de mayo y 4 de noviembre, fecha ésta que marca un temporal de lluvias desatadas que hacen olvidar todas las anteriores del siglo, si bien, el año 1870 supera a su vez todo lo conocido hasta la fecha. ¿Y cómo ? Las condiciones atmosféricas del año 1878 niegan el beneficio de la lluvia al pueblo, que ha de sufrir el rigor de una sequía extrema. Por más que el Júcar sigue fiel a sus costumbres endémicas, de modo que el día 4 de noviembre de 1884, vuelve a desbordarse inundándolo todo. Y una vez recobrado el pulso, reanuda su instinto invasor saliéndose de madre en 1891, uniéndose a otros males, como la ruinosa helada del año anterior y los estragos del cólera morbo. 1894 y 1898: otra vez el río salta sua orillas.
El año 1901 es año que merece subrayarse por otro motivo altamente memorable; ese año fue nombrado cronista de la ciudad el autor de estas notas que nosotros comentamos, D. José Fogués Cogollos.
El día 1 de noviembre de 1833, el Júcar reanuda su tendencia a arramblar el término, a cuyos daños se añade la aparición del azote bíblico del cólera, y las revueltas aguas del río no vuelven a inundar la huerta hasta el 26 de febrero de 1840. Dos años después, se desbordaría con todo su fragor y vuelve a hacerlo el 21 de octubre del año siguiente, 1843. El día 17 de noviembre del año 1855 y el 28 de febrero de 1857, la población ha de contemplar impasible sendos desbordamientos del alocado río, para repetir su encono tres años después, el 27 de febrero de diciembre de 1861, año extremadamente frío que llega a helar los naranjos (5 de febrero). Hay inundaciones también los años1863 y 1864, los días 29 de mayo y 4 de noviembre, fecha ésta que marca un temporal de lluvias desatadas que hacen olvidar todas las anteriores del siglo, si bien, el año 1870 supera a su vez todo lo conocido hasta la fecha. ¿Y cómo ? Las condiciones atmosféricas del año 1878 niegan el beneficio de la lluvia al pueblo, que ha de sufrir el rigor de una sequía extrema. Por más que el Júcar sigue fiel a sus costumbres endémicas, de modo que el día 4 de noviembre de 1884, vuelve a desbordarse inundándolo todo. Y una vez recobrado el pulso, reanuda su instinto invasor saliéndose de madre en 1891, uniéndose a otros males, como la ruinosa helada del año anterior y los estragos del cólera morbo. 1894 y 1898: otra vez el río salta sua orillas.
El año 1901 es año que merece subrayarse por otro motivo altamente memorable; ese año fue nombrado cronista de la ciudad el autor de estas notas que nosotros comentamos, D. José Fogués Cogollos.
Rincón poético
LO HAN DEJADO SOLO
En la cruz clavado,
aturdido y roto,
Jesús mira el mundo
confuso y borroso
Le cubre la sangre
la frente y los ojos.
Tres clavos de hierro
le abrazan al tronco
de una cruz que abraza
a su vez a todos.
La Virgen María
llora entre sollozos,
y al mirar a Cristo,
sangrándole el rostro,
grita en sus adentros
gritos pavorosos,
porque en sus entrañas
se le muere a chorros.
Las nubes moradas,
el sol triste y rojo,
a Jesús la tarde
le anubla los ojos.
¿Dónde está san Pedro?
Le han dejado solo.
(De Paseando mis sueños)
No hay comentarios:
Publicar un comentario